Picardo gana las elecciones y quiere negociar el acuerdo de Gibraltar con España

Fabian Picardo celebra su victoria en las elecciones en Gibraltar

 

► Pide a España que forme Gobierno para concluir las negociaciones del acuerdo tras el Brexit cuanto antes

 

Fabian Picardo renueva el cargo de ministro principal de Gibraltar por un cuarto mandato después de que la coalición socialista que lidera, GSLP/Lib, se hiciera ayer con la victoria en las elecciones celebradas en el Peñón en el contexto excepcional de la recta final de las negociaciones del Brexit. Desde que los británicos apostaran por salir de la

UE en 2016, la Roca –cuya «frontera» con España, junto a la de Irlanda es la única terrestre que une ahora al Reino Unido con el bloque comunitarioha quedado en el limbo. El objetivo es suprimir los controles en la verja, pero las negociaciones están siendo complicadas.

Durante la campaña electoral, Picardo insistió en que, al estar desde el principio en las conversaciones, sabía todos los entresijos, por lo que cambiar ahora de interlocutor sería una mala opción. Con una participación del 76,41%, la alianza socialista GSLP/

Lib obtuvo 9 de los 17 diputados del parlamento gibraltareño, lo que le permite formar gobierno para una cuarta legislatura.

Sin embargo, más allá de un Brexit que los yanitos no querían, la pandemia, los problemas en la atención primaria en la sanidad y los retrasos en la construcción de promoción oficial han ido desgastando al líder socialista, por lo que la victoria no estaba ni mucho menos garantizada. Los sondeos de los últimos días estaban extremadamente igualados por lo que no se descartaba que pudiera perder a manos de los conservadores del GSD liderados por Keith Azopardi.

En su primer discurso tras ser reelegido, Picardo mandó ayer un mensaje al presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez. «Es tiempo de que tú también formes gobierno y acabemos el acuerdo que empezamos», matizó.

A principios de este año, por un momento, se llegó a pensar que el anuncio de fumata blanca para un acuerdo post Brexit sobre Gibraltar sería inmediato. Después de que en febrero Londres y Bruselas lograran poner fin a la polémica sobre el Protocolo de Irlanda del Norte, con todas las complejidades que eso entraña para un territorio de difícil convivencia entre católicos y protestantes, se pensó que se lograría el impulso necesario para resolver el único escollo que queda aún por cerrar del histórico divorcio. Pero las negociaciones terminaron encallando y las elecciones en España las han dejado el punto muerto.

La parálisis política no beneficia a nadie. El Brexit obliga a Madrid y el Peñón a encontrar una solución pragmática de convivencia. Alrededor de 30.000 personas cruzan a diario la verja. Entre ellos, 15.000 trabajadores, de los cuales 10.000 son españoles de una zona como la del Campo de Gibraltar, donde pocas veces se baja de una tasa de paro del 30%.

En la Nochevieja de 2020, a pocas horas de que terminara el periodo de transición Brexit, Londres y Madrid consiguieron cerrar «in extremis» un principio de acuerdo para evitar los estrictos controles en la frontera. El texto contenía las directrices para cerrar un tratado entre la Comisión Europea y el Reino Unido sobre el Peñón. Pero se trata tan sólo de una solución temporal que puede rescindirse en cualquier momento y que podría tener distinto recorrido dependiendo si finalmente gobierna el PP o PSOE en España.

Si se quiere flexibilidad en la verja, se debe externalizar la frontera Schengen al puerto y aeropuerto del Peñón. Pero eso obliga a tener la presencia de agentes de España (miembro Schengen). Y ahí está el «quid» de la cuestión. Sobre todo teniendo en cuenta que el suelo donde está construido el aeropuerto no estaba contemplado en el Tratado de Utrecht (17131715). Los británicos se hicieron con ello en el siglo XIX, cuando unas epidemias obligaron a desplazar la población al istmo.

En las negociaciones se habla de «una zona de prosperidad compartida», un eufemismo para evitar hablar de la soberanía sobre la colonia británica. Pero es la soberanía, al fin y al cabo, lo que ha marcado el contexto de los últimos 300 años. Y la cuestión que, en definitiva, dificulta ahora la ansiada fumata blanca. Nadie quiere cerrar una verja que sacuda tanto a la economía del Peñón como de las regiones españolas aledañas. Pero, al mismo tiempo, nadie quiere firmar cualquier término, cualquier punto, cualquier coma que pueda afectar al tema de la soberanía en un tratado internacional.

En Bruselas, hay interés en conseguir que las negociaciones avancen. En cualquier caso, se quiere dar su lugar a España que, como miembro del bloque, tras el Brexit logró que la UE le garantizara capacidad de veto para cualquier pacto que se alcanzara respecto a la Roca. Asimismo, Madrid consiguió que la UE mencionara, por primera vez, a Gibraltar como una colonia uniéndose así al criterio que mantiene sobre el territorio la ONU desde 1967.

Se habla de una zona de prosperidad compartida, un eufemismo para no hablar de soberanía

Fuente:

https://lectura.kioskoymas.com/la-razon/20231014