EVOLUCIÓN DE LA POSTURA DE LA OTAN: HACIA UNA TEORÍA DEL “TODO POR EL TODO”

INTERESANTÍSIMO Y ESCLARECEDOR TRABAJO SOBRE EL DEVENIR DE LA OTAN ANTE LA PROXIMIDAD DE LA CUMBRE DE BRUSELAS EN ESTE MES DE JULIO

A US AH (Pulsar aquí)

“Y, desde algún lugar de la noche los tiempos, descendió sobre Europa la certeza de que el mañana borraría los planes de hoy”.

Jaroslav Hasek, “The Good Soldier Svejk”

Conforma la OTAN se aproxima a otra Cumbre vuelve inundar los medios toda una riada de consejos y opiniones de expertos sobre cómo adaptar la OTAN en un mundo imprevisible y en rápido cambio. He aquí un debate público bien venido, importante y necesario.

Sin embargo, lo que los expertos olvidan con frecuencia es el carácter único de la naturaleza de lo que trata la OTAN (cuestiones de guerra y paz) así como la naturaleza única de su mandato (la defensa colectiva del territorio de 29 aliados y una población de mil millones). Ésta es la razón de por qué la política, las decisiones y acciones de la OTAN no pueden ser públicas en estos momentos. Y esto, inevitablemente, lleva a conjeturas, con fundamento o no.

Y éste es el asunto: aquellos “que las presentes vieren o entendieren” deben tener la absoluta certeza de la resolución y capacidad de la Alianza para responder a cualquier ataque o agresión conforme a lo previsto en el Tratado de Washington –si bien la OTAN continuará deliberadamente ambigua sobre la precisa naturaleza, escala, calendario, amplitud y objetivo de su respuesta-. Su silencio oficial sobre algún consejo de ubicuos expertos sobre si, y cómo, debería mejorar la OTAN, no significa que no lo haya hecho ya o no esté en proceso de hacerlo.

El objeto de este artículo es proporcionar una amplia visión de la postura absoluta de la Alianza, tal y como se ha implantado desde la Cubre de Varsovia, y los posibles próximo pasos de su adaptación en marcha. Con ello, el artículo tratará también algunos ligeros –o nuevos- errores sobre la que puede, o no, hacer en defensa de su territorio y población.

Citius, altius, fortius

La postura de la Guerra Fría derivó hacia la disuasión y, si es preciso, resistir un ataque soviético inminente, convencional y nuclear. Todo giraba alrededor de lo masivo: tropas masivas, cantidades masivas de fuego y armas nucleares; y una garantía mutuamente asegurada de destrucción masiva si fallaba la disuasión. Una respuesta inmediata era inevitable porque era intrínseca a la mismísima postura.

Le ha llevado a la Alianza casi 20 años transformarse en una cultura de unidades expedicionarias, centrada en unidades más pequeñas, más ligeras, más móviles, capaces de desplegar fuera de las fronteras de la OTAN en misiones de paz, contrainsurgencia, ayuda humanitaria o apoyo a la estabilización o reconstrucción.

La era posterior a la Guerra Fría giró alrededor de la movilidad, flexibilidad y agilidad –tropas ligeras, polivalentes, con capacidad para combatir el terrorismo, instruir las tropas locales y construir escuelas y hospitales al mismo tiempo-. En un determinado momento la Alianza fue capaz de desplegar, mantener y mandar más de 130.000 solados de unos 50 países aliados y socios en Afganistán. Ninguna otra organización multinacional ha intentado jamás tal hazaña –no sería capaz de hacerlo-.

La era posterior a 2014 es casi de masa y velocidad: retirar unidades más grandes y más pesadas sin perder velocidad y movilidad. Item más, la velocidad es todavía más importante. Durante la era posterior a la Guerra Fría la OTAN dirigió operaciones principalmente discrecionales; los liados se comprometieron cuándo y dónde quisieron. Hoy día la OTAN hace frente a una situación nada discrecional en la que sus potenciales adversarios eligen el momento y el lugar para sus “sorpresas estratégicas” sin avisar con mucha antelación y los ataques terroristas incluso sin avisar en absoluto.

La situación actual es diferente de la de la Guerra Fría de una manea fundamental: en aquella ocasión los oponentes eran potencias establecidas, dedicadas a mantener la estabilidad estratégica. Los posibles adversarios de hoy intentan deliberadamente socavar y, en último extremo, destruir la arquitectura de seguridad Euroatlántica.

