NEXO TRASATLÁNTICO FIABLE

UN NEXO TRASTLÁNTICO FIABLE; CAPACIDAD DE TRIDENT JUNCTURE Y LA OTAN

Cerca de 50.000 participantes de 31 aliados y socios están a disposición de la OTAN en las maniobras militares más importantes desde la Guerra Fría, Trident Juncture 2018, que comienzan el 25 de octubre. Principalmente basadas en tierras, aguas y cielo de Noruega con importantes elementos avanzados en Islandia y Suecia y el espacio aéreo finés, estas maniobras de defensa colectiva (Artículo 5) suponen la existencia de una amenaza de un adversario ficticio próximo de parecida capacidad en el flanco nororiental de la Alianza. Probarán la capacidad de defensa y refuerzo a sus aliados de la OTAN incluyendo el Atlántico. La potente participación de Canadá y EEUU junto con los aliados europeos supondrá una visible demostración del nexo trasatlántico y la unidad y resolución aliada.

Las maniobras mostrarán igualmente, y desarrollarán, la interoperabilidad y capacidad de las tropas aliadas. Son una herramienta combinada de instrucción que afecta a tierra, mar y aire conjuntamente en un escenario ficticio aunque realista. Cerca de 150 aviones, 65 barcos y 10.000 vehículos serán desplegados para las maniobras reales que se celebrarán de 25 de octubre a 7 de noviembre.

Dada la localización geográfica de las maniobras y la preocupación de seguridad compartida, Finlandia y Suecia, que están entre los más valioso socios operativos de la OTAN, participarán. Otros socios clave participarán en un juicio crítico posterior de mando por ordenador.

Otros países, incluyendo a Rusia, han sido invitados a enviar observadores, demostrando el compromiso de la OTAN por la transparencia y su absoluto respeto a sus obligaciones sobre el control de armamento conforme al Tratado de Viena para aquellas maniobras que afecten a más de 13.000 soldados.

Renovado enfoque hacia el Norte

El flanco norte de la Alianza supuso una preocupación clave para quienes planearon la Guerra Fría pero, hasta recientemente, ha recibido escasa atención de la OTAN. Durante las dos últimas décadas el principal enfoque del planeamiento operativo y de maniobras ha sido el de la gestión de crisis, incluyendo capacidad y misiones expedicionarias en Oriente Medio y Asia Central –o el flanco sur de la Alianza-. Esto reflejó las operaciones actuales en Afganistán y otros lugares así como preocupación por la actual inestabilidad de la casi totalidad del flanco sur de la Alianza.

Mientras, Rusia, el problema tradicional en el norte de Europa, se veía en dificultades económicas y en las primeras fases de un complicado proceso de modernización militar. Con estos factores reducidos o modificados, una vez más ha surgido como preocupación en Europa y el Atlántico Norte la gran estrategia, la competición estatal y la geopolítica. Por tanto, estas importantes maniobras suponen un esfuerzo muy oportuno para volver a aprender algunas lecciones clave sobre instrucción en el pasado y preparase para las actuales y futuras amenazas.

No todo ha sido tranquilidad en el Norte desde la Guerra Fría. Noruega ha acogido de modo regular maniobras de menor entidad de la OTAN en los últimos años, tales como Arctic Challenge, Cold Response y Dynamic Mongoose. Junto con maniobras de menor entidad de la OTAN y su misión de vigilancia del espacio aéreo en Islandia, esta actividad ha asegurado una cierta familiarización de la Alianza con las operaciones en la zona del Atlántico Norte.

Noruega acoge regularmente maniobras para compartir su experiencia en actuar en condiciones duras, árticas, invernales.

Y, lo que es más importante, los acontecimientos en el mundo real han asegurado que los dirigentes políticos y militares prestan atención ahora a los acontecimientos estratégicos en el Norte. Durante los últimos años una Rusia más firme y agresiva ha trastocado la situación de seguridad en Europa y el Atlántico Norte. Desde operaciones para influir hasta invasiones ésta no ha sido simplemente una historia de creciente capacidad. Los beligerantes y amenazadores mensajes de Rusia a los aliados, socios y futuros miembros de la OTAN significan que no hay que despreciar la potencial amenaza de un conflicto. Por tanto, los órganos de planeamiento militar de la OTAN y otros elementos “en la situación del peor de los casos” se muestran prudentes a la hora de evaluar y preparar la capacidad de la Alianza para disuadir, contrarrestar y, si es preciso, defenderse contra esta creciente beligerancia y capacidad militar rusa.

Mientras que el relato de la modernización de la armada rusa durante los últimos años ha sido uno de oportunidades perdidas y fallos, su esfuerzo principal ha sido la reconstrucción y modernización de su flota de submarinos. Ahora es un competidor a la par de la OTAN y una herramienta de interdicción y ruptura ofensiva en el Atlántico Norte. Esta creciente capacidad, que va mucho más allá de suponer simplemente una seguridad submarina estratégica para la protección de las fronteras rusas es una causa importante de preocupación.

La OTAN se ha centrado correctamente en esta nueva amenaza aumentando la capacidad de guerra antisubmarina en el Norte con la contribución de Islandia, Noruega, Reino Unido y EEUU. Esta capacidad diaria es un importante factor en maniobras tales como Trindent Juncture, escenario de proyección de fuerza que, en un caso real, se vería atendido por diversos esfuerzos de interdicción determinados. La maniobra es también una poderosa herramienta para que los aliados se centren en los problemas de proyección de fuerza de esta categoría.

