PRIORIDADES ESTRATÉGICAS DE LA NUEVA LEY DE PROGRAMACION MILITAR FRANCESA

PRIORIDADES ESTRATÉGICAS DE LA NUEVA LEY DE PROGRAMACION MILITAR FRANCESA

El presidente Emmanuel Macron aprobó el 13 de julio de 2018 la nueva Ley de Programación Militar 2019-2025 en la que se establecen las prioridades de equipamiento y armamento de las Fuerzas Armadas francesas y que recoge el objetivo de destinar el 2% del PIB a la defensa al final del período. Francia aporta actualmente el 4,8% del gasto militar global de los países miembros de la Alianza Atlántica, solo por debajo de los Estados Unidos y Gran Bretaña. En el presupuesto anual de defensa se dedica aproximadamente un 25% a equipamiento -el 48% se destina a personal, el 2,9% a infraestructuras y el 24% a otros conceptos- en el que se incluyen las Fuerzas Nucleares Estratégicas. Hay que tener en cuenta que después de una década de presupuestos de defensa en continuo descenso, en agosto de 2017 el gobierno anunció un aumento extraordinario de 1.800 millones de euros hasta alcanzar los 34.200 millones de euros, lo que representó un incremento del 5% respecto al año anterior. En esta nueva línea, el Ministerio de Defensa francés espera lograr la cifra de 50.000 millones de euros en 2025, con lo que se alcanzaría ese objetivo del 2% del PIB establecido por la Alianza Atlántica. Después de unos inicios complicados, que llevaron incluso al cese del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, por fin la Asamblea Nacional aprobó la nueva Ley de Programación Militar en marzo de 2018, el Senado lo hizo a finales de mayo y pasó a la firma del Presidente de la República después de la aprobación del texto definitivo final por una comisión conjuntas de ambas Cámaras parlamentarias. La Ley de Programación Militar aprobada en julio de 2018 busca consolidar el desarrollo de las Fuerzas Armadas francesas, incrementando ciertas capacidades estratégicas como son la modernización de las fuerzas nucleares, la aviación de repostaje en vuelo y la inversión en innovación, inteligencia y cooperación estratégica. Para ello se contará con un presupuesto plurianual de 295.000 millones de euros hasta 2025. La Fuerza de Disuasión Nuclear francesa, la Force de Frappe, se basa en los cuatro submarinos nucleares lanzamisiles (SSBN) de la clase Le Triomphant equipados con SLBM de la Force Oceánique Stratégiquey los dos escuadrones de aviones de combate Rafale F3 de las Forces Aériennes Strátegiques del Armée de l´Air y los Rafale-M de la Aviation Navale todos ellos con capacidad para lanzar el misil de crucero ASMP-A con carga nuclear. Estas capacidades permiten oponerse de forma autónoma a cualquier amenaza a los intereses nacionales y para ello desde noviembre de 1972 un SSBN se encuentra permanentemente de patrulla en el mar preparado para descargar un ataque nuclear bajo las órdenes del Poder político. Para asegurar esta disponibilidad la Ley de Programación Militar prevé la modernización de sendas fuerzas de ataque nuclear, la aérea y la embarcada. Según las previsiones establecidas se terminará la modernización de los SSBN en servicio equipados con los nuevos SLBM M51.1/2 y se iniciarán los trabajos para un nuevo SSBN denominado SNLE 3G y el desarrollo de una versión avanzada del SLBM M-51.3. En cuanto al componente aéreo, en 2018 el avión de combate con capacidad nuclear Mirage-2000N será sustituido completamente por el Rafale “nuclear”, el misil ASMP-A será sometido a una actualización para mantener las capacidades operativas, al mismo tiempo que avanzarán los trabajos de diseño para un nuevo misil de crucero nuclear denominado ASN 4G; además, entre 2019 y 2025 se incorporarán los primeros doce aviones de repostaje en vuelo A-330MRTT de los dieciocho comprados a Airbus Defence, que tienen la misión fundamental de extender el alcance de las fuerzas aéreas de ataque nuclear. De este modo, Francia se asegura mantener intacta su capacidad para asestar de forma independiente un ataque de proporciones catastróficas contra cualquier adversario que amenace su seguridad o atente contra la integridad territorial nacional, como establece la Revisión Estratégica de la Defensa y la Seguridad Nacional aprobada por el presidente Macron el 13 de octubre de 2017. Pero hay que tener en cuenta que aquí también se incluye la seguridad de sus aliados europeos, como estableció la doctrina enunciada por el presidente Chirac en agosto de 1995 -y cuyos efectos políticos y jurídicos analizamos en el ensayo “Hacia un sistema europeo de disuasión nuclear” de diciembre de 2005-, que fue refrendada por el presidente Sarkozy en Cherburgo de marzo de 2008 y que no ha sido