A partir de las decisiones históricas adoptadas en las Cumbres de la OTAN en Gales {en particular el Readiness Action Plan y el Pledge Defence Investment (disponibilidad y compromiso de inversión)} y de Varsovia {en particular la Alliance’s Strengthened Deterrence and Defence Posture y Projecting Stablity (disuasión y defensa reforzadas y muy alta disponibilidad y proyección de estabilidad)}, la alianza se ha hecho más fuerte, más rápida y, con la accesión de Montenegro en 2917, más amplia.

La OTAN ha triplicado el tamaño de su Response Force, de 13.000 a casi 40.000 soldados, incluyendo una “spearhead force” (la Very High Readiness Joint Task Force) que puede ser desplegada en muy poco tiempo cuando hace falta.

La OTAN ha mejorado su régimen de instrucción y maniobras para cubrir todas las direcciones y contingencias, revisado sus planes de defensa y elaborado otros nuevos.

La OTAN ha tratado los complejos problemas de Oriente Medio y norte de África, en particular asistiendo a su amplia red de socios y apoyando a la Coalición Global para derrotar a ISIS/Daesh.

La OTAN ha desplegado cuatro agrupaciones de combate mejoradas Forward Presence (FP) en Estonia, Letonia, Lituania y Polonia y establecido una Forward Presence adecuada en la región del mar Negro.

La OTAN está adaptando y potenciando su capacidad de mando y control, incluyendo la creación de un nuevo mando conjunto de fuerza centrado en el Atlántico y un nuevo mando conjunto de apoyo y capacidad para facilitar el movimiento de tropas.

Y lo que no es menos importante, los aliados se han comprometido a poseer fuerzas más pesadas y más fuerzas con capacidad operativa así como disponibilidad.

La lista podría seguir. No quiere decir que la OTAN ha llegado al final de su adaptación. El ciclo actual comenzó hace justo cuatro años. Ya se han hecho progresos pero llevará tiempo centrarse en la defensa colectiva del territorio y la población de la Alianza.

Borrando mitos

Conforme la OTAN avanza en su agenda de adaptación bueno será borrar algunos mitos persistentes y ampliamente mantenidos.

Mito 1: La cohesión de la alianza es frágil

Los aliados disienten. Hay diferentes puntos de vista sobre Rusia; los socios; el Sur. Se aprecian preocupaciones sobre la salud de la democracia en diferentes partes de la Alianza. Hay polémica sobre la fuerza del compromiso de los 29 aliados hacia el Artículo 5 (defensa colectiva) del Tratado de Washington. Es comprensible.

La OTAN ha capeado crisis en el pasado. La crisis de Suez, la retirada de Francia de la estructura militar; la presencia de algunos regímenes militares; y la crisis de Iraq de 2003. La Alianza ha sobrevivido y se ha hecho más fuerte. Y ningún aliado ha optado por salir.

Sí, la OTAN es una organización intergubernamental. Toma todas las decisiones por unanimidad. Y pueden disentir sobre todo. Pero la cultura de debates y consultas profundas es lo que la hace tan fuerte. Y puede hablar con suavidad y tratar con los adversarios potenciales porque tiene un palo muy grande.

Independientemente de las crisis, las disensiones y los deliberados intentos de potenciales adversarios para socavar la unidad y cohesión de la Alianza, desde 2014 la resolución y solidaridad de los aliados se ha reforzado. El mutuo entendimiento de la preocupación por la seguridad entre ellos ha mejorado. Los miembros del norte y el este tienen una mejor comprensión de los del sur y éstos aprecian las amenazas potenciales que padecen los del este.

Un mejor entendimiento de una situación que demanda más seguridad contribuye a una mejor participación de la carga. Se calcula que el gasto en Defensa ha aumentado por cuarto año consecutivo en 2018. La Alianza está reforzando su capacidad de disuasión y defensa en sus fronteras, mejorando su esfuerzo para proyectar estabilidad fuera de ellas, en particular apoyando la creación de capacidad de defensa en sus socios y ampliando su contribución a la lucha internacional contra el terrorismo. Y acaba de mudarse a un nuevo Cuartel General.

Conclusión: La OTAN es cada vez menos una organización en declive y su unidad está intacta.

Mito 2: El Báltico caerá en 48 horas

En tanto que las estimaciones de tiempo de “supervivencia” por diferentes analistas varían, es asumido casi universalmente en Occidente que las capitales del Báltico caerían muy rápido si Rusia ataca. Este mito se refería a Estonia, Lituania y Letonia antes de ser miembros de la Alianza, en 2004. Incluso se usaba como argumento contra su asociación. Como son tan indefendibles, se decía, su accesión debilitaría, más que reforzar, la seguridad de la OTAN.