Dificultades de proyección de fuerza

Es importante no olvidar que la postura defensiva de OTAN es completamente diferente de lo que era en los años ochenta, en los momentos más álgidos de la Guerra Fría cuando 350.000 soldados estaban en Europa en contraposición a los 62.000 de hoy. Esta mucho menor presencia de EEUU en Europa significa que es fundamental la capacidad para proyectar rápidamente y con seguridad refuerzos importantes desde EEUU a través del Atlántico para una creíble disensión contra Rusia.

Sería alarmista afirmar que Rusia lleva razón al probar el compromiso aliado con el Artículo 5 mediante una acción militar. Pero no se puede descartar la posible tentación de recurrir a subterfugios y acciones inadmisibles para fomentar la inestabilidad y las crisis para así probar la respuesta de los aliados.

Mucho análisis se ha centrado es tales escenarios sobre el flanco oriental de la OTAN. Por ejemplo, las limitaciones geográficas y estratégicas en el Báltico quieren decir que un determinado ataque ruso sería inicialmente imparable. Por tanto, la OTAN se enfrentaría a una situación de retirada en tierra con un esfuerzo importante y un riesgo importante de un conflicto más amplio. Una perspectiva tremendamente complicada por la aparente voluntad rusa de emplear armamento nuclear táctico para contrarrestas cualquiera de tales movimientos. He aquí un escenario que no es nuevo ni particularmente artificial –pero es un problema del demonio-. También incide directamente en el compromiso que supone el Artículo 5 sobre que un ataque a un aliado será considerado como a todos.

Es bajo este punto de vista como las maniobras Trident Juncture y similares adquieren una importancia extraordinaria. Una satisfactoria ejecución demuestra la capacidad de los aliados para proyectar la fuerza rápidamente a zonas de crisis para contrarrestar un ataque hostil o rechazar una agresión.

No obstante, las maniobras ponen de manifiesto las bien conocidas limitaciones de la OTAN. Su planeamiento dura años y en cierto modo demuestra la farragosa estructura política y de mando, más que el rápido empuje de las tropas aliadas.

En contraste, frecuentemente se concede a Rusia crédito por la velocidad de sus despliegues, maniobras e, incluso, acción ofensiva. Es parte es merecido pero también en parte es un factor geográfico porque sus tropas se instruyen principalmente en sus bases para, así, evitar un importante problema logístico en maniobras combinadas muy grandes. También, las principales maniobras de Rusia (Zapad el año pasado y Vostock éste) forman parte de una serie regular más que aisladas. Esto, desde luego, hace el planeamiento más fácil pero, al mismo tiempo, su repetición las hace más efectivas como herramienta para aprender. Finalmente, es importante observar que, en ocasiones, Rusia infla las tropas que participan en sus maniobras por razones políticas, mientras, en otras, ejecuta un subterfugio evidente de requisitos de información y verificación de maniobras que can dentro del ámbito geográfico del Tratado de Viena.

Independientemente de las verdaderas cifras de participantes en sus maniobras, el nivel y la capacidad rusos representan una clara superioridad sobre los de la OTAN en las fronteras rusas. No debiera subestimarse la unidad de mando ruso y su falta de inspección democrática tampoco. Ello quiere decir que la OTAN debe estar siempre preparada rápidamente para reforzar su potencia para ser capaz de disuadir y contrarrestas si es preciso.

Demostrar disponibilidad y resolver

Las Trident Juncture son una parte significativa de esa preparación. Otra importante pieza del rompecabezas es una mayor atención al planeamiento y la disponibilidad.

En la Cumbre de Bruselas en  julio de 2018, los dirigentes tomaron medidas significativas para reforzar la disponibilidad. Adaptaron la est4ructura de mando, crearon un nuevo NATO Joint Force Command for the Atlántic (mando conjunto) (al mismo tiempo que EEUU reactivo su II Flota para el Atlántico Norte basada en Norlfolk, Virginia) y un Joint Support and Enabling Command (apoyo logístico) en Ulm, Alemania, para asegurar la libertad de operaciones y el rápido movimiento de tropas y material. Los aliados han puesto también en marcha la NATO Readiness Initiative (disponibilidad) con los cuatro “Treintas” -30 escuadrones aéreos, 30 barcos y 30 batallones disponibles para el combate en 30 días-. La movilidad militar es también ahora un factor clave de cooperación con la UE.

Estos cambios estructurales y maniobras son un medio de desarrollar la capacidad y –al demostrar la unidad y resolución aliadas- una parte clave del mensaje de disuasión para cualquier posible adversario. Esto es particularmente importante y oportuno dada la considerable atención pública que se ha prestado a las divisiones políticas internas entre los aliados en los dos últimos años. Algunos han cuestionado el compromiso de los aliados para la mutua defensa, lo que socavaría el crédito de una alianza defensiva que se basa en la disuasión.

El Artículo 5 está en el núcleo de una OTAN basada en la disuasión. Los posibles adversarios que duden de ese compromiso podrían sentirse tentado a comprobarlo. Las maniobras Trindent Juncture 2018 apuntan a disuadirles de hacerlo al proporcionar una seguridad visible de la capacidad de la OTAN para preparar y desplegar tropas para una importante operación según el Art. 5 en una situación compleja de seguridad.

Erlingur Erlingsson es militar historiador y “visiting fellow” de la SAIS School of Advanced International Studies. Ha sido Subjefe de la misión de Islandia en Washington D. C. y oficial de enlace representante en NATO ACT.

NATO Review, 16 de noviembre de 2018.

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de Intendencia ET (R)