LAS OPERACIONES DE LA INTELIGENCIA RUSA CAMBIAN DE TÁCTICA, NO DE OBJETIVOS

Los servicios de inteligencia rusos –bien financiados, agresivos y políticamente protegidos- están en el corazón de la muy amplia guerra política de Moscú contra Occidente, con intención de desestabilizar, distraer y desmoralizar. Aunque se emplean muy diferentes instrumentos, desde la desinformación y la corrupción a diplomacia y las presiones económicas, tales servicios están comprometidos, no sólo en reunir información sino en operaciones activas y, así, desempeñan un papel fundamental en su uso. Las lecciones para OTAN no son sólo la necesidad de una continuada vigilancia sino también que la solidaridad incorporada por la Alianza es tan importante para hacer frente a amenazas no militares como militares.

Un año de vida peligrosa

No cejó Rusia en su agresiva campaña de inteligencia contra Occidente en 2018. En marzo hubo un intento de asesinar a Sergei Skripal –antiguo agente del servicio militar de inteligencia exterior ruso (GRU) que se convirtió en agente británico- con un veneno nervioso raro, Novichok. Skripal, su hija y un primer afectado, sobrevivieron, pero un transeúnte, en el que posteriormente se descubrió el vial en el que el veneno fue transportado, murió.

Grecia expulsó a dos diplomáticos rusos y prohibió otros dos en julio de 2018, por sus intentos de interferirse en la histórica votación en la (ahora formalmente denominada) República de Macedonia del Norte para cambiar su nombre.

Un espía ruso fue declarado persona non grata en Suecia en agosto y, en septiembre, la policía noruega arrestó a un supuesto agente, liberado después.

En octubre cuatro agentes del GRU fueron detenidos por la policía alemana por interferirse en las redes de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPCW) en La Haya –la que había estado investigando el caso Skripal de envenenamiento-.

No promete ser mejor 2019. Un comandante del servicio belga de inteligencia militar (ADIV) ha sido acusado de agente ruso y un sueco fue arrestado por contactos con un agente del servicio de inteligencia exterior ruso (SVR).

Los países de toda Europa se movilizan para identificar y prevenir posibles interferencias en las elecciones europeas de mayo así como en un montón de otras locales a celebrarse este año. Por ejemplo, en Dinamarca el gobierno ha anunciado un plan para prevenir la intromisión rusa en sus elecciones parlamentarias, hacia junio.

 

 

Aprendizaje táctico, obstinación estratégica

No obstante las muchas operaciones frustradas, expuestas en detalle y seguidas de expulsiones y acusaciones, el Kremlin parece comprometido en esa campaña. Más que humillarse, en lugar de ello ha realizado algunos cambios de objetivo.

Por tanto, aunque existe una preocupación clara y justificada por las actividades rusas con motivos de las futuras elecciones europeas, parece que Moscú ha aprendido que no es probable que sea capaz de cambiar los resultados mediante interferencia directa y que puede ser contraproducente. En vez de ello, el objetivo es más bien explotar campaña y resultados para hacer máximas las diferencias internas y convertirlas en lo más ácidas posible. Es probable que un flujo constante de desinformación y propaganda sobre posturas extremas sea apoyado por una encubierta actividad de inteligencia. Lo último puede variar desde manipular y filtrar datos reales o tratados a proporcionar cantidades relativamente pequeñas de lo que los rusos llaman “chernaya kassa”, o “dinero negro”, a compañeros de viaje, campañas y medios de comunicación (en una era en la que un fanático con un website o un twitter alimentados puede ser considerado uno de esos medios de comunicación).

Estuve en Moscú durante las expulsiones iniciales de británicos que siguieron al cao Skripal –antes de que otros países mostraran igualmente su solidaridad- y el participante en un foro de pensamiento cercano al Kremlin expresó lo que parecía ser la aceptación por el gobierno cuando aseguraba que éste sería el coste diplomático total. La inesperadamente fuerte respuesta internacional supuso un choque en Moscú y parece que ha disuadido ese tipo de problemas abiertos e incluso intencionados. Inevitablemente siguieron tandas temporales de actividad cuando se restablecieron las redes. No obstante, parece que no ha servido para disuadir a Moscú de su agresiva y calenturienta campaña de inteligencia, simplemente suavizando (y tal vez de modo transitorio) moderando su táctica.