Un reciente estudio RAND ha concluido que al menos serían necesarias siete brigadas acorazadas de los Aliados para frenar un ataque ruso. Tal estimación apenas si tiene en cuenta, si acaso, las tropas de los tres aliados bálticos y generalmente ignora la historia real y capacidad de recuperación de los Países Bálticos.

Al ejército rojo le costó diez años, tras el final de la Segunda Guerra Mundial, eliminar la resistencia armada en Estonia, Letonia y Lituania con n coste también significativo para los soviéticos. La resistencia civil continuó durante la ocupación contribuyendo a la caída de la Unión Soviética.

Sí, pueden ser atacados –pero los estonios, letones y lituanos, defenderán ferozmente cada metro cuadrado de su territorio-. Y esta vez no estarán solos. La Alianza es realmente afortunada de contar con tales países tan resistentes protegiendo su flanco oriental.

Conclusión: Los Países Bálticos no son indefendibles –no son subyugables-.

Mitos 3 y 4: La postura de la OTAN es insuficiente para disuadir; podía llevar a una escalada inadvertida

Existen corrientemente dos escuelas de pensamiento sobre la postura de la OTAN: algunos creen que el esfuerzo por reforzarla es en general insuficiente para disuadir a Rusia. Otros creen que la creciente actividad de la Alianza en sus flancos puede llevar a incidentes y escalada militar. Ambos están equivocados.

La postura de la Alianza acordada en la Cumbre de Varsovia es absolutamente suficiente para disuadir a un adversario parejo. La modesta pero persistente presencia de combate de las tropas aliadas de unos 20 países, incluyendo las tres potencias nucleares, sobre el territorio de Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, así como la presencia en maniobras de los aliados en la región del mar Negro, constituyen una fuerte disuasión adecuada a la posible amenaza en estas dos regiones. Como parte de la postura completa de la OTAN el propósito es demostrar sin ninguna duda que la solidaridad, determinación y capacidad para actuar de los aliados, activando una inmediata respuesta a cualquier agresión por la Alianza como un todo.

La escuela de pensamiento de la “escalada no intencionada” distorsiona la percepción de la actividad de la Alianza introduciendo una equivalencia moral entre las acciones de Rusia y el esfuerzo de la OTAN. Ésta no se anexionó ilegalmente Crimea; no atacó a Ucrania oriental; no perpetra guerra de información ni ciberataques contra ningún país.

La postura de la Alianza es estrictamente defensiva. No hay riego de que pueda cometer errores porque no posee designio agresivo contra ningún país. Simplemente, sus acciones no pueden llevar a ninguna escalada. Al contrario, su reforzada postura y claro mensaje reducen las posibilidades de error o mal cálculo –deliberados o no- por cualquier potencial adversario y, por tanto, el riesgo de escalada. Todos sus dirigentes manifestaron en la Cumbre de Varsovia: “que no lo dude nadie: la OTAN reaccionará si cualquiera de sus miembros se ve amenazado”.

Conclusión: La postura de la Alianza es efectiva, defensiva y no escaladora por naturaleza.

Mito 5: Existe una duplicación innecesaria entre OTAN y UE

Es mucho el esfuerzo dedicado a debatir, analizar, promover y criticar la relación entre OTA y UE.

Ha existido una preocupación de EEUU, como en las famosas “three Ds” (“tres des”) de Madeline Albright –no “desacoplar” (la seguridad trasatlántica), no “duplicar” (la estructura de la OTAN) y no “discriminar” (a los aliados que no sean de la UE)-.

Se ha apreciado algo de exasperación por parte de los dirigentes de la UE, como la del anterior Secretario General de la OTAN Jaap de Hoop Scheffer que tuvo que negar un “conflicto congelado” entre las dos organizaciones. Hubo incluso ofrecimientos para “olvidar” la cooperación OTAN-UE basándose en que es una ”aldea Potemkin”.

Ninguna de estas exageraciones es cierta. Las sacudidas de 2014 –agresión contra Ucrania, el auge del Daesh y la emigración en masa- fueron sentidas igualmente por la OTAN como la UE. Estos problemas han inducido un nivel y amplitud de cooperación sin precedentes entre las dos organizaciones no obstante las bien conocidas dificultades políticas.

