En el kilómetro cero de las víctimas de ETA

«En el kilómetro cero de las víctimas del terrorismo», como lo definió uno de los agentes de la Guardia Civil asistentes ayer al sencillo pero emotivo acto. Se encontraban en Aduna, en Guipúzcoa, en el mismo lugar en el que, el 7 de junio de 1968, el etarra Javier Echevarrieta asesinó a José Pardines, el primer miembro de la Benemérita de la larga lista (195) de muertos del Cuerpo cuyo fallecimiento causó la banda. Estaban desde un general, a un jefe, a guardias de Tráfico (de alguna comunidad autónoma limítrofe) y de otras unidades. Cuando llegaron a colocar un ramo de flores se encontraron con que ya había otros prendidos en los árboles circundantes. Personas anónimas que querían mostrar su respeto y gratitud a la Benemérita. Con los asistentes al acto, aunque no eran muchos, estaba y está España entera, para sumarse al homenaje a Pardines. Simboliza el comienzo de la actividad asesina de ETA; y también su final (al menos a efectos de derrota por las Fuerzas de Seguridad). Su apellido se puso como nombre a la operación de la Guardia Civil en la que fueron detenidos en Francia los últimos cabecillas etarras. Pero los actos conmemorativos no se pueden quedar sólo en eso, sino que han de servir como elemento para, llegado el momento, si fuera necesario, ponerlo sobre la mesa, como un argumento más, frente a los que quieren cambiar la historia: convertir a los etarras en una especie de luchadores por la libertad o, en la versión más edulcorada, en unos «chicos equivocados». El futuro de España nunca puede estar en sus manos.

  • 10 jun. 2019    La Razón    JESÚS M. ZULOAGA