Los españoles del lago Ilmen

Hay cosas de las que no se habla mucho. Historias incómodas que, sin embargo, están ahí y forman parte de la memoria de los españoles. Comentaba eso el otro día con un amigo cuyo abuelo, ex soldado republicano, se alistó en la División Azul —unidad que combatía junto a los alemanes en Rusia— para ayudar a su padre encarcelado tras la Guerra Civil. Ése fue el caso de muchos de los voluntarios, en cuyas filas, junto a falangistas y anticomunistas, hubo otros que fueron por necesidad, hambre o deseo de aventura. El caso es que, sin distinción de motivos, y aunque su causa fuese una causa equivocada, todos ellos, compatriotas nuestros, combatieron allí con mucho valor y mucha decencia.

Por eso, para recordarlos, voy a contar hoy la historia de los españoles del lago Ilmen. 10 de enero de 1942. Imaginen el paisaje: nieve hasta la cintura, un lago helado, grietas y bloques que cortan el paso, temperatura nocturna de 53 grados bajo cero. En una orilla, medio millar de soldados alemanes cercados y a punto de aniquilación por una gigantesca ofensiva rusa. En la orilla opuesta, a 30 kilómetros, la compañía de esquiadores del capitán José Ordás: 206 extremeños, catalanes, andaluces, gallegos, vascos… La orden, cruzar el lago y socorrer a los alemanes cercados en un lugar llamado Vsvad. La respuesta, muy nuestra: “Se hará lo que se pueda y más de lo que se pueda”. El historiador Stanley Payne definió aquella acción en tres escuetas palabras: “Una misión suicida”. Y lo fue. “Nosotros, los españoles, sabemos morir”, escribe un joven teniente a                     su familia en vísperas de la partida. 

                                                                                                                   Recordar nuestra Historia y nuestros Héroes nos  hace más fuertes

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