Un militar digno de los tercios de Flandes

Al Coronel Conde Monge le correspondió la lectura pública de la sentencia dictada por el 23-F

Como natural de Zaragoza, aunque de raíces castellanas por vía paterna y materna, Pepe resultó un perfecto modelo de aquella fama, bien ganada y justa de «gigantes y cabezudos». Su vida fue un continuo luchar por mantener enhiesta la dignidad de la Institución que eligió bien joven y como continuador de una saga abundante en antecedentes y continuadores de la «profesión de hombres honrados», (Calderón de la Barca dixit).

ABCSu padre, el comandante de Caballería Lázaro Conde Díez Quijada, fue un heroico defensor de la estación de ferrocarril de la ciudad de Córdoba, en el momento mismo del Alzamiento Nacional. Y de ahí arranca una saga de militares casi interminable.

Le faltó tiempo para, finalizada su formación en la correspondiente Academia Militar, contraer matrimonio con una maravillosa mujer, hija a su vez de un héroe de guerra, para «evitar posibles pérdidas en el camino de la vida». Y de ellos, como queda dicho, nuevos «frutos», a cual más «logrado y productivo».

Y así, recién casado se incorporó a una unidad del entonces Protectorado Español de Marruecos. Finalizada la misión española en aquellas tierras, es elegido por el propio Sultán para formar parte de contingente de mandos españoles elegidos para instruir a su novísimo Ejército.

Vuelto a la Península, hizo un curso de diplomado en Estado Mayor. Designado por el almirante Carrero Blanco, formó parte importante del denominado CESED, precursor del actual CNI; representante ante el C.G de la OTAN; destino en la Capitanía de la 1ª Región Militar (Madrid), en donde se hallaba el famoso día 23/02-1981. Allí, con plenos poderes del mando correspondiente, coadyuvó de forma decisiva en la detención de su progresión y posterior fracaso. Tiempo después, y por esos caprichos del destino, le correspondió la lectura pública de la sentencia dictada por el Tribunal Militar que había juzgado a los militares que habían participado en la asonada.

Ya de teniente coronel fue destinado a la Dirección General de Información y Prensa del Cuartel General del Ejército de Tierra, donde un malhadado general cometió la canallada de imponerle un arresto. Ello supuso que, llegado el momento de la clasificación para el curso de ascenso a general, fuera excluido de la misma. Pero nuestro «gigante y cabezudo» se rebeló ante tamaña injusticia, procediendo a recurrir a la Justicia y consiguiendo que la tal «no calificación» fuera rectificada.

Y viendo que la injusticia que se había cometido con él no era única, y cuando se veían involucrados, cualesquiera que fueran las razones, otros compañeros, fundó e hizo progresar una asociación de militares –la muy famosa AME–, que consiguió éxitos relevantes y eficaces para cualesquiera de los perjudicados (por ejemplo la defensa de los amenazados con ser expulsados de las casas militares que ocupaban, al cesar en sus destinos o en ocasión de su pase a la reserva).

Pero la vida, que a veces, o quizás siempre, nos lleva por caminos insospechados, se cebó en su mente.

Sólo nos cabe el consuelo de la fe en que el Señor lo habrá recibido, acompañado por su patrón Santiago y por su Santísima Madre, que le/nos enseñó a crear, formar y educar a una grandiosa familia, a cuya cabeza, él eligió poner a una excepcional mujer, que ha sido su «fiel y leal compañera», verdadera madre y maestra.

¡Con el orgullo de la misión cumplida: a tus órdenes, mí coronel!

  • 17 feb. 2018  ABC   ANDRÉS ORTEGA MONJE CORONEL MÉDICO (R)