Ayer falleció un héroe pero nadie te lo va a contar. Aixó no surt a la TV.

Ayer falleció un héroe pero nadie se lo va a contar

Han pasado 62 años pero ninguno de sus compañeros lo ha olvidado.

1957. España libra una guerra no declarada en Ifni, territorio español en África, donde sultán Mohammed V teledirige ataques y atentados desde su palacio en Marruecos. El mando decide enviar una Bandera Paracaidista, els almogàvars moderns, para defender a la población.

El 8 de mayo en la base de Ifni una patrulla de salto de la II Bandera -19 boinas negras de la 9ª Compañía- embarca en un avión Juncker-52. Además de los paracaídas llevan equipo de combate, armamento, munción, granadas de mano. Se sientan apretados, las rodillas juntas, el pasillo muy estrecho, casi no pueden moverse y escuchan como los motores rugen mientras el Juncker se desliza por la pista. Son las 9:15 de la mañana y cuando el avión empieza a remontar los paracaidistas, como siempre, se santiguan concentrados en la misión.

Pero nada más despegar, la tragedia. Cuando se necesita máxima potencia, el motor izquierdo renquea y falla. “¿Qué pasa?” exclama el jefe de patrulla,teniente Cañadas; serán sus últimas palabras. Dada la escasa altura, los paracaidistas no pueden saltar del avión. En segundos, el piloto realiza una maniobra para regresar al campo pero el avión se estrella incrustándose en la ladera de la montaña  y estallando en llamas al reventar los depósitos de gasolina. El interior del Juncker es un infierno.

Y allí, en el infierno, está Ángel.

Ángel, el cabo primero Canales, es manchego. Tiene 25 años. Es caballero legionario paracaidista. Y es un valiente.

La cabina envuelta en llamas es un caos, a causa del impacto los paracaídas se han abierto y sus cordones y telas dificultan los movimientos e imposibilitan la salida. Ángel se libera de su impedimenta pero su traje arde, el suelo está cubierto de gasolina encendida. Todo entra en combustión.

Milagrosamente Ángel consigue saltar al exterior envuelto en llamas, se quita todo y se queda en camiseta. Está malherido, su piel está abrasada y los ojos lloran. A lo lejos se vislumbran las ayudas de la base, que se dirigen rápidamente hacia el accidente. Pero están lejos, muy lejos.

-“¿Qué hace ese tío?”

-“Parece que vuelve al avión, mi sargento”

Ángel salta al interior del Juncker. En su mente resuena, no sabe por qué, una frase que escuchó en los años de instrucción: la vida se defiende luchando“. El acero del fuselaje abrasa sus manos al apoyarse, allí dentro hay mucho humo y no ve nada, pero los gritos de sus compañeros le indican el camino. Se abre paso entre cordones y mochilas, mientras la munición empieza a explotar. Entra y sale, y vuelve a entrar. Cuando llega la ayuda de la base Ángel sale de la cabina cargando el cuerpo de un compañero. Hace ademán de volver al avión, pero cae desvanecido, su piel carbonizada. Junto a él, 13 compañeros paracaidistas: Ángel los ha sacado, cinco de ellos están vivos.

Ángel estuvo 103 días en el hospital luchando por su vida. Perdió la visióndurante una semana y sufrió lo indecible. Años después, recordaba que “yo, por desgracia, no conocí a mi madre porque murió cuando yo tenía 3 añitos. Y allí, en Ifni, conocí a mi segunda madre, porque una monjita de allí se tiró casi un mes cuidándome“.

 

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