NATO Review: New book on NATO history

FASCINANTE RELATO SOBRE POLÍTICA MULTILATERAL

En su excelente libro “Enduring Alliance: A History of NATO and the Postwar Global Order”, Timothy Andrews Sayle, profesor adjunto de Historia en la Universidad de Toronto, nos ofrece un fascinante relato del quehacer político trasatlántico.

Sayle presta mucha atención a la fase de formación de la Alianza para el Atlántico Norte a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta, insistiendo en el deseo sincero de los dirigentes occidentales –muchos de los cuales testigos de dos guerras mundiales- de evitar otra conflagración militar en Europa. También pone de manifiesto que la amenaza soviética se percibía menos en carros de combate dirigiéndose a Occidente que en subvertir las debilitadas sociedades de Europa Occidental después de la guerra. Frente a este cuadro, OTAN no era simplemente un baluarte contra la invasión soviética sino un medio de proporcionar a Europa Occidental la necesaria confianza para resistir la progresiva táctica de Moscú de subyugar un país tras otro.

La Alianza se fundó en un momento en que todavía había imperios. Sayle demuestra de modo convincente cómo Francia y Gran Bretaña intentaron –y fracasaron en último extremo- “usar” la OTAN para ayudar a frenar el colapso de su política colonial. Por ejemplo, el Tratado de Washington, fundacional de OTAN, incluía inicialmente el departamento francés de Argelia. Años más tarde se encontraron debatiendo con EEUU su posición sobre la crisis del Canal de Suez. Sin embargo, Washington se mantuvo firme en su idea de que la época de los imperios había terminado y que no había que tomar OTAN como en apoyo de una idea que alienaría a la mayor parte del resto del mundo. Curiosamente, una década después, cuando EEUU solicitó apoyo en Vietnam, sus aliados europeos habían perdido su deseo de usar la Alianza allende Europa.

Sayle explica convincentemente que la constante actuación de Gran Bretaña de su equilibrio entre ser el aliado preferido de EEUU y buscar al mismo tiempo los beneficios de su acceso a la Comunidad Económica Europea (CEE). También detalla el enojo producido por Charles De Gaulle, que detestaba OTAN mientras al mismo tiempo pedía su apoyo para los asuntos coloniales de Francia en el norte de África. De Gaulle también propuso un triunvirato de Francia, Gran Bretaña y EEUU para dirigir la Alianza. Sin embargo, tras moderarse las tensiones de la Guerra Fría en los comienzos del final de la crisis cubana de los misiles y habiendo aplicado Gran Bretaña su veto por primera vez para ser miembro de la CEE, sacó a Francia de la parte militar de OTAN en 1966. Creía que ya no necesitaba la protección de EEUU. Por tanto, la República Federal de Alemania comenzó a tener un papel de más confianza en la Alianza. No obstante, Sayle muestra también las contradicciones de algunos aliados sobre el auge de Alemania Occidental: el temor de que pudiera elegir un gobierno revanchista e intentar adquirir armamento nuclear combinaba con que Bonn pudiera intenta acomodarse con Moscú a costa de la unidad de la Alianza.

Sostiene Sayle que la Alianza, a los ojos de sus dirigentes, tenía no uno sino dos adversarios: uno era Moscú, seguro, pero también había circunscripciones electorales occidentales. Según el autor, el mayor desafío para OTAN era el electoral. Los dirigentes occidentales estaban continuamente preocupados porque la población de sus países dejara de apoyar a la Alianza y que pudieran verse presionados por los electores a adoptar medidas que socavaran la cohesión occidental. Resumiendo: lo que realmente podría modificar el equilibrio de poder en Europa no era una invasión soviética sino el cambio de alineación.

Existían también temores de que la creciente influencia económica de Europa Occidental, simbolizada por el alza de la Comunidad Europea, llevaría a disputas políticas trasatlánticas, lo que podría hacer que el Congreso de EEUU reaccionara limitando el compromiso de EEUU con la Alianza. En un círculo vicioso, parecía que, cuanto más segura fuera Europa, más sombrío sería el futuro de OTAN. Incluso en 1967 en Harmel Report –que frecuentemente se “vende” hoy como un golpe diplomático maestro que mantuvo a la Alianza relevante en una época de tensiones Este-Oeste en retroceso- no fue lo incisivo que se suponía iba a ser. Según Sayle, ese informe no tuvo sino un impacto mínimo a la hora de dar “a los políticos aliados un nuevo argumento para apoya a OTAN y el gasto de los aliados en defensa necesario cuando las esperanzas de disuasión hacía parecer frívolo este gasto”. El libro está plagado de tales observaciones concretas.

El intento de los aliados de tratar el aumento de la potencia militar soviética en los años setenta –en particular el despliegue por Moscú de los misiles IRBM SS-20 de alcance intermedio- produjo una de las crisis más graves de OTAN. Temerosos siempre de ser “desacoplados” de EEUU, los europeos pidieron una respuesta. Sin embargo, una vez que Washington sugirió desplegar nuevas armas nucleares en Europa, algunos de los mismos aliados que pidieron una respuesta común se retrajeron. Bajo la presión de un movimiento pacifista creciente y una campaña de propaganda masiva soviética, los gobiernos europeos dudaron entre mostrar la solidaridad de la alianza y buscar el acomodo político en casa. Sayle muestra que el armamento nuclear fue tanto la fuerza militar de OTAN como su debilidad política.

