NATO Review: DESINFORMACIÓN

CONTRARRESTAR LA DESINFORMACIÓN: MEJORAR LA RECUPERACIÓN DIGITAL TOTAL DE LA ALIANZA

La Alianza necesita una estrategia ampliamente efectiva para contrarrestar la cambiante amenaza de la desinformación. La inteligencia artificial (AI) puede ayudar a identificar y retardar la extensión de contenidos falsos y perjudiciales mientras sostiene los valores de las sociedades plurales y abiertas.

Desinformación: nada nuevo precisamente

La falsa información y los relatos erróneos han sido instrumentos de conflictos y política desde que la mítica ciudad de Troya se rindió a los griegos y probablemente antes. En el pasado lejano existieron caballos de madera, falsos testimonios y falsos planes. Hoy tenemos noticias falsas, perfiles falsos de medios y relatos falsos creados para equivocar –en ocasiones como parte de campañas bélicas coordinadas-.

Los medios e internet han hecho posible una revolución de la desinformación. Vivimos en un mundo de instrumentos digitales de bajo coste y medios de un alcance, escala y repercusiones radicalmente amplios. Lo preocupante es que estos fácilmente accesibles instrumentos están disponibles, no solamente a actores estatales, no estatales, particulares sino a todo el mundo también.

Los falsos mensajes y relatos incendiarios han sido titulares en casos extremos, principalmente en los Balcanes y algunos países aliados. Su peor peligro es el daño que pueden producir a la fe de la gente en las instituciones democráticas y recursos de información y debate públicos. Los últimos años han visto una creciente polarización política, unos niveles históricamente bajos de confianza en las instituciones y casos de inquietud y violencia, estimulados en parte por la falsa información.

Los países de OTAN mantienen sistemas civiles de comunicaciones abiertas algunos con altas tasas de medios y uso social de mensajes. El caracteres plural de sus sociedades, ventaja y origen de fortaleza, puede proporcionar al mismo tiempo oportunidades para la existencia de relatos divisores e incendiarios. Para muchos de estos países las estructuras reguladoras protectoras y de recuperación total están en mantillas. La combinación de estas condiciones hace particularmente preocupante para la Alianza la amenaza de la desinformación.

El enfoque sobre los hechos falsos

Las empresas mundiales de medios han aceptado con sus medios el reto de reducir la falsa información. La mayor parte emplea verificadores internos de los hechos para vigilar la diseminación de la información falsa. Algunas confían en la verificación o moderación por terceros. Varios medios populares, incluyendo Facebook, You Tube y Twitter, facilita a sus usuarios la opción de informar de otros sospechosos de diseminar información falsa. Y, en un esfuerzo por corregir retroactivamente el daño causado, la gran mayoría de medios han empleado la eliminación en masa de contenidos no identificados o erróneos por estos métodos.

A lo sumo esto ha resultado escaso, demasiado tardío. Como mínimo ha llevado a acusaciones de censura y la eliminación de información u opiniones que posteriormente resultaros creíbles o merecedoras de debate público.

La cuestión del volumen

Hay cerca de tres mil millones de usuarios activos mensuales sólo de Facebook, cada uno capaz de escribir algo incendiario en el medio. Twitter tiene más de 350 millones, incluyendo personas importantes, líderes populares de opinión y personas influyentes, listas y con recursos.

La idea actual para contrarrestar la desinformación se basa en su mayor parte en la verificación manual, la eliminación de contenidos y el control del daño. Mientras que la intervención humana puede ser útil en casos que requieren entender los matices o la sensibilidad cultural, valen poco para el enorme volumen de información diaria. No es probable que más plantilla  sea una opción realista para identificar proactivamente lo falso o perjudicial antes de su amplia extensión. La verificación humana se halla sujeta a error, mala interpretación y desviación por sí misma.

¿Qué se hace viral?

“Lo falso vuela y lo verdadero llega detrás cojeando”, escribió el satírico Jonathan Swift el siglo XVII. Un estudio reciente de MIT concluyó que, en Twitter, es más probable que las noticias falsas se vuelvan virales y los usuarios regulares, no los “autómatas”, son responsables de compartirlas. También la gente “retwittea” estas noticias falsas con sentimiento de sorpresa y disgusto. En contraste, las verdaderas producen otro de tristeza, anticipación y confianza (siendo compartidas mucho menos).

Esto plantea una oportuna cuestión: ¿Deberíamos centrarnos, no en los hechos sino en las emociones? ¿Y se podría así instruir a los ordenadores, no a las personas?

No verifiquen los hechos sino las emociones

El análisis del sentimiento basado en la inteligencia artificial supone una postura totalmente diferente para reducir la desinformación instruyendo a los ordenadores para identificar los mensajes y textos con elementos de sorpresa, disgusto y otros productores de emociones. Estos es más probable que vayan asociados a falsa información e inflamen las pasiones de los medios.

