Tormenta de ideas

Se apoya en la creencia de que un grupo no estructurado genera mejores resultados que los que pueden producir los individuos independientemente

 

Hoy se ha puesto en tela de juicio esta técnica, demostrando todo lo contrario: el individuo sólo, genera más y mejores ideas que trabajando en grupo»

«Brainstorming» en su primera denominación sajona. También conocida como lluvia de ideas. La fórmula la plasmó y desarrolló en 1939 Alex F. Osborn (1888-1961) un famoso publicista criado en el Bronx neoyorquino, hecho a sí mismo a partir de la observación diaria. Editaría en 1954 su primer libro «Applied Imagination», que nos llegaría tres años después con el título «Imaginación Aplicada».(Ed. Velflex. Madrid)

BARRIOHablamos de una conocida herramienta de trabajo grupal que facilita sobre todo el surgimiento de nuevas ideas. Se apoya en la creencia de que un grupo no estructurado genera mejores resultados que los que pueden producir los individuos independientemente. Modernamente se ha puesto en tela de juicio esta técnica, demostrando todo lo contrario: el individuo sólo, genera más y mejores ideas que trabajando en grupo.

No entro en lo que puede ser mejor. Cada empresa, cada líder, cada político, cada mando militar, sabrá o entenderá lo que es mejor en cada momento y situación. Porque decidir nunca es fácil: cañones o mantequilla en los manuales de primero de Económicas; bombas o corbetas en un reciente Consejo de Ministros.

En su libro, Osborn, diseña un diagrama de preliminares a las reuniones, donde introduce desde la lista de preguntas, informes y antecedentes, hasta la posibilidad de dividir el problema en tramos para su mejor gestión. Señala cuatro condiciones esenciales que deben darse en la reunión –Reglas Básicas– y desarrolla un «decálogo del buen brainstomiamo» como guía y modelo a seguir para quienes se inicien en estas técnicas. Destaco uno de ellos: el que aconseja mantener un ambiente relajado y alegre. Es práctica muy corriente en el mundo norteamericano en la que en medio de una sesión informativa, incluso decisiva, apoyada en power point, se cuela «involuntariamente» alguna imagen bien diferente, normalmente con reducida vestimenta, que arranca la hilaridad de los asistentes y relaja. Añade Osborn que como ayuda y estímulo para crear este ambiente, «se puede empezar con una sesión de calentamiento de diez minutos en que se aborde un problema imaginario: libera a la gente y la pone alegre; después se pueden abordar los problemas serios».

En el mundo anglosajón son bienvenidos los ponentes hispanos y latinos por la fecundidad de sus ideas; pero al final prevalece la sensatez y los pies en el suelo, característicos del pueblo sajón.

Todas estas técnicas se trasladaron a Europa y son bien conocidas en el mundo empresarial.

Una versión actual española se representa día a día en el Palacio de La Moncloa. Nuestro particular Osborn, Ivan Redondo (38), donostiarra, también publicista, formado en Deusto y en la Universidad George Washington, tras asesorar a babor y a estribor ( Monago, Albiol , Basagoiti), ha aterrizado como Jefe de Gabinete del Presidente del Gobierno tras el éxito de su programada tormenta perfecta desencadenada en un momento clave, que aprovechó el sagaz y bien dirigido impacto mediático que produjo el voto particular de un juez de la Audiencia Nacional. Ello llevó a la moción de censura y consecuentemente al significativo cambio de Gobierno.

Cada mañana en Moncloa en hora de maitines, analizada la situación, se pone en marcha la maquinaria de la tormenta de ideas . No sé si previamente, pasan viñetas de Peridis, El Roto o Caín, porque últimamente «no están muy finos» con el Gobierno. Y se presentan temas tan serios como el techo de gasto, los presupuestos, los compromisos con nacionalistas, Cuelgamuros, las bombas saudíes y las corbetas de San Fernando, los masters, las dimisiones ministeriales o las embajadas catalanas. Olvidándose de lo que decía De Gaulle que «nada realza tanto la autoridad como el silencio» es decir saber escuchar antes de decidir; olvidándose de las palabras que le repetía el esclavo a los emperadores romanos, sosteniéndoles la corona de laurel sobre su cabeza, «recuerda que eres mortal» –que en versión actual sería «recuerda que solo dispones de 84 escaños»–, el primer inductor de la tormenta de ideas es el propio Presidente, el que debería ser receptor de conclusiones. De lo que estoy seguro es que el publicista Jefe de Gabinete de Moncloa, más de una vez se sonroja sin saber si está en la fase de los primeros diez minutos en que se tratan, según Osborn, problemas imaginarios. Pero le vencen por goleada los adheridos y enamorados de su supremo Jefe.

Cien días se nos presentan aun hoy insuficientes para juzgar. Pero si para intuir tendencias. Osborn aconsejaría evitar el «Deprisa, deprisa» de Carlos Saura, como si de una carrera de 50 metros se tratase. Nuestra sociedad merece seguridad en el futuro apoyado en un presente con suficiente musculo político para un maratón de fondo.

Lo que no necesita, opino, son más tormentas.

20 sep. 2018   La Razón   Luis Alejandre