contradicha por los presidentes Hollande y Macron. El Ministro de Defensa de Estonia, Jüri Luik, dijo en enero de 2018 con ocasión del despliegue de Policía Aérea en el Báltico que “es extremadamente importante en términos políticos que Francia es un gran país europeo, una potencia nuclear”. Pero la cuestión no radica en quien tiene “el dedo en el botón nuclear”, prerrogativa que corresponde solo al Presidente de la República, sino en la existencia o no de una estrategia europea concertada en el ámbito nuclear basada en la existencia de una obligación de defensa colectiva entre los socios europeos. Como enunció el presidente Chirac el 8 de junio de 2001: “Evocaba hace un rato el desarrollo por ciertos Estados de capacidades balísticas que podrían darles los medios, algún día, para amenazar el territorio europeo con armas nucleares, biológicas o químicas. Si estuvieran animados por intenciones hostiles hacia nosotros, los dirigentes de estos Estados deben saber que se expondrían a daños absolutamente inaceptables para ellos. (…) En todo caso, corresponde al Presidente de la República apreciar, en una situación dada, el ataque efectuado contra nuestros intereses vitales. Esta apreciación tendría en cuenta naturalmente la solidaridad creciente entre los países de la Unión Europea”. El mismo día, el primer ministro Allain Juppé añadió al discurso presidencia lo siguiente: “la cooperación no puede ignorar ya la dimensión nuclear de nuestra seguridad”. Para ello Francia estaría dispuesta a implicar a Alemania -y también a Gran Bretaña en aquel momento- en futuras conversaciones dirigidas a crear un sistema europeo de “disuasión concertada” que incorporara la Force de Frappe, que había sido mantenida hasta la fecha al margen de cualquier estructura de cooperación internacional. Posteriormente, la Ministra de Defensa, Michelle Alliot-Marie, aseguró el 2 de noviembre de 2003 que “nuestra fuerza de disuasión nos protege y protege a una gran parte de Europa”. Estas declaraciones sucesivas de los máximos responsables de la política de defensa francesa pusieron de manifiesto la intención de extender el sistema de disuasión nuclear francés a los socios europeos, estableciendo como primer paso un mecanismo de consultas para el empleo de las armas nucleares. La incorporación de la cláusula de defensa colectiva del Tratado de Bruselas de 1948 en el artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea el 1 de diciembre de 2009 supuso el enganche de la política de disuasión nuclear -que ya existía en el ámbito de la Alianza Atlántica- a una defensa europea autónoma. Y para entender este cambio sustancial es preciso tener en cuenta que, según el Tratado de la Unión Europea, uno de los objetivos de la política exterior y de seguridad de la Unión es asegurar la integridad e independencia de la Unión -con la redacción actual “defender sus valores, intereses fundamentales, seguridad independencia e integridad” (artículo 21.2)-. Los Estados a los que alcanza dicha garantía son los que aceptaron la vigencia del artículo 42.7, todos excepto Irlanda, con lo que podemos afirmar que se creó una cooperación estructurada de facto en el seno de la Unión Europea, en concreto en materia de seguridad y defensa colectiva, como hemos tratado in extenso en otro lugar. En consecuencia, los Estados miembros se obligan a que en caso de una presunta agresión -no hay órgano que determine que esta existe- todos los Estados miembros se declaran agredidos y han de reaccionar automáticamente prestando todo su apoyo y ayuda a aquel o aquellos que sufran una agresión armada en su territorio. Estos Estados constituyen y forman parte de una alianza militar y lo más llamativo es que el sostenedor de este importantísimo acuerdo es precisamente la potencia que cada vez tiene menos peso en la Unión Europea, como es Francia, pero que como recordaba el Ministro de Exteriores estonio antes citado, es “una potencia nuclear”.Pero para que las fuerzas estratégicas francesas pasen a ser un medio primario que garantice la integridad y la seguridad de la Unión de y de los Estados miembros resulta necesario alcanzar un consenso absoluto sobre los intereses básicos comunes, crear un mecanismo permanente de consultas entre los gobiernos europeos en materia de disuasión, establecer un mando estratégico unificado capaz de tomar decisiones sobre el alcance y los objetivos del sistema y un período de adaptación de las estructuras institucionales a la nueva realidad estratégica y, lo que es más importante, se tiene que producir un acuerdo permanente en cuanto a la necesidad y conveniencia de un sistema europeo de disuasión nuclear.


