La Capitán del E.A. Rosa Garcia Malea pionera en un mundos de hombres

Capitan Rosa García-Malea, 37 años. Piloto de combate y miembro de la Patrulla Águila

En la patrulla acrobática Águila del Ejército del Aire. Arbitrando partidos de rugby o en los campeonatos de Motociclismo. En estos entornos tan masculinos hay mujeres que no solo han roto todas las barreras y derribado los estereotipos, sino que están triunfando.

Siempre quiso ser piloto y se decantó por el Ejército, aun sin saber muy bien qué era aquello, porque no contaba con antecedentes familiares. Pero su brillante expediente le permitió no solo lograr su meta, sino alcanzar la excelencia. “Aprobé la oposición para convertirme en militar de carrera y, de entre todos los cuerpos, elegí Aire. En mi promoción terminamos cuatro mujeres, un ratio muy alto porque normalmente salen dos de 40. Y de entre las especialidades decidí optar por piloto de caza y ataque; era el año 2002 y en ese momento fui la pionera en esta rama. En la actualidad ya somos seis. Nunca me sentí discriminada, las mujeres llevamos 30 años en el Ejército, cuando llegué yo lo tenía todo hecho; mis compañeros están acostumbrados a verme, no les sorprende mi presencia”, asegura.

Aun así, le extraña el bajo número de mujeres: “No lo entiendo, porque en el Ejército existe igualdad de oportunidades, somos nosotras mismas las que nos ponemos las barreras, creemos que no seremos capaces de formar parte de las Fuerzas Armadas. Quizás las jóvenes tampoco tengan referentes y eso les eche para atrás”.

La capitan García-Malea es un buen modelo para aquellas que ahora se estén planteando entrar en el Ejército. Destinada en la base de San Javier, compatibiliza su labor como instructora de vuelo con la maternidad (tiene tres hijos de cinco, cuatro y dos años). “La conciliación para mí es igual a la de cualquier madre, difícil. Quedan muchos aspectos por regular que se van solventando en la práctica a fuerza de buena voluntad. Mi marido y yo somos militares, a veces nuestros servicios de 24 horas coinciden; eso debería estar regulado para que la familia no se quede desasistida. De hecho, para que yo pudiera entrar en la patrulla Águila mi marido, que era miembro de la misma, tuvo que renunciar a su plaza, porque muchos fines de semanas tenemos que ausentarnos por las exhibiciones”, argumenta.

Con la renuncia de su pareja y su ingreso en la patrulla de acrobacias aéreas, García-Malea ha logrado un hito: colarse en la historia de la aeronáutica. “Soy el Águila 2, voy a la derecha del líder”, explica, “los ejercicios de acrobacia son tan precisos -y empleamos tantas horas en prepararlos- que somos insustituibles, es decir, si yo me pongo enferma nadie puede ocupar mi lugar. Me da rabia que en España no se conozca bien esta unidad pues en otros países sus miembros son considerados dioses. Me entusiasma formar parte de ella porque muestra unos valores únicos: la disciplina, el compañerismo y la autoexigencia”.

Leido en:  Elmundo,es Suplemento YoDona   7 abr.2018