Afganistán y Australia: cien días y una cumbre distinta

(Tiempo de tribulación para la OTAN, UE y, por tanto, la España militar y de civilización de Occidente)

Tan solo han pasado cien días desde que se anunció que la próxima cumbre de la OTAN se celebraría en Madrid. De este modo se quería poner en valor los 40 años de España como miembro de la Alianza Atlántica, alejando también un poco –por qué no decirlo– el foco del flanco este de Europa.

Aunque la agenda no estaba cerrada –es pronto aún– los temas estrellas iban a ser las relaciones con Rusia, la amenaza creciente de China, el terrorismo y la desinformación. Ese cóctel en la zona gris se aderezaría con un poco de lucha contra el cambio climático y unas gotas de prevención de pandemias. El guion ya estaba escrito.

Pero en cien días muchas verdades que se daban por supuestas en la OTAN han saltado por los aires. Casi sin darnos cuenta, entre el verano y el inicio de curso, la Alianza Atlántica ha visto caer el país que ayudó a levantar en la que fue su misión estrella durante 20 años, y está afrontando una crisis de confianza entre socios cuyas heridas aún no sabemos lo profundas que son, ni las cicatrices que pueden dejar. De Afganistán ya se ha escrito mucho. Fue todo tan rápido que aún da vértigo recordarlo. Las imágenes de las mujeres con burka, expulsadas de las escuelas y trabajos expresan mejor que mil artículos y análisis el fracaso de la misión. Los gritos de esas mujeres se oirán, quiérase o no, en la cumbre de Madrid.

El modo en que se hizo la evacuación de Kabul puso de manifiesto, además, la falta de unidad de doctrina entre los aliados. Durante unos días Gran Bretaña estudió lanzar una operación militar sin EEUU, y muchos países pedían al presidente Biden que negociara una extensión a la fecha del 31 de agosto.

El trato con los talibanes estaba atado y bien atado. No habría prórroga.

En el colmo de la descoordinación entre aliados, un avión militar alemán evacuó a siete civiles en un vuelo. Sólo siete. Esa falta de comunión entre socios ha tenido en los últimos días su expresión –a nivel estratégico– en el pacto militar a tres bandas entre Australia (Au), Reino Unido (UK) y Estados Unidos (US): Aukus, la palabra de moda.

La primera consecuencia ha sido que Australia ya no va a comprarle a Francia sus submarinos diesel, y se dotará de sumergibles de propulsión nuclear y tecnología anglosajona.

Obviamente, no es un problema de qué tipo de combustible usa; es una cuestión de mucho dinero, pero sobre todo, de confianza entre aliados. Francia se siente traicionada por sus socios de la OTAN (EE.UU. y Reino Unido), e intenta resucitar el debate sobre un ejército Europeo que viene coleando hace muchos años y que también ha revivido tras los desencuentros aliados en la evacuación de Kabul.

En solo cien días, Afganistán y Aukus han cambiado la próxima cumbre de la OTAN en Madrid. La Alianza deberá ser flexible, imaginativa y audaz para afrontarestos retos. El mundo puede cambiar en 100 días. Incluso en uno.

España quiere poner en valor en la cumbre de Madrid sus 40 años como miembro de la Alianza Atlántica

ABC    JUAN JOSÉ CRESPO – ANALISTA DE INTELIGENCIA