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«Contemplando el centro de la Historia»

LA CARRERA DE LOS SISTEMAS DE POSICIONAMIENTO GLOBAL

Hace tiempo que en el blog estamos dedicando especial atención a los eventos espaciales que generan las grandes potencias en la renovada carrera espacial que mantienen en la nueva etapa de las relaciones internacionales en la que se ha pasado de una hegemonía imperfecta a una suerte de paz armada con un equilibrio sistémico global inestable. Los dirigentes de todas ellas, desde los Estados Unidos y Rusia, a China e India, pero también Israel o Irán, e incluso los de la misma Unión Europea, son conscientes de que las guerras, o los enfrentamientos bélicos en general, se inician y se resuelven en el espacio. Por eso, ante el anuncio del presidente Trump  el 18 de junio de 2018 de crear la Fuerza Espacial de los Estados Unidos, como rama independiente dentro de las Fuerzas Armadas bajo la consideración de que “para defender a los Estados Unidos, no basta con tener presencia en el espacio, debemos tener el dominio del espacio”, el Ministerio de Defensa de Rusia ha advertido a finales de agosto de 2018 que “una confrontación militar en el espacio podría ser tan peligrosa como la carrera armamentista desencadenada por Washington a mediados del siglo pasado”. Esto es así porque los sistemas de inteligencia estratégica dependen en gran medida de la producción de los satélites de reconocimiento en sus diferentes versiones -no digamos nada, en el caso de potencias medias, donde su dependencia de los satélites de reconocimiento para la obtención de inteligencia estratégica es absoluta-, los sistemas de comunicaciones, de mando y control y el despliegue de tropas alrededor del mundo dependen de los satélites de comunicaciones y el lanzamiento de las armas guiadas de largo alcance -como misiles de crucero o misiles y bombas de corto alcance guiadas por satélite- alcanzan los objetivos gracias a las señales de extremada precisión que son capaces de generar los respectivos sistemas de posicionamiento -véase las consideraciones que hemos hecho al respecto en la entrada DEMASIADOS PÁJAROS EN EL CIELO: COHETES ESTRÁTEGICOS, SATÉLITES Y ARMAS ESPACIALES de septiembre de 2017- . Y es en estos sistemas de navegación de doble aplicación donde las grandes potencias realizan sus mayores inversiones y obtienen las mayores ventajas: basados en la idea de un beneficio comercial objetivo en un mundo completamente globalizado se han hecho con la capacidad de batir cualquier objetivo de cualquier adversario en cualquier momento, y hacerlo de forma prácticamente impune. Lo vemos en los ataques combinados que lanzan actualmente los Estados Unidos, Francia e Inglaterra contra objetivos gubernamentales en Siria o Rusia contra todo tipo de objetivos yihadistas en Siria y también Israel con sus persistentes ataques aéreos contra instalaciones militares iraníes en territorio sirio y contra las organizaciones terroristas Hizbolá en Líbano y Hamás en Gaza. De hecho, el empleo de estas tecnologías espaciales combinadas con el uso de los misiles de crucero ha permitido acuñar el término “disuasión estratégica no nuclear”. De este modo, es hasta normal el cúmulo de información y datos que sobre los avances en los sistemas satelitales de posicionamiento global se han producido entre julio y agosto. En primer lugar, el 25 de julio de 2018 un cohete europeo Ariane-5, que despegó de la base espacial de Kourou, en la Guayana Francesa, puso en órbita de forma simultánea cuatro satélites Galileo, sistema que ya cuenta con una constelación de veintiséis satélites, y que transportan a bordo los relojes atómicos más precisos que se han empleado en el espacio hasta ahora; como hemos comentado en entradas anteriores, el sistema completo tendrá treinta satélites en órbita, incluidas seis unidades de reserva, para dar cobertura global a cualquier operador con capacidad de ser interoperable con el GPS americano y el Glonass ruso. Seis días después, el 31 de julio de 2018 China anunció que había puesto en órbita dos satélites gemelos del sistema de posicionamiento nacional Beidou, que habían sido lanzados en un Cohete Larga Marcha-3B que despegó del cosmódromo de Xichang. Los nuevos satélites se suman a ocho aparatos Beidou-3 que ya se encuentran operativos. Las funciones de estos aparatos es ofrecer posicionamiento y guía para la navegación para cualquier medio de transporte terrestre, marítimo y aéreo, y también para la guía de misiles balísticos y de crucero, drones y cualquier equipo militar que lo demande. El sistema Beidou comenzó a prestar servicios de navegación a China en 2000 y a la región de Asia-Pacífico desde 2012, y la aspiración del gobierno chino es alcanzar la capacidad de posicionamiento global para 2020 como hemos indicado en otra entrada. Esto enlaza directamente con la capacidad de desplegar barcos de guerra, unidades militares y bases de apoyo más allá de su espacio regional y conseguir, definitivamente, la capacidad de desplegar los submarinos nucleares portamisiles de la Marina del Ejército Popular en mares abiertos, de modo que constituyan una auténtica fuerza contragolpe en caso de ataque nuclear, lo que no han conseguido hasta ahora -véase al respecto nuestro trabajo sobre los SSBN de la Marina china publicado en diciembre de 2014-. Por su parte, el 8 de agosto de 2018 los Estados Unidos pusieron en órbita el cuarto satélite de comunicaciones de alta frecuencia AEHF desarrollado por Lockheed Martin, que forma parte de una constelación de seis aparatos que están destinado específicamente a proporcionar comunicaciones altamente seguras entre el Consejo de Seguridad Nacional, los mandos militares nacionales y las unidades desplegadas alrededor del mundo, incluida la transmisión de códigos de mando y control nucleares. Las Fuerzas Armadas de Gran Bretaña, Canadá y Holanda tendrán acceso a este sistema. Según fuentes del fabricante: “un solo satélite AEHF proporciona una capacidad total mayor que la constelación Milstar de cinco satélites” -los esfuerzos que están realizando los Estados Unidos en este ámbito los hemos tratado  específicamente en la entrada ESTADOS UNIDOS AVANZA EN LA MILITARIZACIÓN DEL ESPACIO de junio de 2016-. Finalmente, el 22 de agosto se hizo público también que Rusia lanzará a partir de 2022 una nueva generación de satélites Glonass-K2 con un peso y unas capacidades que doblan las de los aparatos actualmente en servicio. Según informó el director general de Sistemas de Satélites de Información Reshetnev, Nikolai Testoyedov: “el nuevo satélite proporcionará una precisión superior y no tendrá componentes fabricados en el extranjero.”; y quizás este sea el aspecto más importante del nuevo Glonass-K2, en un escenario internacional de mutuas sanciones internacionales por parte de los Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia, sin olvidar los efectos de la guerra comercial en la que se hallan inmersos, pero bien es cierto que con carácter selectivo, porque cuando se trata de equipos estratégicos, casi siempre logran el entendimiento, como por ejemplo en el uso de los motores rusos RD-180 como propulsores de los cohetes americanos, que ya hemos tratado en entradas anteriores, y que ha equipado precisamente al cohete Atlas V que llevó al espacio el satélite de comunicaciones militares AEHF el 8 de agosto de 2018. El sistema Glonass está integrado por veinticuatro operativos y varias unidades más en reserva en el espacio y preparadas en tierra para ser lanzadas en caso de fallo o pérdida definitiva de uno o varios aparatos.