No existe ningún riesgo de duplicación ni de una mal planteada división del trabajo porque las dos organizaciones se encuentran en “mercados de trabajo” diferentes y poseen mandatos diferentes aunque complementarios. El proyecto de Defensa de UE se refiere en su totalidad a la defensa europea (esto es, principalmente reforzar la capacidad de los miembros para operaciones de respuesta de crisis fuera de su territorio). La OTAN es en su totalidad la defensa de Europa (esto es, principalmente reforzar la capacidad de los aliados para asegurar la defensa colectiva del territorio y la población de los aliados).

Y esto no va a cambiar. El Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, ha manifestado en numerosas ocasiones que una defensa europea más fuerte es bueno para Europa y, por tanto, bueno para la Alianza: primero, al menos en la actualidad 22 aliados son también miembros de UE; segundo, tiene potencial para proporcionar nueva y mejor capacidad y mejorar la participación de la carga dentro de la Alianza.

Ambas organizaciones aportan contribuciones específicas para hacer más segura la región euroatlántica. Cooperan íntimamente, cuándo y dónde es apropiado, en más de 70 medidas en total, incluyendo nuevos campos tal como la movilidad militar.

Conclusión: OTAN y UE son indispensables para la seguridad y la defensa euroatlántica.

Cómo tratar los problemas reales

No obstante estas dificultades apocalípticas, la OTAN necesita tratar a una cierta cantidad de problemas y la Cumbre de Bruselas de 2018 supone una buena oportunidad para hacerlo.

Primero: una clara percepción de Rusia

Entre los aliados existe un fuerte acuerdo de continuar el denominado punto de vista de doble vía respecto de Rusia: proseguir un diálogo significativo basado en una postura fuerte de disuasión y defensa. Esta política se va a mantener en, y pasada, la Cumbre de Bruselas.

Al mismo tiempo, continúan las diferencias entre los aliados sobre a quién hay que hablar: un anterior socio que es de esperar vuelva a ser socio algún día; un competidor casi igual; un potencial adversario; o, incluso, un enemigo ya en conflicto con la Alianza. Muestras de todos estos puntos de vista sobre Rusia se pueden encontrar en las declaraciones de los dirigentes aliados en las cumbres de Gales y Varsovia.

Se podría argüir que la Guerra Fría siguió fría principalmente por un deliberado esfuerzo por ambas partes para constituir y mantener la estabilidad estratégica por medio de la paridad nuclear, el control del armamento estratégico y una clara visión de la ideología, intenciones y capacidad de la otra.

Puede afirmarse que el gobierno de Rusia tiene esa visión de la OTAN, en forma de de la percibida “circunvalación” de Rusia; las “revoluciones de color” en la “vecindad” de Rusia; la percibida amenaza del “expansionismo” y “belicismo” de la OTAN. Efectivamente, Rusia se cree ya en un conflicto de baja intensidad con Occidente.

Esto origina una incompleta percepción entre cómo Rusia ve a Occidente (en conflicto con una alianza dirigida por EEUU) y cómo la OTAN ve a Rusia (ni en tiempo de paz ni de crisis; ni enemigo ni socio). Esta clase de percepción es peligrosa porque puede llevar a un mal entendimiento y un cálculo erróneo inadvertidos, especialmente si Rusia interpreta mal los debates dentro de la Alianza como un signo de división o debilidad.

Ni la OTAN está dividida ni es débil, pero está claro que necesita una política coherente hacia Rusia, no precisamente de doble vía por correcto que parezca. Esto es un precursor clave para el restablecimiento de un verdadero diálogo significativo con Rusia tal y como es, no con la Rusia que a los aliados les gustaría que fuera.

Segundo: Un “cambio de juego” para el Sur

La OTAN se enfrenta constantemente al dilema de “malo si lo haces, malo si no lo haces” cuando llega a Oriente Medio y el norte de África (el Sur). Por ejemplo, se le ha acusado de intervenir en Libia, lo que llevó a la caída de Gadhafi. Sin embargo, también se le acusó de salir de Libia tras una activa campaña, que fue seguida de la quiebra del Estado y el conflicto civil. De modo similar, se ha criticado a los aliados por no intervenir pronto en Siria para frenar las atrocidades de Assad contra su pueblo, que también ha llevado a una guerra civil y al auge del ISIS/Daesh.

La OTAN tiene décadas de experiencia de tratar actores estatales como Rusia. Es mucho más problemático para la Alianza entender, analizar, evaluar y relacionarse totalmente con los polifacético acontecimientos en Oriente Medio y norte de África –especialmente tras la Primavera Árabe, cuando los estancados, pero estables, regímenes autocráticos seculares empezaron a caer.

