«En el Ejército me he encontrado los mismos problemas que un hombre»

La capitán Tania Tello, zapadora de la BRIPAC, reconoce que la presencia femenina es «normal»

Tania Tello no tenía familia militar ni a nadie cercano en las Fuerzas Armadas. Sin embargo, cuando acabó la carrera sintió «una llamada» por lo castrense. «Lo mío era vocación. Era un mundo que me atraía. Tenía trabajo, pero me llamaba». Así que en 2002 ingresó en el Ejército de Tierra. «Primero, como soldado profesional y luego fui promocionando», recuerda. Hoy es la capitán Tello, jefa de la compañía de Plana Mayor del Batallón de Zapadores de la Brigada Paracaidista (BRIPAC). Una zapadora que ha pasado por Líbano (2007 y 2008) y Afganistán (2013) «haciendo limpieza de rutas frente a amenazas explosivas», dice sin inmutarse. Es una de las 14.904 mujeres que hay en las Fuerzas Armadas y reconoce tajante: «Nunca me he encontrado problemas por el hecho de ser mujer. Me he encontrado los problemas que se encuentra cualquiera que quiere ser militar, ya seas hombre o mujer, como que necesitas esforzarte, sacrificarte y tener las cosas claras. Nada más». Según cuenta, «cuando entré éramos pocas, aunque ya había bastantes mujeres, pero la situación se ha normalizado mucho». Y es que hoy se cumplen 30 años del decreto que abría la puerta a la entrada de la mujer en las Fuerzas Armadas, «algo que hoy es una cosa normal». «Somos muchas, incluso en unidades tan operativas como la BRIPAC –de las más expedicionarias– hay bastantes mujeres de una calidad extraordinaria, muy profesionales y con muchas ganas», cuenta orgullosa a LA RAZÓN.

Tampoco siente que en el Ejército haya más machismo que en otras profesiones. «No es el mundo más fácil en el ámbito laboral porque hay una parte física muy importante en la que la diferencia se puede notar, pero nunca he notado situaciones incómodas ni he tenido experiencias negativas por ser mujer», asegura. Y lo afirma una militar que eligió hacerse zapadora, una de las especialidades más peligrosas. «El tema de las minas antipersonas me parecía un problema muy grave, necesitaba sentirme útil y encontré algo interesante». Tanto, que su misión en Afganistán, en la que ella y sus hombres tenían que reconocer un terreno plagado de explosivos por el que el contingente español se replegaba de la base de Qala i Naw, «fue el culmen. No creo que pueda haber nada más complejo y más enriquecedor». Eso sí, recuerda cómo a su madre «nunca le hizo demasiada gracia». «Pero ha visto que soy feliz, que hago lo que me gusta y lo ha asumido. Y creo que mis padres están orgullosos».

Habla de su vida militar con una sonrisa que no se le borra y tiene claro que no la cambiaría por nada. De hecho, la capitán Tello está embarazada de cuatro meses y quiere seguir al pie del cañón hasta que no aguante más. «Cuento con todo el respaldo de mis jefes y el apoyo de mis compañeros». «Supone un reto porque intento seguir con mi vida, pero la vida de una paracaidista con el embarazo es difícil». Eso sí, no ahorra en elogios para sus mandos, compañeros o subordinados: «El apoyo que recibimos, y lo digo en primera persona, es absoluto. Aquí que una militar esté embarazada es algo normal», añade. Su intención es seguir mandando su compañía, pero si

  • 22 feb. 2018  La Razón  Fernando Cancio – Madrid