“Eres tú…”

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PRIORIDADES ESTRATÉGICAS DE LA NUEVA LEY DE PROGRAMACION MILITAR FRANCESA

El presidente Emmanuel Macron aprobó el 13 de julio de 2018 la nueva Ley de Programación Militar 2019-2025 en la que se establecen las prioridades de equipamiento y armamento de las Fuerzas Armadas francesas y que recoge el objetivo de destinar el 2% del PIB a la defensa al final del período. Francia aporta actualmente el 4,8% del gasto militar global de los países miembros de la Alianza Atlántica, solo por debajo de los Estados Unidos y Gran Bretaña. En el presupuesto anual de defensa se dedica aproximadamente un 25% a equipamiento -el 48% se destina a personal, el 2,9% a infraestructuras y el 24% a otros conceptos- en el que se incluyen las Fuerzas Nucleares Estratégicas. Hay que tener en cuenta que después de una década de presupuestos de defensa en continuo descenso, en agosto de 2017 el gobierno anunció un aumento extraordinario de 1.800 millones de euros hasta alcanzar los 34.200 millones de euros, lo que representó un incremento del 5% respecto al año anterior. En esta nueva línea, el Ministerio de Defensa francés espera lograr la cifra de 50.000 millones de euros en 2025, con lo que se alcanzaría ese objetivo del 2% del PIB establecido por la Alianza Atlántica. Después de unos inicios complicados, que llevaron incluso al cese del comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, por fin la Asamblea Nacional aprobó la nueva Ley de Programación Militar en marzo de 2018, el Senado lo hizo a finales de mayo y pasó a la firma del Presidente de la República después de la aprobación del texto definitivo final por una comisión conjuntas de ambas Cámaras parlamentarias. La Ley de Programación Militar aprobada en julio de 2018 busca consolidar el desarrollo de las Fuerzas Armadas francesas, incrementando ciertas capacidades estratégicas como son la modernización de las fuerzas nucleares, la aviación de repostaje en vuelo y la inversión en innovación, inteligencia y cooperación estratégica. Para ello se contará con un presupuesto plurianual de 295.000 millones de euros hasta 2025. La Fuerza de Disuasión Nuclear francesa, la Force de Frappe, se basa en los cuatro submarinos nucleares lanzamisiles (SSBN) de la clase Le Triomphant equipados con SLBM de la Force Oceánique Stratégiquey los dos escuadrones de aviones de combate Rafale F3 de las Forces Aériennes Strátegiques del Armée de l´Air y los Rafale-M de la Aviation Navale todos ellos con capacidad para lanzar el misil de crucero ASMP-A con carga nuclear. Estas capacidades permiten oponerse de forma autónoma a cualquier amenaza a los intereses nacionales y para ello desde noviembre de 1972 un SSBN se encuentra permanentemente de patrulla en el mar preparado para descargar un ataque nuclear bajo las órdenes del Poder político. Para asegurar esta disponibilidad la Ley de Programación Militar prevé la modernización de sendas fuerzas de ataque nuclear, la aérea y la embarcada. Según las previsiones establecidas se terminará la modernización de los SSBN en servicio equipados con los nuevos SLBM M51.1/2 y se iniciarán los trabajos para un nuevo SSBN denominado SNLE 3G y el desarrollo de una versión avanzada del SLBM M-51.3. En cuanto al componente aéreo, en 2018 el avión de combate con capacidad nuclear Mirage-2000N será sustituido completamente por el Rafale “nuclear”, el misil ASMP-A será sometido a una actualización para mantener las capacidades operativas, al mismo tiempo que avanzarán los trabajos de diseño para un nuevo misil de crucero nuclear denominado ASN 4G; además, entre 2019 y 2025 se incorporarán los primeros doce aviones de repostaje en vuelo A-330MRTT de los dieciocho comprados a Airbus Defence, que tienen la misión fundamental de extender el alcance de las fuerzas aéreas de ataque nuclear. De este modo, Francia se asegura mantener intacta su capacidad para asestar de forma independiente un ataque de proporciones catastróficas contra cualquier adversario que amenace su seguridad o atente contra la integridad territorial nacional, como establece la Revisión Estratégica de la Defensa y la Seguridad Nacional aprobada por el presidente Macron el 13 de octubre de 2017. Pero hay que tener en cuenta que aquí también se incluye la seguridad de sus aliados europeos, como estableció la doctrina enunciada por el presidente Chirac en agosto de 1995 -y cuyos efectos políticos y jurídicos analizamos en el ensayo “Hacia un sistema europeo de disuasión nuclear” de diciembre de 2005-, que fue refrendada por el presidente Sarkozy en Cherburgo de marzo de 2008 y que no ha