La OTAN ha dado ya pasos para lograr un mejor entendimiento y una mayor conciencia de la situación de la región, incluyendo la implantación de la Framework for the South y el establecimiento del Regional Hub for the South dentro del Mando Conjunto de la Fuerza en Nápoles. Sin embargo, el problema se ve exacerbado todavía más por el hecho de que la “caja de herramientas” de una organización de defensa no se ajusta completamente a la magnitud y complejidad de los problemas que plantea el Sur.

La OTAN no ha tenido que tratar nunca tal serie de complejos y polifacéticos problemas de seguridad. Mientras, en algunos casos, estos problemas se producen lejos de su territorio, también tienen un impacto directo sobre la población y el modo de vida de los aliados, por ejemplo planteando un actual e inmediato peligro de ataque terrorista en alguna parte de la Alianza.

Por ejemplo, la OTAN proporciona ayuda en el mar Egeo para gestionar la crisis de refugiados, pero no tiene ni mandato ni capacidad para tratar directamente las causas de la emigración. También apoya a la Coalición para derrotar a ISIS/Daesh y proporciona instrucción contraterrorista a los socios de la región y asesoramiento a los aliados –pero no tiene mandato o capacidad para actuar, contrarrestar o responder a los ataques terroristas que han ocurrido en muchas ciudades de la OTAN. Y la alianza cuenta con una red de asociados en Oriente Medio y el norte de África en forma del Mediterranean Dialogue (siete socios) y la Instanbul Cooperation Initiative (cuatro socios). La OTAN está comprometida sustancialmente en proporcionar asistencia o asesoramiento a todos estos socios.

Sin embargo, no obstante todo este esfuerzo considerado en conjunto, no parece que haya supuesto una significativa diferencia en la prevención del deterioro de la situación de seguridad en la región.

La OTAN prosigue actualmente un punto de vista discrecional –interviene sólo cuándo y dónde deciden los aliados, cuando así lo reclama la ONU y, o, es invitada por una nación anfitriona. El resultado es que su perfil “operativo” y huella militar en Oriente Medio y norte de África ha sido muy limitado hasta el momento. Su capacidad para llevar operaciones complejas, multinacionales, duraderas, de gestión de crisis –ejemplificadas por la International Security Assistance Force (ISAF) en Afganistán (2003.2014)- puede decirse que es el instrumento más efectivo y consecuente de su caja de herramientas, pero no se ha empleado e el Sur.

Parece que existe la necesidad de variar el pensamiento estratégico y la postura de la Alianza hacia el Sur. La proyección de estabilidad en el Sur significa seguridad para la Alianza, cuestión imperativa y no opcional para la OTAN.

Para que la OTAN tenga un efecto verdaderamente estratégico y estabilizador en el Sur necesita un “cambio de juego” que galvanice su papel y su esfuerzo. Uno podría ser una misión totalmente desarrollada de instrucción y creación de capacidad en Iraq y, o, un amplio compromiso en Libia, teóricamente bajo el mandato de la ONU y en íntima cooperación con la UE.

Tercero: disuadir y contrarrestar las amenazas conforme al Artículo 5

Solo una medida puede determinar el grado de creíble y efectiva de la disuasión –la ausencia de ataque o agresión-. La postura de disuasión y defensa de la OTAN funciona bien en disuadir un importante ataque militar contra ella. El umbral para poner en marcha el Artículo 5 ha sido rebasado sólo una vez en la historia de la Alianza –el 11 s-.

Por otra parte, esa postura no funciona en el caso de los numerosos ataques terroristas, híbridos, cibernéticos, de información y otros que no son militares ni convencionales que se producen contra la OTAN o aliados particulares según una base regular, si es que no diaria.

En teoría se supone que la postura de la Alianza es hacer frente a “cualquier amenaza venga de donde venga”. Sin embargo, e la práctica con frecuencia los aliados eligen otras vías nacionales o multinacionales que la OTAN para tratar amenazas o ataques que no equivalen a una agresión en gran escala.

Por ejemplo, tras el ataque terrorista en París, Francia invocó la cláusula de solidaridad del Tratado de la UE calificó el ataque como un quiebro de la legalidad, no como un asunto militar/de defensa. Ningún aliado ha planteado ante el Consejo del Atlántico Norte cuestiones relacionadas con una interferencia exterior en sus elecciones nacionales.

Cuando se refiere a los ciberataques sigue siendo difícil atribuirlos, lo que también complica el juego de la disuasión.