El lenguaje natural que procesa los algoritmos hace posible identificar indicadores lingüísticos de las emociones en cuestión. Evitan la verificación humana de los hechos, reduciendo la desviación y el coste y aumentando la velocidad del proceso. Estudiantes de la Universidad Johns Hopkins ha creado un prototipo prometedor y sus compañeros del Instituto de Tecnología de Georgia y el Colegio Imperial de Londres han desarrollado estimaciones de viabilidad y posibles posturas de regulación.

No paren la desinformación, redúzcanla

Una vez se identifican el mensaje o texto altamente viral (y probablemente falsos), ¿qué hacer? Una analogía del mercado financiero sugiere una solución: un “cortocircuito” automático que suspende o reduce temporalmente la diseminación del contenido emotivo.

El mercado financiero evita el pánico suspendiendo temporalmente el comercio de acciones que han bajado de un determinado umbral de porcentaje. En la Bolsa de Nueva York las acciones que bajan más de un 7% se suspenden durante 15 minutos como primera providencia. La idea es reducir el problema y, luego, verlo con menta más fría. Bajas subsecuentes de precio pueden disparar suspensiones adicionales de compraventas.

El efecto enfriador de la reducción puede ser significativo. En el caso de mensajes sociales uno que se duplique cada 15 minutos puede llegar en hipótesis a ser visto un millón de veces en cinco horas y 16 millones en. Pero si su duplicación se reduce a cada 30 minutos, sólo sería visto mil veces en cinco horas y cuatro mil en seis. Pequeñas diferencia en la viralidad resultan en enromes diferencias en exposición.

Tal mecanismo funcionaría, no impidiendo compartir sino reduciendo el interés, por ejemplo, imponiendo períodos de enfriamiento entre comentarios o induciendo al usuario a considerar las posibles consecuencias antes de su reenvío. Su base es la tesis fundamental del libro del Premio Nobel Daniel Kahneman, “Thinking Fast and Slow”. Pensar lentamente es racional y evita las reacciones emotivamente rápidas ante noticias o acontecimientos sorprendentes y chocantes.

Esto podría reducir los límites de la censura o arbitrariedad sobre el libre flujo de ideas. No se suprimen o eliminan los mensajes o textos. Siguen disponibles para revisión y debate, sólo que a un ritmo más lento. Esto reduce el problema de quién adjudica la “libertad permisible” y protege las valiosas libertad de expresión y la pública. Tal postura podría ser implantada, vía incentivos o regulación, en varios escalones de infraestructuras de comunicación: las empresas emisoras, “gateras” de medios (o “medios puente”), transporte de mensajes (“tuberías” de comunicación) o, incluso, aparatos (móvil o tablet).

Consideraciones para la Alianza

La desinformación es una de las diversas amenazas digitales sobre la Alianza. Las recientes campañas de información y ciberataques han revelado que, incluso los aliados tecnológicamente avanzados, deben estar más preparados para los actuales y próximos problemas digitales. Se necesita más progreso en establecer mecanismos satisfactorios de recuperación total y estructuras reguladoras.

No obstante, parece que estas amenazas aumentan diariamente dejándole poco tiempo a la Alianza. Aprovechar la tecnología existente (tales como las mencionadas más arriba) y aplicarla de modo innovador debieran ahorrar tiempo y recursos. Conceptos de reducción mínimamente invasivos, tales como reducir –pero no eliminar permanentemente- mensajes y textos de los medios potencialmente dañinos, puede ser el primer paso prometedor para tratar la amenaza de la desinformación. Entonces la Alianza podrá dedicar más tiempo en el desarrollo de tecnología adicional y posturas reguladoras más amplias en el futuro.

Históricamente la recuperación total y la fuerza de las sociedades pluralistas y abiertas han residido en su capacidad para adaptarse innovadoramente a los nuevos problemas y circunstancias. Un mecanismo fundamental para ello es el libre curso de ideas e información, así como el debate, el examen abierto y público, de opciones, política y planes. Cualquier solución a la desinformación debe proteger este mecanismo si queremos mantener esta ventaja. Item más, la adopción de soluciones por  aliados se basará en la aceptación por sus sociedades en general y no es probable que triunfe si los sectores internos se consideran marginados o excluidos del debate público.

OTAN podría esforzarse en promover la adopción de tal tecnología –y posturas basadas en este principio- mientras deja a los aliados decidir su propia estrategia nacional de seguridad digital. Esto les proporcionaría gobiernos con flexibilidad para implantar los mecanismos que mejor les cuadren y congruentes con su nivel local de adopción de medios, expectativas públicas de libertad de expresión y la realidad de sus estructuras civiles de comunicación.

Kathy Cao, Sean Glaister, Adriana Pena, Danbi Rae, William Rong, Alexander Rovalino, de Jonhs Hopkins University.

Sam Bishop, Rohan Khanna, Jatin Singh Saini, de Imperial College London.

NATO Review, 12 de Agosto de 2021

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de Intendencia ET (R)