sido contradicha por los presidentes Hollande y Macron. El Ministro de Defensa de Estonia, Jüri Luik, dijo en enero de 2018 con ocasión del despliegue de Policía Aérea en el Báltico que “es extremadamente importante en términos políticos que Francia es un gran país europeo, una potencia nuclear”. Pero la cuestión no radica en quien tiene “el dedo en el botón nuclear”, prerrogativa que corresponde solo al Presidente de la República, sino en la existencia o no de una estrategia europea concertada en el ámbito nuclear basada en la existencia de una obligación de defensa colectiva entre los socios europeos. Como enunció el presidente Chirac el 8 de junio de 2001: “Evocaba hace un rato el desarrollo por ciertos Estados de capacidades balísticas que podrían darles los medios, algún día, para amenazar el territorio europeo con armas nucleares, biológicas o químicas. Si estuvieran animados por intenciones hostiles hacia nosotros, los dirigentes de estos Estados deben saber que se expondrían a daños absolutamente inaceptables para ellos. (…) En todo caso, corresponde al Presidente de la República apreciar, en una situación dada, el ataque efectuado contra nuestros intereses vitales. Esta apreciación tendría en cuenta naturalmente la solidaridad creciente entre los países de la Unión Europea”. El mismo día, el primer ministro Allain Juppé añadió al discurso presidencia lo siguiente: “la cooperación no puede ignorar ya la dimensión nuclear de nuestra seguridad”. Para ello Francia estaría dispuesta a implicar a Alemania -y también a Gran Bretaña en aquel momento- en futuras conversaciones dirigidas a crear un sistema europeo de “disuasión concertada” que incorporara la Force de Frappe, que había sido mantenida hasta la fecha al margen de cualquier estructura de cooperación internacional. Posteriormente, la Ministra de Defensa, Michelle Alliot-Marie, aseguró el 2 de noviembre de 2003 que “nuestra fuerza de disuasión nos protege y protege a una gran parte de Europa”. Estas declaraciones sucesivas de los máximos responsables de la política de defensa francesa pusieron de manifiesto la intención de extender el sistema de disuasión nuclear francés a los socios europeos, estableciendo como primer paso un mecanismo de consultas para el empleo de las armas nucleares. La incorporación de la cláusula de defensa colectiva del Tratado de Bruselas de 1948 en el artículo 42.7 del Tratado de la Unión Europea el 1 de diciembre de 2009 supuso el enganche de la política de disuasión nuclear -que ya existía en el ámbito de la Alianza Atlántica- a una defensa europea autónoma. Y para entender este cambio sustancial es preciso tener en cuenta que, según el Tratado de la Unión Europea, uno de los objetivos de la política exterior y de seguridad de la Unión es asegurar la integridad e independencia de la Unión -con la redacción actual “defender sus valores, intereses fundamentales, seguridad independencia e integridad” (artículo 21.2)-. Los Estados a los que alcanza dicha garantía son los que aceptaron la vigencia del artículo 42.7, todos excepto Irlanda, con lo que podemos afirmar que se creó una cooperación estructurada de facto en el seno de la Unión Europea, en concreto en materia de seguridad y defensa colectiva, como hemos tratado in extenso en otro lugar. En consecuencia, los Estados miembros se obligan a que en caso de una presunta agresión -no hay órgano que determine que esta existe- todos los Estados miembros se declaran agredidos y han de reaccionar automáticamente prestando todo su apoyo y ayuda a aquel o aquellos que sufran una agresión armada en su territorio. Estos Estados constituyen y forman parte de una alianza militar y lo más llamativo es que el sostenedor de este importantísimo acuerdo es precisamente la potencia que cada vez tiene menos peso en la Unión Europea, como es Francia, pero que como recordaba el Ministro de Exteriores estonio antes citado, es “una potencia nuclear”.Pero para que las fuerzas estratégicas francesas pasen a ser un medio primario que garantice la integridad y la seguridad de la Unión de y de los Estados miembros resulta necesario alcanzar un consenso absoluto sobre los intereses básicos comunes, crear un mecanismo permanente de consultas entre los gobiernos europeos en materia de disuasión, establecer un mando estratégico unificado capaz de tomar decisiones sobre el alcance y los objetivos del sistema y un período de adaptación de las estructuras institucionales a la nueva realidad estratégica y, lo que es más importante, se tiene que producir un acuerdo permanente en cuanto a la necesidad y conveniencia de un sistema europeo de disuasión nuclear.