Es llamativo, después de todo, el modo en que el presidente Vladimir Putin continúa confiando en sus servicios de seguridad e inteligencia. Sigue confiando en ellos como su primera fuente de análisis del mundo exterior (con gran disgusto del ministro de Asuntos Exteriores). Y aprovechó la celebración del centenario del GRU en noviembre de 2018 para resaltar su absoluto apoyo a la organización y “el profesionalismo, entrega personal y decisión” de su plantilla, desconcertando a quienes pensaban que podría estar enfadado por sus recientes clamorosos fallos.

Búsqueda desesperada de solidaridad

Si no es probable que el Kremlin vaya a cambiar en un futuro cercano su modo de actuar, el asunto clave es cómo responder del mejor modo. La respuesta multinacional al caso Skripal -27 países OTAN expulsaron a 123 diplomáticos y espías rusos- sigue siendo el único rechazo más visible al desafío ruso de inteligencia y también el ejemplo más potente de contrarrestar enérgica y sistemáticamente.

OTAN ha demostrado ser una alianza efectiva única precisamente por la solidaridad que incorpora: un ataque a un país miembro lo es a todos. En la Cumbre de Varsovia de 2016 se decidió que también un denominado “ataque híbrido” podría llevar a invocar el Art. 5 (cláusula de defensa colectiva del Tratado Fundacional). Es ése un compromiso mutuo, que incluso Moscú parece tomar en serio, sobre todas las preocupaciones occidentales sobre posibles debilidades y divisiones.

Sin embargo, la efectividad de OTAN descansa también en su relativamente rígido enfoque y limitada misión. Mientras se ha movido en el campo de operaciones expedicionarias y está muy al tanto de los peligros que los problemas extramilitares plantan a la capacidad de combatir, no está tan bien situada para resolver muchos de ellos, ni debiera. La debilidad de las “hazañas” de campaña rusa, desde la idea de comunidades que se sienten marginadas a los continuados problemas de corrupción y flujos financieros ilícitos, son asuntos de gobernanza, no defensa.

Otros organismos, tales como UE y, o, alianzas de países individuales, necesitan demostrar a misma solidaridad que OTAN. De cualquier modo, hasta que el Kremlin pueda creer que si ejecuta operaciones extramilitares contra un país occidental arriesga más que un simple problema bilateral, tiene pocas razones sustantivas para reducir la escalada de operaciones.

También los países individuales han de elevar su juego, especialmente en el campo de gasto en inteligencia y contrainteligencia. Aunque la famosa regla OTAN –que los miembros deberían destinar un 2% del PIB en Defensa- es para muchos una aspiración más que realidad, al menos proporciona una sensación de objetivo común. No hay tal cifra común en gasto en la defensa contra operaciones políticas, con la consecuencia de que los presupuestos proporcionales varían ampliamente, de uno que gastan mucho, como Estonia, Reino Unido y EEUU, a otros que están en la otra parte del abanico.

Después de todo, en el contexto de las alianzas, en donde compartir inteligencia y debatir planes comunes es una necesidad diaria, los miembros que dejan de invertir en sus organizaciones de contrainteligencia no sólo ponen en riesgo su propia seguridad sino la de los aliados. El desafío ruso de inteligencia no va a disminuir y habrá otras amenazas en el horizonte, posiblemente de potencias emergentes como China u otros actores que no son países. Que sea labor de OTAN, UE u otra constelación o combinación de países, es momento de debatir los niveles adecuados de gasto en seguridad y pasar de lo puramente militar a otros campos encubiertos.

El Dr Mark Galeotti es Senior Associate Fellow del Royal United Services Institute.

NATO Review, 26 de abril de 2019

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de Intendencia ET (R)