UNA HORA DE DECISIONES

Aquel verano de 1940 cuando Europa estaba sacudida por el derrumbamiento de Francia el cuñado de Franco emprendió un viaje a Alemania en donde se le consideraba aún como uno de los partidarios del Führer

  • 5 ago. 2018
  • La Razón
  • Luis Suárez De la Real Academia de la Historia

Una hora de decisiones

De este modo el viaje terminó con única decisión: Hitler recibiría personalmente a Franco en un lugar próximo a la frontera. Estaba firmemente convencido de que le obligarla a someterse a sus mandatos»

El pasado domingo 15 de julio un excelente artículo de Luis Togores y César Cervera publicado en el «Abc» ayuda a comprender ciertos aspectos de lo que ahora llamamos franquismo. Aquel verano de 1940 cuando Europa estaba sacudida por el derrumbamiento de Francia el cuñado del Generalísimo emprendió un viaje a Alemania en donde se le consideraba aun como uno de los partidarios del Führer. Es conveniente añadir algunos datos para comprender el alcance de ese informe de treinta páginas que Franco revisó minuciosamente usando el acostumbrado lápiz bicolor. Dos cosas habían sucedido ya: a diferencia de Italia no se había declarado la guerra a Francia; por el contrario se había solicitado de los alemanes que permitieran que el ejército francés continuara custodiando Marruecos como pieza de seguridad para el protectorado español. Ninguno de los refugiados que cruzaban la frontera eran devueltos incluyendo en esto a los judíos. Y el embajador inglés sir Samuel Hoare prestigioso laborista que había mantenido a su avión en Barajas pensando que su misión iba a durar días se decidió a despedirle al compren que España no iba a entrar en guerra. En carta al Duce, el Caudillo español se había mostrado mas explícito: España arruinada por la contienda civil no «podía» entrar en guerra. Ahí vienen las dudas de algunos historiadores: ¿Franco no quiso o no pudo? Sólo disponemos de lo que nos dicen los documentos y es casi imposible penetrar en el pensamiento. Pero el nuevo documento manuscrito de Serrano aclara sin duda un punto esencial: aquel viaje de setiembre de 1940 a Berlín y luego a Roma provocó en el ministro un cambio sustancial. Es algo que personalmente años más tarde Serrano nos explicaría en entrevista privada. Su confianza en Alemania tras la entrevista de Ribbentrop y de Hitler se había venido abajo. Le habían tratado como a un humilde servidor reclamando además que España se desprendiese de las islas Canarias para instalar en una de ellas la base naval que necesitaban. Y en Berlín había tenido que pernoctar, en sótanos porque los aviones ingleses lo bombardeaban. En documentos posteriores se explican las demandas que presentó sobre Marruecos y otros países africanos sabiendo que en estas condiciones ni el Reich ni el Duce podían admitirlo. España debía limitarse a conquistar Gibraltar y entregarlo al Eje, que necesitaba dominar el Mediterráneo. El documento publicado y analizado por Togores y Cervera viene a confirmar esta tesis. Yo añadiría unas palabras del propio Generalísimo: Gibraltar no vale ni siquiera la vida de un soldado español. De este modo el viaje terminó con única decisión: Hitler recibiría personalmente a Franco en un lugar próximo a la frontera. Estaba firmemente convencido de que le obligarla a someterse a sus mandatos. Eso fue en suma Hendaya el 23 de octubre de la que también poseemos el valioso informe del barón De las Torres a quien Franco escogiera como traductor rechazando al conocido filólogo Tovar que gozaba de la plena confianza de Serrano pero era considerado como un filonazi que podía torcer las cosas. En una de las cuartillas personales del Generalísimo y refiriéndose a estas negociaciones aparece la frase «hablar en gallego» que en lenguaje común significa desconcertar al interlocutor respondiendo a una pregunta con otra pregunta. De hecho Hitler quedó desconcertado y así lo dijo a Ciano: no quiero volver a hablar con él, no se si quiere o no entrar en la guerra. Los hechos nos demuestran que en efecto España consiguió permanecer en la no beligerancia y asegurar la continuidad de aquel Régimen que no se conformaba con ser simple dictadura sino que era vitalicio y absoluto. A Hitler quedaban cuatro años de vida. Franco fallecería de muerte natural en 1975. Entremos ahora en las secuencias. Serrano había retornado de su viaje desencantado y receloso como este documento nos prueba. Esto significaba un peligro ante el vigor que el Reich había cobrado. Franco le trasladó a Asuntos Exteriores para que desde allí asumiera la responsabilidad. Y así se produjo como hemos visto en Hendaya. Al duque de Alba (un Estuardo con asiento en los Lores) se dieron plenos poderes para mantener en Londres el equilibrio y la esperanza. Por otra parte el hermano del Generalísimo, Nicolás, embajador en Lisboa, ponía en marcha el que llamarían bloque ibérico porque Portugal anglófila y España germanófila podían prestarse recíproca ayuda para eludir el peligro. Y ese estaba ahí. Para la Wehrmacht Gibraltar era uno de los objetivos esenciales. Churchill explicaría en los Comunes el servicio que la postura español a estaba prestando. Así llegamos al punto final que permite destacar la importancia de las conclusiones a que Togores y Cervera llegan. El Führer no podía tolerar las evasivas de aquel simple generazuelo sometido a su autoridad. Y el 12 de noviembre de 1940 firmó la orden de la puesta en marcha de la operación Félix. Las tropas alemanas atravesarían la Península para llevar a cabo la conquista de Gibraltar. Era de hecho la guerra impuesta y no solicitada. Serrano Suñer fue convocado a una reunión con el Führer en Bertchesgaden. Al recibir la orden se encolerizó y dijo a su cuñado: en estas condiciones no voy pues se me trata como a un doméstico. Y Franco le dijo: tienes que ir para continuar nuestra política, pues si no vas los encontraremos en Valladolid. Curiosa referencia al bonapartismo. Los días 19 y 20 de noviembre fueron decisivos. Así nos lo explicó directamente Serrano. Desde el primer momento comprendió que no se le llamaba para negociar sino para recibir órdenes. Ignoraba que se había producido la derrota de Italia en Albania que obligaría a los alemanes a cambiar sus frentes. Vio cómo el embajador español era tratado y prácticamente le desautorizó. Luego olvidando el discurso que tenía preparado respondió a las palabras del Führer dejándose caer en un butacón y diciendo: esto no se hace a un amigo. Sin darse cuenta había conseguido la mayor victoria de su vida pues Hitler suspendió la operación Félix y esta vez España había conseguido salvar su neutralidad y para siempre. Son detalles que la Memoria histórica no debe olvidar.

RAÚL