“TQM…”

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SALDO BÉLICO DE LA INTERVENCIÓN MILITAR RUSA EN LA GUERRA DE SIRIA

El Ministerio de Defensa de Rusia publicó  el 22 de agosto de 2018 en redes sociales datos sobre la participación de las fuerzas militares rusas en la guerra de Siria desde finales de septiembre de 2015. Según las informaciones publicadas han participado en el conflicto 63.012 militares rusos, de ellos 25.738 oficiales (434 generales); han pasado por Siria el 91% de los miembros de la Aviación del Ejército, el 97% de los componentes de la Aviación de Transporte y el 60% de los de la Aviación de Largo Alcance (los bombarderos estratégicos); se han probado en combate 213 nuevos equipos y sistemas de armas; los aviones y helicópteros de las Fuerzas Aeroespaciales y de la Aviación Naval han realizado más de 39.000 salidas de combate; los buques y submarinos de la Armada rusa han lanzado más de 100 misiles de crucero Kalibr; las fuerzas navales han llevado a cabo 189 campañas con 86 buques y 14 submarinos; la Aviación de Largo Alcance ha lanzado 66 misiles de crucero Kh-555 y Kh-101; como resultado de las operaciones de combate llevadas a cabo en territorio sirio han eliminado a 86.000 terroristas yihadistas y rebeldes y 830 dirigentes de estas organizaciones; y en el curso de las operaciones se han batido alrededor de 121.466 blancos de todo tipo.

El presidente Putin anunció el 11 de diciembre de 2017 durante una visita a la base aérea rusa de Hmeymim en Siria la retirada de la parte sustancial del despliegue ruso a partir de esa fecha. Sin embargo, el esfuerzo definitivo de las fuerzas militares gubernamentales sirias para conquistar todos los territorios del sur fronterizos con Jordania e Israel y el recrudecimiento de los ataques contra las instalaciones rusas en las bases de Tartús y Hmeymim provenientes de fuerzas rebeldes lanzados desde la provincia de Idlib han hecho que la presencia rusa siga siendo muy numerosa y que cuente, además, con el apoyo de la poderosa Escuadra permanente del Mediterráneo que ha llevado a cabo continuos ataques contra objetivos terroristas con misiles de largo alcance Kalibr.

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“LAS FUERZAS SUBMARINAS ESTRATÉGICAS DE RUSIA EN 2018”

Este es el título del artículo que recientemente he publicado en la Revista General de Marina, en el número del mes de julio de 2018, dedicado al componente naval de las fuerzas de disuasión nuclear de Rusia conjuntamente con las Fuerzas de Cohetes Estratégicos y la Aviación de Largo Alcance y que, aunque permanecen bajo mando nominal del Alto Mando Naval, están bajo el control operativo del Estado Mayor General, que recibiría las órdenes de empleo directamente del Presidente de la Federación Rusa. Se trata de una actualización del ensayo que con el idéntico título se publicó en la Revista General de Marina en el número de enero/febrero de 2013, cuyoenlace se encuentra disponible aquí. Esta nueva versión recoge los cambios acaecidos en la doctrina de empleo de armas nucleares en la Doctrina Militar de diciembre de 2014 y que ha sido completada con sucesivas declaraciones públicas del presidente Putin en marzo de 2018, la entrada en servicio de los nuevos submarinos nucleares portamisiles (SSBN) de la clase Borei equipados con los nuevos cohetes lanzables navales (SLBM) Bulavá y las modificaciones, cambios y nuevas construcciones que se han llevado a cabo en las bases de las Flotas del Norte y del Pacífico para acoger esta nueva generación de SSBN que multiplica sustancialmente la capacidad de combate nuclear de la Armada rusa como indicamos con números precisos en el texto; finalmente, también recogemos la información más reciente sobre el proyecto del SSBN del futuro, denominado tentativamente Borei-B. De este modo el artículo se estructura en Introducción, Las Fuerzas Submarinas Estratégicas de Rusia, Estructura de la fuerza de disuasión nuclear naval de Rusia, Programas de construcción y modernización en curso y Consideraciones finales. El enlace completo del texto se encuentra disponible en la web oficial de la Armada española.
Referencia bibliográfica completa: Pérez Gil, L.: “Las Fuerzas Submarinas Estratégicas de Rusia en 2018”, Revista General de Marina, t.275, julio de 2018, pp. 97-114, en http://www.armada.mde.es/archivo/rgm/2018/07/rgm072018cap08.pdf

