Nuestro asociado el GD Jesús Argumosa, publica en La Critica el siguiente articulo:

Israel, Hamás y la niebla de la guerra

Es un hecho objetivo que, desde el 22 de febrero de 2022, cuando Rusia invadió Ucrania, se ha implantado en la comunidad internacional la lógica de la guerra a expensas de la lógica de la paz. Desde entonces se han reanudado cuatro graves conflictos como la guerra en Tigray a finales de agosto de 2022, la rendición de la República de Artsaj tras una ofensiva de Azerbaiyán, a finales de septiembre del mismo año, la tercera guerra civil sudanesa a mediados de abril de 2023, terminando con el ataque de Hamás a Israel el pasado 7 de octubre.

Hace cinco (5) semanas del ataque contra Israel del Movimiento de Resistencia Islámica (HAMAS), el 7 de octubre pasado, que ocasionó, según las últimas estimaciones israelíes unos 1200 muertos frente a los 1400 que se anunciaban hace unas semanas. Los últimos datos referidos a víctimas de ambas partes suponen más de 11.000 muertos palestinos, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad de Gaza mientras que los fallecidos israelíes han superado la cifra de 1240.

Es importante señalar que Hamás tiene como finalidad principal destruir Israel y establecer un Estado palestino desde el río Jordán hasta el Mediterráneo cuyo gobierno se regirá en todo momento por los preceptos de la sharía. Su modus operandi responde a lo estipulado por el terrorismo del salafismo yihadista que no respeta en ningún momento el derecho internacional humanitario en operaciones tan feroces y salvajes como las efectuadas en el ataque del pasado 7 de octubre.

Los dos objetivos prioritarios de Israel son, en primer lugar, eliminar las capacidades militares de Hamás junto con su infraestructura política y de gobierno –a sabiendas de que es imposible la anulación del movimiento islámico con su propia ideología–. En segundo lugar, se pretende liberar a los algo má de 240 rehenes en poder de la milicia, según las últimas informaciones.

Para lograr el primer objetivo, la ofensiva israelí, en estos momentos, está centrando sus ataques en la ciudad de Gaza y alrededores, bajo cuyo suelo y edificios, entre los que se hallan los hospitales, se encuentran una serie de galerías con puestos de mando, centros de operaciones, centros de inteligencia, depósitos de munición o miembros dirigentes de Hamás y donde se está librando una lucha compleja y cruel superponiéndose varios tipos de guerra, convencional, asimétrica, limitada, de minas, irregular, urbana, subterránea o religiosa, entre otras.

Este conglomerado de tipos de guerra al que podemos denominar guerra holista es de muy difícil ejecución, especialmente cuando es preciso efectuar operaciones militares en el ambiente urbano y subterráneo donde se impone con fuerza la moral, la voluntad de vencer, el valor, el coraje o la sangre fría del combatiente sobre la superioridad del material militar de ambos contendientes.

En el caso concreto de la ciudad de Gaza, el combate en calles llenas de escombros, en galerías y túneles donde impera el explosivo, los lanzallamas, las granadas de mano, las emboscadas, la lucha sangrienta cuerpo a cuerpo, en ambiente desconocido para el soldado israelí y habitual para los milicianos que lo conocen perfectamente, supone un desgaste y un esfuerzo bélico tremendo que afecta profundamente al combatiente.

Se pueden utilizar diferentes modalidades de ataque y procedimientos de combate para anular o dominar los 500 km de galerías de la Franja, desde ir cerrando o cegando una por una las salidas de las galerías mediante explosivos u hormigón armado de rápido fraguado hasta la entrada por pequeños grupos en las galerías previamente cercadas, avanzando zona por zona con una cirugía táctica impregnada de una fortaleza psíquica y mental que supere el miedo y la amplificación del ruido de los disparos que en recintos cerrados es ensordecedor.

Para conseguir el segundo objetivo se cuenta con tres intermediarios capitales, Qatar, Estados Unidos y Egipto. De los tres, Qatar es un jugador imprescindible como mediador en esta guerra al ser el más importante país que financia a Hamás, un aliado clave de Estados Unidos al que compra miles de millones de dólares anuales en material militar al mismo tiempo que alberga cuarteles del Mando Central estadounidense y tiene buenas relaciones con Irán con el que comparte yacimientos gasísticos. A mayor abundamiento, Qatar acoge la oficina política de Hamás desde 2012.

