UN MILITAR EN LA PIRAGUA

Carlos Arévalo, un militar en el piragüismo: “La disciplina del Ejército me ha ayudado”

En el otoño de 2017, Saúl Craviotto ganaba Masterchef Celebrity y, cuatro medallas olímpicas después -dos de ellas de oro-, descubría la fama: los patrocinios (Adolfo Domínguez, Danone, Reebook, San Miguel, Rowenta, Heinz…), los selfies por las calles de Gijón, las entrevistas…

En el otoño de 2017, Carlos Arévalo juraba bandera y, tras ingresar en el Centro de Formación de Tropa número 1 de Cáceres, hacía la mili: las marchas de 20 kilómetros alrededor del embalse del Salor, las instrucciones de combate, los ejercicios de tiro…

Dos años después ambos trabajan para compenetrarse en el K4 500 que completan otro campeón olímpico Marcus Cooper, y un campeón del mundo, Rodrigo Germade. Arévalo es la última incorporación al Dream Team del piragüismo español después de una época de zozobra del conjunto. Los problemas personales de uno de sus miembros, Cristian Toro, que acabó retirándose por «falta de motivación», llevaron al equipo al quinto puesto en la Copa del Mundo de Duisburgo y al último puesto en los Juegos Europeos de Minsk, pero ya prometen remontada. Pese a los dos meses escasos que han tenido para conjuntarse con Arévalo, en el Mundial que empieza hoy en Szeged (Hungría) esperan regresar a la excelencia. Los dos últimos años se proclamaron subcampeones del mundo sólo por detrás de Alemania y, de camino a los Juegos de Tokio 2020, el podio vuelve a ser una exigencia autoimpuesta.

«Subirse a un piragua que ya lleva años funcionando no es fácil. Tienes que adaptarte tú, no van a cambiar todos los demás. Saúl, por ejemplo, tiene una amplitud de palada brutal, hunde la pala mucho más que yo, y he tenido que acostumbrarme a eso. Pero creo que lo he conseguido. Todos hemos trabajado mucho, muchísimo, tanto en el agua como en la sala de vídeos para hacer que el proceso fuese rápido y ahora la barca corre, las sensaciones son muy buenas. Se viene un periodo de alegrías, se palpa en los entrenamientos», anuncia Arévalo que se encuentra ante la oportunidad de su vida.

FUERA DE RÍO, DENTRO DEL EJÉRCITO

Nacido el 6 de diciembre de 1993 en Betanzos -«Allí o vas a la ría o vas al fútbol»-, empezó a dar paladas imitando a su hermano mayor, destacó en categorías inferiores y en 2011, a los 18 años, se unió a otro gallego, Toro, con un objetivo ambicioso: los Juegos de Río 2016. Durante varias temporadas en el K2 200 fueron los medallistas olímpicos que venían, una pareja más que prometedora, pero apenas ocho meses antes de la cita, los técnicos de la Federación Española concluyeron que Toro sería la pareja ideal de Craviotto y Arévalo se quedó solo. Con sólo una llamada, su futuro se difuminó. Antes de los Juegos de Río al palista le quedaba un intento desesperado, la plaza en el K1 200, pero en los selectivos confirmó aquello que ya advertía, que derrotar a Craviotto es prácticamente imposible, y acabó viendo la catarata de medallas del piragüismo español por la televisión.

«Me fue difícil llevarlo, no te diré que no. Durante los Juegos y, sobre todo, después de los Juegos. Al empezar la temporada me vi en tierra de nadie, sin un proyecto claro, y quise asegurarme un futuro. Desde pequeño siempre me había gustado el Ejército por los valores que trasmite, siempre me había llamado la vida castrense, así que decidí el paso», relata Arévalo sobre la decisión que le cambió la vida. En agosto de 2017 juró bandera, en diciembre acabó la instrucción y en enero pidió el traslado al Regimiento de Infantería Príncipe número 3 del acuartelamiento Cabo Noval en Asturias. En ese periodo, estuvo seis meses sin tocar una piragua, pero a la vuelta descubrió que algo era diferente.

Compaginando su trabajo de oficina en el Regimiento con los entrenamientos en el Centro de Tecnificación Deportiva de Trasona, se encontró mejor que nunca y este abril, llegó su momento. En los selectivos que cada año hace el piragüismo español, superó en el K1 200 a Carlos Garrote, actual campeón del mundo, y se subió al K4 500 como primer reserva. Si alguien fallaba o incluso si alguien bajaba el nivel, Areválo le sustituiría en apenas unas semanas. La renuncia de Toro sólo adelantó un proceso que podría haber tenido lugar igualmente y que, al mismo tiempo, todavía no es definitivo. Pase lo que pase en este Mundial, incluso si España regresa con un oro, el año próximo Craviotto, Arévalo, Cooper y Germade volverán a ser exigidos y, si hay alguien en mejor forma, relevados.

«La exigencia es máxima, pero es que aquí sólo hay campeones olímpicos y campeones del mundo. Yo creo que la disciplina del Ejército me ha ayudado en el deporte, me ha dado seguridad. Además, me lo ponen muy fácil para cumplir con los entrenamientos y estar en las competiciones. Sé que es difícil hacer carrera militar mientras estoy con el piragüismo, pero no pienso en eso ahora, quizá me decanto luego por la Guardia Civil. En todo caso, quiero aprovechar esta oportunidad en el piragüismo», finaliza Arévalo que después de las series del jueves (17.15 horas) y las semifinales del sábado (17.18 horas), el domingo en la final del Mundial (13.21 horas, TDP) podría subir a su primer podio absoluto.