En el diario La Razón, el Almirante, r Angel Tafalla pública este trabajo sobre la Operación ATALANTA.
La Operación Atalanta
Los secuestros de los pesqueros vascos «Alakrana» y «Playa de Bakio» –que concluyeron con la humillación del gobierno Zapatero de pagar rescate pese a tener fuerzas en la escena– sirvieron de estímulo para emprender la Operación Atalanta que ha contribuido a mantener a partir del 2009, en nombre de la UE, el Índico y el Mar Rojo seguros para la pesca y el tráfico marítimo internacional. España lleva unos 15 años aportando buques y aviones de Patrulla Marítima a esta Operación. El mando estratégico está en Bruselas y el operacional lo tenía –hasta el Brexit– un Almirante británico desde Northwood. A partir de este momento, pasó a un Vicealmirante español con sede en Rota, lo que aporta prestigio tanto a nuestra Nación, como a su Armada. En zona, el mando lo ejerce un Contralmirante europeo que va rotando mientras que los buques y aviones los proporcionan los diferentes países de la UE. Los piratas contra los que opera la Atalanta están basados en Somalia y su motivación es económica. Ahora han surgido en el Mar Rojo otra clase de ataques y secuestros por parte de los hutíes del Yemen con una motivación más complicada pero que presentan, junto a los somalíes, una amenaza ilegal al tráfico mercante que discurre por el Mar Rojo y el Canal de Suez, vital para el comercio rentable de Europa con Asia y Oriente Medio.
El 7 de octubre pasado comenzó el conflicto actual de Gaza. No voy a describir aquí las acciones de represalia de Israel ni los intentos de la administración Biden por mantener un cierto equilibrio entre el esencial apoyo militar que presta a la misma, a la vez que intenta moderar al Sr. Netanyahu en sus excesos con la tragedia humanitaria de los palestinos civiles en Gaza. Todo ello, tratando de evitar a la vez que el conflicto se extienda a todo el Oriente Medio mientras responde controladamente a los ataques que fuerzas norteamericanas desplegadas están recibiendo ahí. La situación es sin duda compleja, como demuestra la cautelosa reacción árabe, encabezada por Arabia Saudí, y la de una UE que intenta a la vez nadar y no mojarse, mostrándose compasiva con los palestinos aunque defienda que la única nación democrática de Oriente Medio tiene que sobrevivir. Así la situación, los hutíes la han embrollado más al atacar indiscriminadamente al tráfico mercante que transita por el Mar Rojo aunque alegan querer hacerlo únicamente contra los asociados con Israel. En este complicado escenario, que evoluciona rápidamente, es difícil adoptar decisiones y se comprende que nuestro Gobierno no quiera aparecer como alineado incondicionalmente con Israel. Pero mucho menos lo debería hacer con Hamás cuyo aliado hutí está atacando sustancialmente los intereses económicos españoles y europeos. Nuestro Gobierno tendría que lograr compatibilizar la piedad por los palestinos con la firmeza ante Hamás, que será nuestro enemigo potencial en el hipotético caso de triunfar en Palestina.
En la tragedia de Gaza los gobiernos árabes dudan, buscando un equilibrio entre sus opiniones públicas sin ningún matiz pro palestinas y el intento de acercamiento a Israel que supusieron los acuerdos de Abraham que tenían la finalidad de crear un frente común ante la prioritaria amenaza iraní. Los europeos también dudamos, pero al final tendremos que apoyar a Israel porque detrás de él están los EEUU de los que dependemos vitalmente para nuestra seguridad inmediata (Ucrania). Cuando llegue ese momento Francia o sobre todo Italia –lograr prestigio es siempre el gran motor internacional– tratarán de hacerse con el mando de la operación que sustituya a la Atalanta, que habrá que organizar ex novo. Como no van a coexistir dos operaciones europeas en la misma zona, el esfuerzo español de 15 años por mantener abierto el comercio marítimo con Asia y Oriente Medio acabará así ignominiosamente. Aunque claro, siempre podremos contribuir a esta nueva operación, pero obedeciendo en lugar de mandando. Si el veto a ampliar la Atalanta continua por parte de nuestro Gobierno el mensaje que mandaremos está claro: no estamos preparados para dirigir internacionalmente nada; nos conformamos con contribuir; los complicados equilibrios de nuestra política interna lo impiden. La decisión siempre es difícil; por eso existen líderes. Solo la vista larga hacia dónde acabaremos y no dejarse arrastrar por compañeros políticos eventuales nos puede ayudar a mantener el prestigio y ver más claro el futuro de nuestros intereses nacionales.
- Ángel Tafalla. Académico correspondiente de la Real de Ciencias Morales y Políticas y Almirante (r).
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