HONOR, LEALTAD Y SACRIFICIO

TRIBUNA ABIERTA «Los Reyes honrarán hoy al coronel Corona, la persona que dedicó la mayor parte de su vida profesional y personal, sus más de treinta años en el Palacio de la Zarzuela, a las personas que encarnan esta institución, la Monarquía»

HACE casi dos años, el 12 de mayo de 2017, el Rey Felipe VI, firmaba el Real Decreto-Ley 503/2017 por el que se concedía la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil al coronel de la Guardia Civil José María Corona Barriuso, jefe del Servicio de Seguridad de la Casa del Rey. Y en ese difícil cometido estuvo este gran profesional de la milicia y de la Guardia Civil hasta el día de su muerte, el 10 de octubre de ese mismo año. Hoy, día 21 de febrero, en un acto casi familiar a celebrar en el Palacio de la Zarzuela, la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil le será impuesta a Clara, su viuda, acompañada por sus hijos José María y Clara.

ABC José María Corona Barriuso

Seguro que el acto de hoy, la entrega de la Gran Cruz por parte de su Gran Maestre, el Rey Felipe VI, será brillante, sincero y emotivo en el que con toda certeza prevalecerá la gratitud y el reconocimiento general y, sobre todo, el especial cariño y respeto a su memoria de los Reyes, y los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, honrando a la persona que dedicó la mayor parte de su vida profesional y personal, sus más de treinta años en el Palacio de la Zarzuela, en las personas que encarnan esta institución, la Monarquía; personas tan queridas y respetadas para él.

Una institución, la Monarquía, que José María siempre admiró y respetó y con la que, como guardia civil a su servicio y para proteger al joven Príncipe, entró en contacto más personal en 1984, cuando nuestro actual Monarca sólo tenía 16 años. De ahí, de tantos años de servicio honrado y sin horarios; de su probada lealtad, dedicación y eficacia; de su proximidad e implicación humana en todo cuanto participaba; de su gran vocación y preparación desde la cuna/casa cuartel como militar; de ver en él los grandes valores de honor, eficacia, disciplina, sacrificio y cumplimiento del deber que siempre ha encarnado la Guardia Civil, arranca el profundo respeto y afecto de Felipe VI y de toda la Familia Real hacia el coronel Corona.

Hijo del cabo de la Guardia Civil don Francisco Corona, José María había nacido en Burgos y dio sus primeros pasos en el cuartel de Hortigüela, donde estaba destinado entonces su progenitor, que fallecería en 1967. Este hecho marcará su vida, su futuro y su amor por la Benemérita. Dos años después y en régimen de internado, se incorporaría al Colegio Infanta María Teresa, centro en el que forjará su carácter y los limpios valores que siempre fueron el vértice de su vida; allí, también, en la disciplinada e intensa convivencia de tantos años alrededor del estudio, encontrará los compañeros/hermanos/familia (entre los cuales está quien escribe estas líneas) que han sido su base y que han encontrado en él, siempre, apoyo durante toda la vida; personas que sienten la palabra amistad con letras doradas, desde la sinceridad de sentimientos, el amor por la Institución y el altruismo.

El 10 de octubre de 2017, tras luchar durante años contra el cáncer, nos dejaba. Recuerdo nuestras conversaciones de meses anteriores; los muchos compañeros, profesores, detalles y recuerdos comunes que yo sacaba a colación buscando sentirle remontar en su ánimo; escucharle, aún tan cansado, y sentir su risa. Ese mismo día 10 de octubre, por la tarde, un grupo de compañeros de Infanta María Teresa fuimos al Tanatorio de La Paz, en Alcobendas, y dejamos nuestra humilde corona de flores: «Tus compañeros del Colegio Infanta María Teresa»; junto a ella, también estaba la de los Reyes Don Felipe y Doña Letizia; y la de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía.

Días después, el 20 de octubre, tuvo lugar el funeral familiar. Estuvimos un grupo de colegiales del Infanta alrededor y arropando afectivamente a Clara, a sus hijos, José María y Clara; y a Mari Ángeles y Ofelia, sus hermanas y colegialas del Juncarejo. Una vez acabada la ceremonia, comentábamos decenas de detalles, entre ellos, cómo el día siguiente al fallecimiento, tras la misa-funeral celebrada en la capilla del Tanatorio, todos los asistentes destacaban la lealtad de José María Corona, su carácter discreto, afable, optimista, con sentido del humor y cercano; todo ello, cuando muchos de nosotros, en el rincón apartado y más querido de nuestra memoria, aún le veíamos jugando con nosotros en el Campo de la Enfermería o velando las primeras armas juveniles de nuestra revolucionada y primaveral adolescencia en el Parque de Berlín, junto a las históricas Cuarenta Fanegas. Por la tarde de ese día 11, en visita privada y de riguroso luto, vendrían los Reyes a quienes él tanto quería; un afecto, un sentimiento profundo, sin duda y de corazón, sincero y correspondido.

21 feb. 2019    ABC    POR PEDRO CÓRDOBA QUINTANA – ACADÉMICO DE LA REAL ACADEMIA DE JURISPRUDENCIA Y LEGISLACIÓN