LA JURA DE BANDERA, UN COMPROMISO CON ESPAÑA AL ALZA

 

En la última década, más de 100.000 civiles han participado en una de las juras de bandera organizadas por las Fuerzas Armadas. La cifra de 2022 triplicó a la de 2013

 

Una soleada mañana de octubre de 2018, Felipe Pulido, con solo 27 años, selló su compromiso con España en el patio del Alcázar de Toledo. Como él, más de 100.000 personas han participado en una de las juras de bandera civiles organizadas por el Ministerio de Defensa en los últimos diez años.

La Princesa Leonor protagonizó hace escasas semanas la jura de bandera más mediática de los últimos tiempos. Lo hizo como alumna cadete de la Academia General Militar de Zaragoza junto a sus compañeros, pero el beso a la bandera no está limitado a los miembros de las Fuerzas Armadas y cualquier persona que lo desee puede comprometerse públicamente con la nación y con todo lo que ella representa en una celebración organizada por los Ejércitos o la Armada. «¡Españoles! ¿ Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?». Con estas palabras, el jefe militar correspondiente da comienzo al acto civil de juramento, a lo que los ciudadanos deben contestar con un rotundo y unánime grito: «¡Sí, lo hacemos!». A continuación uno a uno depositan un beso sobre la enseña nacional como símbolo de su compromiso con España.

Felipe Pulido recuerda con emoción este momento. «Es una forma de comprometerte con tu país, de reafirmar el compromiso como españoles, su defensa y lo que significa». Fue con amigos de su pueblo, de la provincia de Toledo, y aprovecharon una jura extraordinaria que se organizó con motivo del 175 aniversario de la bandera rojigualda. «Además en el Alcázar, un lugar muy significativo», recuerda con su foto besando la enseña aún en su perfil de WhatsApp cinco años después.

Sin histrionismos

Más reciente lo tiene Rocío Tarlea. Ella participó el pasado mes de junio en una jura organizada por la Guardia Real y presidida por el mismo Felipe VI. El entorno, los militares vestidos de gala, el Rey… todo fue «muy emocionante y bonito». Pero más allá de la estética, Tarlea vivió el día como la constatación del compromiso con España que ya había adquirido al aprobar unas oposiciones. Hija de servidores públicos y ella misma funcionaria del Estado como letrada del Consejo de Estado, cree que la jura no significa nada muy distinto de lo que ya lleva haciendo durante toda su vida profesional. «Fue ratificar algo en lo que ya creo y con lo que ya estaba comprometida». Con este compromiso, aleja el gesto de «histrionismos» o «cuestiones políticas» y reivindica una «visión moderna y contemporánea de lo que significa servir a tu país». Así intenta educar a sus hijos, en el amor a España y respeto a sus instituciones, que no significa ausencia de espíritu crítico, deja claro.

Tarlea preside una asociación de diplomados en altos estudios de la defensa nacional (Adalede) y fue en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (Ceseden) donde se planteó por primera vez la posibilidad de jurar bandera, tras escuchar a una compañera revelar que le parecía exagerado el compromiso de dar tu vida por el país. Fue entonces cuando reflexionó sobre las consecuencias del acto y meses después volvió a su mente y decidió dar el paso. «Pensé que por qué no. Yo ya estoy comprometida con mi país como un civil lo puede estar, siendo funcionaria pública. Y en el acto de jura se nos explicó el compromiso con esta idea de querer a tu país y trabajar por él cada uno en su ámbito profesional y personal, nada distinto de lo que ya estaba haciendo».

Los civiles que quieran jurar bandera solo deben cumplir tres requisitos: tener cumplidos los 18 años, estar en posesión de la nacionalidad española y no haber sido declarados incapaces por una sentencia judicial firme. A partir de ahí, el Ministerio de Defensa ofrece un listado de las juras previstas y solo pide rellenar un formulario para sumarse a una de ellas. Esto es lo que hicieron 6.637 personas en 2013 y más de 19.000 en 2022. Pese a haberse triplicado la cifra, el número de jurandos ha sido oscilante en esta década. Su punto máximo llegó en el año 2018, cuando 19.884 personas sellaron su compromiso con España. Fue justo después del año más convulso en Cataluña, con la declaración unilateral de independencia, la aplicación del artículo 155 de la Constitución y la convocatoria de elecciones autonómicas, aunque lógicamente no hay ningún registro del motivo que llevó a esos casi 20.000 españoles a besar la bandera. Quien sí confiesa que la situación política está detrás de su decisión de participar en una jura civil es Carmen Gras, catalana de origen aunque afincada en Madrid desde hace más de una década. Tiene previsto hacerlo próximamente con el Ejército del Aire, con el que tiene vínculos cercanos, y cree que la jura de bandera es algo que deberían realizar todos los españoles. Gras asegura estar «muy orgullosa» de ser catalana y precisamente por eso el «tema político» está detrás de su decisión como demostración de su amor a la bandera española. «Es una manera de demostrar que amo a mi país, un acto público que todos los españoles tendríamos que hacer, un tema social, civil,…». La posibilidad de jurar bandera llevaba muchos años en su cabeza, pero más aún desde que la situación política de Cataluña se recrudeció. Carmen Gras tiene famil ia y amigos en Madrid y en Barcelona y a través de sus ojos ha ido también comprobando el deterioro de la convivencia, algo que lamenta. «Es un tema político para mí, para mi f amilia, mis amigos y mi país», apunta a la espera del día, al que tiene previsto acudir junto a una amiga con la que después compartir una celebración familiar.

El Ministerio de Defensa define la jura civil como «la expresión cívica, pública e individual de lealtad hacia España y hacia los españoles». Según subraya, se trata de «un compromiso por defender los intereses colectivos y comprometerse a ello siendo un buen ciudadano». «El ciudadano decide por voluntad propia mostrar ante todos que está decidido a contribuir por el bien común. Es una promesa que el ciudadano se hace a sí mismo y que puede desempeñar en cualquiera que sea su labor en la sociedad, ya sea en el trabajo o con la familia, en el entorno público o privado», continúa poniendo ejemplos con los que puede identificarse cualquier español: pagar sus impuestos como exige la Ley, colaborar con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado cuando la situación lo requiere, comportarse de forma adecuada,… La jura también puede suponer, dentro de estos valores éticos, «el apoyo a la seguridad y la defensa de España», lo que lleva a algunos ciudadanos a dar un paso más allá e integrarse en las Fuerzas Armadas como reservistas voluntarios, un salto que también dio Felipe Pulido pocos años después de su jura de bandera.

Se trata de un acto solemne históricamente relacionado con la milicia. Tomar juramento a quien acaba de entrar en el Ejército es una ceremonia que procede de la Antigua Roma. Ya entonces, mediante el ‘sacramentum’, se convertía a un ciudadano en un legionario. En España existen testimonios de estos actos desde la Edad Media, en tiempos de la Reconquista. Mediante el juramento se creaba una relación que no se daba entre el Rey y un súbdito cualquiera, pues el soldado pasaba a percibir del monarca un sueldo y armas y estaba legitimado para usar de la violencia, dentro de unos límites, según relata Defensa. Con el paso de los siglos, la ceremonia se ha ido adaptándolo al tiempo actual, pero mantiene su esencia.

En España, la jura de bandera se reguló en el año 2004, tras el fin del servicio militar obligatorio, para que no solo los militares pudieran manifestar públicamente su compromiso con la defensa del país. Y desde entonces han sido miles los ciudadanos que han decido hacerlo. Los números solo descendieron en 2020 (314) y 2021 (2.143) como consecuencia de las restricciones impuestas por la pandemia de Covid-19.