De risa, si no fuera para llorar porque afecta a nuestra patria, dignidad, honor y soberanía, hoy todo ello en ruinas.

¿Se acuerdan de que el iluminado de Sánchez decidió sacar a la fragata Méndez Núñez de la flota norteamericana en la que estaba integrada? ¿Se acuerdan de que lo hizo en uno de esos impulsos incontrolados que padece cada vez con más asiduidad? ¿Se acuerdan de que Margarita Robles (a) la mofletes, histérica en su despacho, obedeció a su dueño con la misma diligencia que un perrito faldero salta al mostrarle una golosina? ¿Se acuerdan del ridículo tan espantoso que hicimos por tamaño despropósito? ¿Saben qué ha pasado con dicha fragata y su tripulación? Pues si se acuerdan de todo lo dicho, les vamos a decir cómo está la cosa.

El caso es que desde entonces, y ya van casi dos meses, la citada fragata navega en círculos por el Índico sin rumbo, sin norte, sin objetivo, sin misión y… sin ton ni son. Entre las diversas Armadas occidentales que por allí pululan, a los de la Méndez Núñez les llaman los “españoles errantes”, rememorando aquella vieja leyenda de un holandés que vagabundeaba en un buque fantasma por los siete mares.

Los de la Méndez Núñez, además, están batiendo records de permanencia en la mar, así como en el limbo, pues en tal océano llevan ya casi ocho meses, y en el limbo casi dos de ellos.

El Ministerio de Defensa, aún en las garras de esa penosa sectaria e inepta que es Robles, y feminista –que por ello no tiene nada de femenina, y que ni siquiera cuando se empeña en vestirse de rojo levanta… pasiones—, ha intentado hasta la saciedad que los yanquis readmitan en su flota a nuestros errantes marinos, pero claro, éstos le han hecho un corte de manga que ha sonado hasta en Calcuta.

 

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