EXQUISITA CORRECIÓN

  • 20 ago. 2018
  • La Razón

Exquisita corrección

La ministra de cualquier cosa del Gobierno de Sánchez y Begoña, Dolores Delgado, nos ha regalado una nueva versión de la corrección digna de estudio. Me consta que no puede aceptarse como disculpa ignorar qué cartera ministerial transporta por el asa la señora Delgado. Se lo pregunto a un amable transeúnte comillano, y resulta ser inglés. Otro viandante me informa con voluntaria amabilidad: –Creo que esa mujer es ministra de cualquier cosa, principalmente de Agricultura–. Se suma al corrillo un tercer paseante, que termina de salir de la parroquia de San Cristóbal después de asistir a la Santa Misa. – Me suena que de Justicia, pero no pongo la mano en el fuego–. No obstante, creo que el tercer concurrente es el que más se ha acercado a la verdad. Un cuarto participante en la improvisada tertulia nos revela que ha leído en un periódico cuya cabecera no recuerda que la señora Delgado es ministra De Igualdad Sexual, pero lo ha dicho sin excesiva convicción, para hacer daño probablemente. La gente es así, que le gusta hacer daño, y no calcula bien el alcance de la herida anímica que puede originar.

BARRIO

Establezcamos, pues, con la prudencia precisa, que la señora Dolores Delgado es, como apuntó el tercer viandante, ministra de Justicia. Se trata de un ministerio importante, fundamental y añejo. Durante el reinado de don Alfonso XIII, cuando inicié el bachillerato, la denominación era más rumbosa. Ministro de Gracia y Justicia, es decir, que la Justicia dependía de la generosidad de la Gracia, del perdón. En el caso que nos ocupa, doña Dolores cambia la gracia por el pitorreo. Ministra del Pitorreo y Justicia , o mejor cambiando conjunción por preposición, ministra del Pitorreo de Justicia, que encaja mejor, como un pirulí de La Habana en La Habana.

La ministra del Pitorreo de Justicia, doña Dolores Delgado –todavía puede serlo de Energías Blancas, pero me da pereza comprobarlo–, ha manifestado que Chistorra ha estado muy correcto. Chistorra, como todo gerundense sabe, es el presidente de la Generalidad de Cataluña y gran amigo de Sánchez y Begoña, aunque menos afortunado en el empaque. Chistorra ha aprovechado la presencia del Rey en Barcelona para acuciar a los separatistas catalanes a «pasar al ataque contra el Estado Español». Del mismo modo, Chistorra nada hizo para ordenar a sus borbónicos Mozos de Escuadra que retiraran de un vistoso edificio de la plaza de Cataluña un gran cartel que vejaba, insultaba, hería y volteaba la imagen de quién es el Rey de todos los españoles, incluídos los que pretenden dejar de serlo, como Chistorra, por poner un ejemplo cercano. Ya sabemos cómo es Chistorra, cual es su límite intelectual y cómo las gasta y se las gasta. Pero que la ministra del Pitorreo de la Justicia considere que la declaración prebélica contra España de Chistorra y sus groserías al Rey entran dentro de lo «correcto», se me antoja escandaloso, de cuesco de aurora boreal. Esta señora, sea ministra de lo que sea, se tiene que marchar a hacer puñetas inmediatamente, porque nos ha insultado a todos los españoles gratuitamente. Si es correcto insultar al Rey y provocar los ataques contra España, también debe entrar en los ámbitos de la corrección decir que esta ministra, además de cobarde, barrita idioteces. – Usted barrita idioteces–; –le agradezco su exquisita corrección–.

En mi niñez, cuando la boda de Alfonso XIII con Victoria Eugenia de Battenberg, sólo estaba autorizado, dentro del Gobierno, a decir tonterías el ministro de Comunicaciónes. Pero jamás el ministro de Justicia, o de Gracia y Justicia, al que se le exigía buena educación, preparación jurídica, equilibrio emocional, sentido de Justicia, y no soltar majaderías como las que ha emitido la presumible ministra Dolores Delgado, que por otra parte, en el trato personal y familiar, puede resultar encantadora, que ahí no me meto.

No solicito nada que afecte a la señora Delgado en su vida. Pido, como ciudadano libre, que sea expulsada inmediatamente del Gobierno de España, por manifiesta incoherencia y presumible indignidad.