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Y LO QUE TE RONDARÉ…

Continuando con el análisis de la política exterior del presidente Trump interesa detenernos de nuevo en el caso de las relaciones con Irán porque ponen de manifiesto la existencia de la lucha por el poder en el seno de las élites dirigentes de Washington. En un nuevo episodio del enfrentamiento con Irán, el 23 de julio de 2018 el presidente Trump envío un claro mensaje (por Twitter) al presidente Rohaní: “nunca más vuelva a amenazar a los Estados Unidos o sufrirá las consecuencias como las que pocos han sufrido antes en la historia”. Era la respuesta a las declaraciones del dirigente iraní en las que instaba a los Estados Unidos “a no jugar con fuego” ya que empezar un conflicto tendría consecuencias imprevisibles -que calificó como “la madre de todas las guerras”- y que “negociar hoy con los Estados Unidos no significa más que rendición y el fin de los logros de la nación de Irán”. Para reforzar el tono el mensaje, la respuesta del presidente Trump se escribió prácticamente toda en mayúsculas. Puede interpretarse como una bravata de Trump, una más de tantas, a la que tampoco hay que darle más importancia en ese enfrentamiento dialéctico que mantiene con las autoridades iraníes desde que llegó a la presidencia de los Estados Unidos. Sin embargo, Trump estaba lanzando un mensaje muy claro al presidente Rohaní: “Ya no somos un país que aguantará sus demenciales palabras de violencia. Sea cauto”. Es decir, si abandonan el apoyo a los grupos terroristas en Líbano y Gaza, si abandonan la activísima participación que mantienen en la guerra de Siria y si abandonan el apoyo a los rebeldes hutties en Yemen, es posible encontrar caminos de entendimiento. Poco más de una semana después, Hamid Aboutalebi, un político muy próximo al presidente Rohaní, aseguró que podrían reunirse con Trump si los Estados Unidos volvían al acuerdo nuclear -entendido como cualquier acuerdo mutuamente beneficioso para los intereses de ambas partes y que regule el programa nuclear iraní, la eliminación del régimen de sanciones y el programa de misiles balísticos, lo que podría ser aceptado por las autoridades iraníes como reconocieron altos dirigentes militares del país en junio pasado-. Por eso, Aboutalebi transmitió el mensaje de que es posible “allanar el camino hacia unas conversaciones entre Irán y los Estados Unidos”. Está claro que los Estados Unidos no van a volver al Pacto Nuclear de julio de 2015, lo dijo el presidente Trump en enero de 2017 y lo demostró con la retirada efectiva del mismo anunciada el 8 de mayo de 2018, a pesar de que muchos analistas consideraron que no se atrevería a abandonarlo. Es un “mal acuerdo”, como dijo el presidente Trump en enero de 2017 y no van a volver a él. Pero eso no significa que no puedan existir cauces de concertación o entendimiento con Irán -como los hay con Corea, con Rusia o China-, como reconoció el presidente Trump el mismo 31 de julio de 2018 cuando aseguró que estaba dispuesto a reunirse con los dirigentes iraníes “sin condiciones previas”. Trump insistió en su idea de que se reunirá con cualquiera siempre que sea beneficioso para su país:“Hablando con otra gente, especialmente cuando hablamos sobre el potencial de la guerra, de muerte, hambre y pérdida de otras cosas, te reúnes. No hay nada malo en reunirse”. Como hemos dicho, el presidente Trump practica un tipo de política en la que los hechos suelen coincidir con las palabras, lo que es bastante inusual entre los dirigentes occidentales, y que precisamente por eso llama tanto la atención y se amplifica extraordinariamente. El problema al que se enfrenta el presidente Trump es cómo sacar adelante sus iniciativas en política exterior, teniendo en contra a una gran parte de la clase política de Washington, tanto demócratas como republicanos, a las burocracias del Departamento de Estado y de la misma Casa Blanca, donde ha tenido que hacer una gran purga para conseguir amalgamar un equipo de confianza, y a los mismos servicios de inteligencia que, espoleados por los medios de comunicación nacionales de tendencia adversa, han tratado de socavar las iniciativas presidenciales en política exterior, lo que ha traído nuevos relevos y cambios para poder formar, no un equipo dócil como se ha dicho, sino uno que cumpla lealmente las instrucciones que dicta el presidente. De hecho, en el reciente enfrentamiento entre el presidente y el Director de Inteligencia Nacional, Daniel Coats, nos planteamos la siguiente cuestión: ¿quién dirige la política exterior, el presidente o los servicios de inteligencia? Y esto nos lleva a recordar el discurso de despedida del presidente Eisenhower del 17 de enero de 1961 cuando advirtió a la Nación del peligro que representaba para la democracia el complejo militar-industrial.

