·JUAN A. PÉREZ MORALA
10 OCTUBRE 2023

Nadamos entre el “vaciado de la Constitución” y el “llenado de competencias”. Ambos, “vaciado” y “llenado” van casi unidos, en cierto modo se realimentan. Y cómo no, por la puerta de atrás.

Que nuestra Constitución, C.E, está siendo violada por la puerta de atrás, ya es un hecho constatable. Es una operación planificada de conculcación de los bienes jurídicos por ella protegidos, y de reinterpretación patológica de las normas y principios constitucionales. Tal desastre jurídico lo lleva a efecto una mayoría parlamentaria, integrada por partidos comunistas, separatistas y de trasunto terrorista, que complementan una fracción socialista insuficiente para legislar. De la ley a la ley, una ley sana, pasamos de una dictadura a la democracia. De la ley a la ley, una ley perversa, estamos entrando en una autocracia. Se vacía de contenido y futuro una transición ejemplar a la Democracia, y la C.E, digna del mejor derecho comparado. La técnica del “vaciado constitucional”, empezó con un presidente que tras el 11 M, ganó sorpresivamente unas elecciones. Utilizando las primeras puertas de atrás, abiertas presumiblemente con la ayuda de ciertas togas, como la de su Fiscal General (hoy presidente del Tribunal Constitucional, T.C), llevó al brazo político de eta a las instituciones del Estado, bajo la presunta falacia de ser un partido democrático. Las leyes del aborto y de la memoria histórica de aquel presidente, fueron ejemplo de la quiebra del derecho a la vida, y del abrazo entre españoles que concitaba la Constitución. El estatuto catalán también de su
firma, supuso un paso más hacia las reivindicaciones independentistas. En aquellos momentos, alguien todavía pasante en la calle Ferraz, tomó buena nota de ese desleal modo de legislar. Un método devastador del Estado de Derecho, pero gratuito, quizás ya irrevocable y apenas sin reacción social. Hoy, con aquel aprendiz ya en el poder, esta técnica del “vaciado constitucional” se ha acelerado sin disimulo alguno, con la toma de las Instituciones más sensibles del Estado y la promulgación de otras leyes, que no resistirían el control del T.C de ser éste fiable por independiente.
Por antonomasia, dentro de esas leyes contra la Constitución, está la inminente “ley de amnistía”, un misil en la línea de flotación del Estado de Derecho. Una primera consecuencia es que, con el método de “vaciado constitucional”, ahora marca Sánchez, se burlan las normas específicas de modificación agravada que establece la Ley de leyes; y él, con presumible dolo, lo sabe. Los magistrados “progresistas” del T.C, ya han advertido que reinterpretarán las normas constitucionales. Parece obvio que pretenden con ello validar leyes muy sensibles que promulgue el próximo “totum revolutum” Parlamento, en especial la ley de amnistía y, en su caso, la del referéndum. Aplicarán así, de forma invasiva y en fraude de ley bastante claro, el Art 3o.1 del Código Civil sobre interpretación de las normas, a sabiendas de que la aplicación de tal artículo se agota en la ley, pero que de ninguna manera puede alcanzar al texto constitucional, porque es de absoluto y mayor rango, y porque la C.E ya incorpora su específico y agravado procedimiento de modificación.

Un método similar al “vaciado de la Constitución”, en cuanto transgresor de los Principios Generales del Derecho y de la Ley, es el de “llenado de competencias”. Ambos, “vaciado” y “llenado” van casi unidos, en cierto modo se realimentan. Y cómo no, por la puerta de atrás. Se ha diseñado para llevar a efecto las exigencias de los independentistas catalanes, pero delicada y subrepticiamente. Sus resultados serán aprovechados rápidamente por los independentistas vascos, que se mantienen en segunda línea. Y es esta la idea que aquí interesa destacar: la consecución de la independencia, mediante la “técnica de las leyes de llenado”. Siguiendo esta estrategia, ni siquiera haría falta acudir a una ley para un referéndum de autodeterminación, que el T.C de mayoría ad hoc validara; porque todo parece indicar que hay diseñada una opción B, un camino más seguro y sutil, el de “llenado de competencias”. El debate y futura promulgación de una hipotética e inquietante ley del referéndum, sería más bien una cortina de humo. Tampoco haría falta declarar la independencia con actos unilaterales o consentidos, que pusieran en riesgo, en este iter, el plan orquestado para la independencia. La nueva criatura independiente llegaría, como fruta madura, en la próxima legislatura, por la vía de las transferencias más sensibles que podamos imaginar, formándose las instituciones propias de un nuevo Estado. El “llenado competencial” habría llegado a su fin. Sería como un huevo sintético hecho en el laboratorio. Con toda su clara, su yema, y hasta con su membrana y cáscara exterior; es decir, la biología necesaria para nacer a la vida. A partir de ahí la incubación, el nacimiento de la independencia y su reconocimiento, vendrían por sí solas. La nueva criatura tendría cabeza, cuerpo y extremidades;
en fin, para lo que nos ocupa, una estructura de Estado. Si hiciera falta, la ONU, el Tribunal de la U.E, y/o el de Estrasburgo, con la ayuda impulsora del nuevo Gobierno “socialcomunista”, otorgarían legitimidad al ente sobrevenido. Y, como un micro big bang, no sólo echaría a andar la república catalana, sino que, como mínimo, también la vasca. El resto, se erigiría en “República de repúblicas”, objetivo buscado por la amalgama parlamentaria al mando de Sánchez, nacida desde dentro de un Estado con trazas reconocibles de estar secuestrado.