AHORA SI, PERO NO

  • 21 ago. 2019
  • La Razón

EL ARTÍCULO DE USSÍA

Ahora sí, pero no

«Sánchez descansa. Y prepara a Begoña para que pueda soportar el duro invierno que le aguarda en África »
«El Falcon aguarda en el aeropuerto de Jerez de la Frontera, rodeado de viñas abarrotadas de racimos de malvasía»

Escribo sin conocer la decisión de última hora de Sánchez. La isla de Gran Canaria arde, y Sánchez no se mueve de Las Marismillas de Doñana. Al fin tiene una oportunidad para volar en el Falcon con la aprobación de los contribuyentes y la está dejando pasar. Son 9.000 hectáreas las calcinadas por el fuego, miles de familias desalojadas, animales silvestres y domésticos achicharrados, la desolación clavada en las miradas aterrorizadas de nuestros hermanos canariones, pero Sánchez aún no ha decidido volar hasta Gando para interesarse por la situación. El Roque Nublo, desde lo alto le pregunta al Teide, cumbre de España en la inmediata Tenerife, y el Teide no encuentra la respuesta y el consuelo. En Doñana ya lucen los venados sus candelabros completos. Y a punto están los ánsares de alcanzar sus arenas desde los bosques y lagunas de Rusia.

En el Parque Natural de Tamadaba, se cumplen los tristes y bellísimos endecasílabos del cojo estevado, don Francisco de Quevedo. «Caducaban las aves en los vientos/y expiraba decrépito el venado».

Está de vacaciones. Ignoro de qué descansa porque no le ha dado tiempo para acumular el cansancio. Sigo con Quevedo: «Hoy desprecia el honor al que trabaja». Sus hazañas son trucos de trilero de domingo en la Plaza Mayor. «Estaban las hazañas mal vestidas/donde apenas se engarzan las razones». Así le escribió el poeta al Poder con mayúscula en su célebre «Epístola satírica y censoria» al Conde-Duque de Olivares, Valido de Felipe IV y lo más inmediato a un cabrón con pintas. Sánchez, como el coronel de García Már

quez, no tiene quien le escriba, porque las voces y las plumas de España, en su mayoría, se nutren de silencios y mansedumbres.

Sánchez descansa. Y prepara a Begoña para que pueda soportar el duro invierno que le aguarda en África. No dista Las Palmas muchas millas de la costa occidental africana, cuyos habitantes aguardan a Begoña con los brazos abiertos y la sonrisa dibujada en los labios. Este año se lo va a tomar en serio, porque dicen sus allegados que al único africano que ha tratado desde que percibe su merecido sueldo de entidad privada, es al guardacoches de un restaurante de la calle María de Molina, al que un día saludo precipitadamente desde la molicie precisa del asiento trasero de su Audi. No lo escribió Quevedo. «El gabonés sonrió a su raudo paso/ y ella feliz con el deber cumplido,/ dicha sea la verdad, no le hizo caso».

El Falcon aguarda en el aeropuerto de Jerez de la Frontera, rodeado de viñas abarrotadas de racimos de malvasía. Pero no calienta motores. Quizá, cuando las hectáreas ardidas superen la cifra de 15.000, Sánchez decida hacer un esfuerzo y embarcar en el Falcon rumbo a la tragedia. Hasta el momento, ahora sí, pero no. Es lo que tiene la planificación de las estrategias, que no le dan tiempo a uno para nada. Resulta facilón y demagógico, pero también cosido a la certidumbre y la verdad. Una joya española calcinándose es más importante que un concierto de Rock en Benicassim. Una isla de nuestras Canarias abrumada por el fuego es más importante que la boda riojana de un cuñado. No se vuela sólo a Canarias para pasar la Navidad en La Mareta.

Sucede que quizá tenga sus motivos para retrasar su visita obligada. Los que estamos debajo de la boina ignoramos lo que se cuece en torno a su pitorro. Se trata de la incomprensión que nace de la melancolía. Seguro estoy que coleccionará motivos y justificaciones para no acudir a interesarse por los lejanos españoles insulares. Y no tan lejanos desde Jerez, quinientos kilómetros menos que desde Madrid. Combaten contra el fuego militares, guardias civiles, bomberos y voluntarios. Cuatro hidroaviones derraman sobre las llamas las aguas que embarcan con riesgo en las olas medias de la playa de Las Canteras. No hay ritmo de rock ni canapés de boda. Si no ha volado hasta hoy, que renuncie al intento y no lo haga. Si cambian los vientos o se calman sus fuerzas, el incendio puede extinguirse en pocas horas, y nada hay más ridículo que acudir a interesarse por un incendio cuando ya ha sido dominado. Sea recordado el de Guadalajara, con víctimas mortales, con sacrificios personales, mientras Zapatero veía «Bambi» con sus niñas, las del susto a los Obama. Es más agradable abusar de los Falcon que usarlos para cumplir con la obligación.

Claro, que tampoco ha volado Casado, que es el jefe de la Oposición, aunque éste se vea obligado a pagar el pasaje de su bolsillo o de la caja del PP. Y no ha volado Rivera, que una vez más, ha perdido la ocasión de afilar su demagogia. Y no se ha presentado Santiago Abascal, y menos aún Errejón o su enemigo Pablo Iglesias. Errejón tiene la disculpa del miedo a los aviones. Lo pasaba fatal volando a Caracas o volviendo de ella. Y Pablo está con su niña, turnándose canciones de cuna con Irene.

Pero el presidente es Sánchez. El que abusa de los aviones del Ejército del Aire es Sánchez. Y Canarias y el dolor de sus gentes bien merecen un esfuercito.