El relato por Sayle de las negociaciones conducentes a una Alemania unida en OTAN demuestra el papel fundamental de EEUU a la hora de gestionar el cambio pacífico en Europa. Tal y como lo expone abruptamente: El futuro de OTAN al terminar la Guerra Fría fue conformado en gran medida por EEUU y los otros aliados más importantes”. También muestra la preocupación de los dirigentes occidentales sobre una nueva sociedad desinteresada: cuando se le preguntó sobre quién era ahora el enemigo, el presidente George H. W. Bush respondió: “la apatía y lo imprevisible”. Una vez más, pareció como si la Alianza se estuviera muriendo de éxito. Y, no obstante, la Alianza continuó.

Dado que el principal enfoque del libro es la fase formativa de la Alianza, la adaptación de OTAN tras la Guerra Fría es tratada con bastante menos detalle. Su compromiso militar en los Balcanes y Afganistán así como su ampliación hacia el Este es tratado en unas cuantas páginas, si bien incluso aquí ofrece Sayle cosas interesantes.

En su libro Sayle documenta los persistentes intentos de Washington de adaptar OTAN para asegurar su existencia. Principalmente para la Secretaría de Estado la Alianza era más que un baluarte de la Guerra Fría. Era un marco para mantener la estabilidad europea y un equilibrio de poder que favorecía a EEUU. La primera generación de dirigentes tenía también el temor de que una nueva generación no entendiera por qué OTAN era tan importante. Sin embargo, al mismo tiempo, algunos defensores de la Alianza, tales como el secretario de Estado de EEUU Henry Kissinger, descaradamente lo usara como medio de ejercer presión sobre los aliados europeos cada vez que los veía disintiendo de la política de EEUU.

Sayle sugiere también que hay límites para el secretario general de OTAN. En una alianza de países soberanos Sayle lo define como un secretario, más bien que un general, que ocasionalmente realiza sus iniciativas aunque con más frecuencia ejecuta las medidas decididas por los aliados.

Item más, el autor sostiene que, mientras el Mando Supremo Aliado en Europa (SACEUR) puede ser un alto mando militar de EEUU, es el presidente de EEUU quien tiene la última palabra sobre cuestiones militares fundamentales. Al mismo tiempo, también ofrece ejemplos adecuados de cómo Washington “usaba” a SACEUR para adelantar su política en OTAN o trabajar con los aliados –como en el caso del planeamiento militar “Live Oak” en defensa de Berlín occidental-. Según Sayle, el general Dwight D. Eisenhower, primer SACEUR OTAN y luego presidente de EEUU, surge como una figura imponente. Verdadero creyente en la multinacionalidad y en la integración militar, “Ike” consideraba a OTAN como una herramienta indispensable para la cooperación trasatlántica en seguridad. Por desgracia, debido al enfoque del libro sobre los primeros días de la Alianza, no podemos beneficiarnos de observaciones similares sobre personalidades más contemporáneas.

Aunque el libro excede lo expuesto por Sayle, no tiene capítulos aburridos sobre teorías políticas o metodología de investigación. Tampoco el autor se ve abrumado por sus fuentes. Mientras ha buceado una cantidad impresionante de documentos, mantiene un firme control sobre las materias. Uno de los puntos fuertes del libro es la elegancia con que incluye cientos de citas interesantes sin sacrificar el flujo de su prosa. Incluso cuando recuerda episodios de la historia de OTAN narrados por otros –tales como, por ejemplo, el auge y caída de la malhadada Fuerza Nuclear Multilateral en los años sesenta- su exposición le da nueva vida.

Sólo en contadas ocasiones se despista. Por ejemplo, afirma que la Cumbre EEUU-URSS de 1986 en Reykjavik reflejó fundamentalmente las distintas actitudes de Reagan y Gorbachov sobre armamento nuclear. Pero esto omite al menos el principal razonamiento de Gorbachov para ofrece la abolición nuclear: Moscú necesitaba frenar la “Iniciativa de Defensa Estratégica” (SDI) de Washington y estaba dispuesto a pagar cualquier precio por lograrlo. Por supuesto, aunque SDI siguió siendo un importante problema para la URSS (y OTAN) en los años ochenta, no figura en el libro. Una segunda edición debería remediar tales omisiones y contener un índice.

Para los que creen que la Alianza pasa ahora por tiempos difíciles ”Enduring Alliance” es un sano recordatorio de que la suavización de los principales desacuerdos entre los aliados ha sido el modus operandi de OTAN desde su fundación. Tanto si hubo temores europeos a primeros de los sesenta de que EEUU “había superado OTAN” o, años después, de Washington de que los europeos podrían suscribir acuerdos por separado con Moscú, Sayle muestra que la Alianza ha sido un permanente proceso de negociación. Sin embargo, al final prevaleció la lógica de que era mejor vivir con OTAN que sin ella.

Entre los recientes libros sobre OTAN “Enduring Alliance” es uno de los mejores. Sin embargo, no es un manual de OTAN. El autor no bucea en estructuras organizativas sino en política. OTAN –la gran organización internacional- es sólo la base de un relato fascinante sobre política multilateral; por un lado, sobre buscar el mínimo común denominador entre divergentes intereses nacionales; por otro, sobre cómo conformar la situación estratégica juntos. Al explicar cómo los aliados se mantienen juntos independientemente alguna divergencia ocasional, Sayle transmite un mensaje de seguridad: por supuesto que existe una Commonwealth Atlántica.

Michael Rühle es el jefe de la Hybrid Challenges and Energy Security Section de la División Emerging Security Challenges de OTAN.

NATO Review, 19 de junio de 2019

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de Intendencia ET (R)