Con ello no se quiere decir que la OTAN ignore tales amenazas, que con frecuencia se encajan bajo l expresión “híbridas”. La Alianza está implantando una estrategia sobre su papel para contrarrestar la guerra híbrida; el trabajo para reforzar su ciberdefensa continúa. Trabaja también con los aliados para reforzar su capacidad de recuperación y la preparación civil. Y coopera con la UE. Tal vez lo más significativo sea que ha mostrado una firme unidad de cara al ataque con el agente nervioso de Salisbury.

Sin embargo, en tanto que la OTAN está avanzando en el reconocimiento y atribución de tales ataques, sigue siendo difícil disuadirlos y contrarrestarlos. Y es que, en muchos casos, no pueden ser disuadidos impidiéndolos ni bajo amenaza de sanción (por ejemplo, los aliados no consideraron nunca la posibilidad de un ataque continuado de agente nervioso contra Rusia como venganza por Salisbury). Concretamente, hace falta una mayor reflexión estratégica y, potencialmente, un nuevo paradigma político para tratar esta “zona gris” existente entre la paz y la guerra.

Hacia una teoría de todo por el todo

En la cumbre de Bruselas, y después, los aliados trabajarán sobre una “teoría de todo por el todo” de soluciones. Tomaron múltiples y de largo plazo decisiones en Gales y Varsovia. La mayor parte de ellas han sido implantadas. Ahora necesitan considerar cómo encajar el rompecabezas bajo el lema “coherencia absoluta”.

El trabajo girará sobre cómo lograr la plena certidumbre de que la Alianza puede disuadir de modo creíble cualquier agresión y amenaza, vengan de donde vengan. Esto requerirá resolver los fallos y vulnerabilidades que existan en la OTAN y que sus adversarios potenciales puedan sentirse tentados a explotar.

Los aliados considerarán vías para mejorar su capacidad para tomar decisiones con la “velocidad adecuada” para ser capaces de “combatir esta misma noche”, inmediatamente. También necesitan ser capaces de “combatir mañana”. Para ello, la Alianza mejorará más aún su capacidad para reforzar rápidamente cualquier aliado amenazado siempre que sea preciso. Esto significa contar con las tropas y capacidad correctas lo suficientemente disponibles, emplazadas, equipadas, organizadas, instruidas y adiestradas convenientemente. Esto significa igualmente capacidad para mover estas tropas desde Norteamérica y en Europa. A tal efecto la íntima cooperación de la OTAN con la UE sobre movilidad militar es de una importancia clave.

La Alianza adaptará y reforzará su estructura de mando militar.

La Alianza mantendrá actualizados su planes de defensa como para ser capaz de hacer frente a cualquier contingencia, sea según el Artículo 5 o no.

La Alianza se asegurará de que es capaz de actuar decisivamente en el ámbito operativo: tierra, mar, aire y ciberespacio. Y desarrollará una Política de Espacio.

La Alianza continuará adaptando su posición nuclear y alineará mejor los componentes convencional y nuclear de su postura absoluta.

Todo ello está en marcha. Todo ello requiere una activa, diaria y cuidadosa gestión de su postura –porque todos sus elementos, convencionales y nucleares, se emplean diariamente-.

Todo esto también exige más gasto en defensa por los aliados.

Los dirigentes aliados darán su bendición y su guía a este trabajo en la Cumbre de Bruselas. La agenda es ambiciosa y pesada, pero plenamente alcanzable dada la capacidad política, militar y económica sin paralelo de la Alianza.

Aquellos que las presentes vieren y entendieren:

Periodistas, foros de pensamiento militar, ONG y mundo académico necesitarán cargarse de paciencia. Es posible que los aliados no deseen hacer públicos los detalles de este dilatado trabajo sobre el refuerzo de la postura de la OTAN. Tendrán que leer atentamente, incluyendo entre líneas, el Comunicado de la Cumbre de Bruselas que será publicado por los dirigentes aliados en julio de 2018.

Los adversarios potenciales de la OTAN también tienen que prestar mucha atención al mismo. Se encontrarán con un claro mensaje: no se equivoquen y pongan en duda la resolución de la Alianza en caso de amenaza contra cualquiera de sus miembros. Los aliados, individual y colectivamente, están resueltos a, y poseen la capacidad para, defenderse.

El Dr Kestutis está en la División de Política y Planeamiento de Defensa de la OTAN.

NATO Review, 6 de julio de 2018

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de Intendencia ET (R)