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LA NUEVA CUMBRE DE HELSINKI

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VOLANDO EN LAS NUBES

El pasado 17 de julio de 2018 se dio a conocer en los medios de comunicación generalizados que un comprador no revelado había realizado un pedido a la corporación aeronáutica europea Airbus de 175 aviones de transporte de pasajeros por un importe total de 21.245 millones de dólares. Se trata de un gigantesco contrato por 100 aviones A-321neo y 75 A320neo en el que faltaría por confirmar los motores que equiparían dicha flota y que, según las consideraciones que expondremos, será también europeo. La cuestión que se plantea es: ¿qué cliente puede realizar un pedido de esta magnitud? Porque estamos hablando de una cantidad ingente de aviones de pasajeros que serviría para renovar completamente la flota de cualquier compañía aérea global. Por una cuestión de imagen de marca una compañía comercial anunciaría inmediatamente este pedido, que le permitiría distinguirse de sus competidoras obteniendo un excelente posicionamiento comercial basado en la disposición de una flota extraordinariamente moderna. Como se trata de aviones de un solo pasillo y mediano recorrido, está claro que estamos hablando de alcances regionales como, por ejemplo, vuelos europeos, vuelos interiores en los Estados Unidos o China o vuelos regionales en el sudeste asiático o en otras regiones del mundo donde existe un tráfico aéreo denso. También el monto económico de la operación se torna prohibitivo para una compañía comercial, que estaría al alcance solo de grandes compañías aéreas globales como IAG, Lufthansa, KLM-Airfrance o United Airlines. Lo que nos lleva a pensar que ese comprador no revelado puede ser un Estado. Y un Estado que controla el tráfico comercial de pasajeros en su territorio y en el área circundante. Un Estado que maneja grandes volúmenes de pasajeros. Un Estado que necesita renovar toda su flota de aviones comerciales. Y, finalmente, que dispone de la capacidad financiera para hacer frente a un contrato de más de 21.000 millones de dólares. Precisamente, la americana Boeing anunció el 6 de junio de 2018 la suspensión de sendos contratos firmados con las compañías aéreas Iran Air y Aseman Airlines para suministrarles aviones comerciales, precisamente por un valor conjunto de 20.000 millones de dólares. Según el comunicado de la compañía aeronáutica americana todavía no se había entregado ningún avión al amparo de esos contratos y “dado que ya no tiene licencia para comerciar” con Irán tampoco lo haría en el futuro. Esto se produce en el contexto de la aplicación del nuevo régimen de sanciones económicas y financieras contra Irán aprobado por la Administración Trump tras el anuncio el 8 de mayo de 2018 de retirada del Acuerdo Nuclear de 15 de julio de 2015, denominado Plan Integral de Acción Conjunta (JCPOA). Desde ese momento, los Estados europeos firmantes -Alemania, Francia y Gran Bretaña- junto con la Unión Europea han llevado a cabo intensos contactos diplomáticos con las autoridades iraníes, así como con Rusia, China, India y Japón, para mantener la vigencia del Acuerdo Nuclear sin los Estados Unidos ya que todos lo consideran un instrumento fundamental para garantizar la estabilidad regional en Oriente Medio. Mientras el presidente Trump anuncia una política de máxima presión sobre el régimen de los ayatolás basada en la idea de que el Pacto Nuclear de 2015 fue un “mal acuerdo” lesivo para los intereses de seguridad de los Estados Unidos, los dirigentes europeos tratan de buscar las vías para evitar la aplicación extraterritorial de las sanciones americanas. De este modo buscan contentar al régimen iraní mientras abren una vía para negociar un nuevo pacto que se extienda no solo al programa nuclear iraní sino también a su programa de misiles balísticos, que es una de las grandes exigencias del presidente Trump, pero también de los aliados israelíes -quienes no quieren oír hablar ni del Pacto de 2015 ni de ningún entendimiento con Irán-. Sin embargo, Washington vería con buenos ojos una ampliación del Acuerdo Nuclear a estas materias, pero sin comprometerse formalmente o firmar un nuevo tratado que debería pasar obligatoriamente por el Senado americano para su entrada en vigor y, como sabemos, la forma de hacer política exterior del presidente Trump busca éxitos inmediatos -como hemos tratado en la entrada LA POLÍTICA EXTERIOR DEL PRESIDENTE TRUMP: IRÁN, COREA, RUSIA Y CHINA en junio de 2018-. Como ha dicho recientemente el jefe del Grupo de Acción sobre Irán del Departamento de Estado, Brian Hook: “ahora estamos fuera del acuerdo, tenemos mucha más libertad diplomática para combatir toda la gama de amenazas iraníes.” Es en este contexto en el que se inserta el anuncio de Airbus del gigantesco contrato por 21.000 millones de dólares. Como la entrada en vigor de las sanciones americanas es gradual, con un conjunto de medidas de aplicación inmediata el mismo mes de mayo, una segunda etapa a partir del 7 de agosto y finalmente la entrada en vigor plena del nuevo régimen el 5 de noviembre de 2018, pronto veremos si se anuncia el “comprador no revelado” o si, por el contrario, se produce la anulación del pedido, precisamente, por el temor a la aplicación extraterritorial de las sanciones que dañaría los intereses de la compañía europea por excelencia.