A nivel regional, se han registrado operaciones de Hezbollah lanzando drones, proyectiles de mortero y misiles, principalmente, contra objetivos militares israelíes con el propósito de distraer a Israel de su esfuerzo principal en Gaza, en una escalada controlada en la frontera libanesa al mismo tiempo que también existe un intercambio de ataques con diversos lanzamientos entre fuerzas sirias e israelíes en los Altos del Golán mientras en el Sur de Israel se recibían ataques con misiles y drones de los huties de Yemen. También milicias proiraníes han atacado bases estadounidenses en Irak y Siria. Se entiende que las operaciones en Cisjordania son locales.

En el horizonte internacional, la preocupación más importante para la seguridad mundial consiste en las continuas manifestaciones de musulmanes contra Israel no solo en los países de mayoría musulmana sino también en algunos países occidentales. Las terribles imágenes que aparecen en los medios donde se ven, fundamentalmente, muertos y heridos producidos por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en Gaza producen un gran impacto en el público. Por otro lado, apenas aparecen referencias a la matanza de israelíes ocasionadas en el ataque de Hamás del pasado 7 de octubre. Hoy, la narrativa que circula favorece nítidamente a los palestinos.

A esta mayoritaria postura antiisraelí se añade la posición adoptada en la Cumbre de los 57 países pertenecientes a la Organización de la Conferencia Islámica (OCI), celebrada este pasado fin de semana en Riad para abordar la guerra en Gaza y sus repercusiones manifestando que “ni Israel ni todos los países de la región gozarán de paz y de seguridad si no se establece un Estado Palestino independiente”.

Por otra parte, la comunidad internacional se pregunta cuántos palestinos deben morir para satisfacer a las autoridades israelíes. Ahora la tasa de equivalencia se halla cercana a 1 israelí por cada 10 palestinos, incluidos los de Hamás. En cuanto a una posible escalada global, va a depender mucho de la actitud y acciones que tome Irán. Las autoridades de este país han llegado a declarar que como siga la guerra contra los civiles en Gaza se puede tomar una medida preventiva o que la expansión de la guerra se ha vuelto inevitable.

El posicionamiento de las grandes potencias y de las potencias emergentes se halla muy polarizado, desde el apoyo pleno a Israel de Estados Unidos, India, Reino Unido y Alemania hasta el apoyo a los palestinos de Rusia, China y gran parte del llamado Sur Global. La Unión Europea está dividida en su apoyo a una u otra parte. Algunos países muestran una ambigüedad calculada.

Es cierto que Israel tiene el derecho a la legítima defensa de acuerdo con el artículo 51 de la Carta de Naciones Unidas, pero también es verdad que su reacción debe de estar dentro de una respuesta proporcionada y equilibrada al mismo tiempo que respeta lo determinado en el derecho internacional humanitario ya sea en la rama de los Convenios de Ginebra de 1949 con los Protocolos adicionales de 1977 o en la del Convenio de Ginebra de 1954 y otros Convenios posteriores. Aunque desde el Holocausto, los israelíes dijeron “nunca más”, no se debe olvidar que Israel es un Estado democrático mientras que Hamás es una organización terrorista.

Llegados hasta aquí, parece conveniente hablar de la niebla de la guerra, término utilizado por Carlos von Clausewitz en su obra De la guerra, a comienzos del siglo XIX. En mi opinión es un concepto más amplio que la confusión e incertidumbre originada en la mentalidad de las autoridades que llevan a cabo la dirección de la guerra recibiendo informaciones dudosas y contaminadas al mismo tiempo que están sometidas a inmensas presiones de todo tipo, sino que también afecta psicológica, sentimental y emotivamente al público, muy sensibilizado por las continuas imágenes en los medios, algunas de ellas dadas en tiempo real.

En relación con las actuales visualizaciones mediáticas de los muertos y enfermos de los hospitales que producen un enorme impacto en el público parece preciso equipararlas frente a la consideración que las FDI hacen de ellos cuando los contemplan como bastiones de Hamás, utilizándoles como puestos de mando y bases de operaciones, en una simbiosis hospital-túnel e incluso usando a las ambulancias al servicio de los terroristas de Hamás. Con independencia de que el ataque a un hospital atenta contra el derecho de la guerra, estas contradictorias informaciones deben ser objeto de una profunda investigación para llegar a conocer la verdad.

Tomando como apoyatura que esta es una guerra existencial para Israel y que es totalmente imprescindible establecer un Estado palestino independiente, conectado y con Jerusalén como capital y con un acuerdo justo para el retorno de los refugiados parece lógico, razonable y de sentido común que, por un lado, se destruyan las capacidades militares de Hamás y, por otro, que Israel responda conforme al derecho internacional humanitario y que abandone, definitivamente, la ocupación de Gaza.

GD (r) Jesús Argumosa Pila      Asociacion Española de Militares Escritores