Ley de Memoria Democrática

Considero que es uno de los mayores ataques perpetrados a la democracia desde aquel añorado proceso de la Transición: la conocida como Ley de la Memoria histórica, ahora será sustituida por la de Memoria Democrática. El 23F81 a su lado fue un juego de niños que no se sabían la lección ni militar ni histórica. El dinero se escondió cuando vio —una vez más— que «no era eso, no era eso».

En definitiva estamos ante el mayor ataque y robo a la libertad individual hasta ahora conocido. Nos separan y dividen entre buenos y malos. Por cierto; me quedo en el lado de los malos. Tomen nota de mi filiación. Llevan ya demasiado tiempo haciendo listas de unos y otros. Si es necesario moriré como Sócrates: porque se había determinado legalmente. Nunca por haber sido condenado caprichosamente.

«El 14 de abril de 1931 una nación, España, cuya forma de Estado era la monarquía, la Corona más antigua del mundo occidental, de la noche a la mañana se levanta republicana y el Rey, sin más, dice que se va, hace las maletas, se embarca en Cartagena y desembarca en Marsella. El barco que le lleva luce la bandera de España roja y gualda; en el momento en que Alfonso XIII desembarca es arriada, izándose la republicana.

Adiós a la Monarquía

Si la situación no era fácil de entender más difícil iba a ser construir a partir de ese momento el edificio del nuevo Estado que entraba en un periodo de provisionalidad que acabó en permanente inestabilidad. Hasta hoy. Aquello que parecía que iba a traer paz y sosiego, evitar el derramamiento de sangre, fue degenerando, día a día, hasta convertirse en la peor de las guerras. Después de 90 años de aquello, nos persigue políticamente, sin conseguir reducir los hechos a una lectura de la historia de la que extraigamos consecuencias, errores, y alcancemos la verdad, sea cual sea, sin arrojárnosla unos a otros, con sentido histórico y documental» (La guerra civil en el Norte… General Dávila).

Difícil reinado el de Alfonso XIII. Por todo; sobre todo por el apoyo que tuvo de los que tanto le querían. Nos vemos abocados a lo mismo.

¡Rey don Sancho, rey don Sancho!, no me digas que no te aviso…

¡Bendita España, que pare y cría los hombres armados!, exclama Francisco I de Francia, derrotado en Pavía, cuando llega prisionero a Madrid y ve por sus calles a los niños jugando con espadas de madera.

Coraje, valor y honor, nunca nos han faltado. En casi todas las ocasiones era lo único, porque espadas, ni de madera. Cuando eso coincide con la pérdida del honor se alcanzan metas como la actual.

Flandes, Filipinas, Cuba, África. Por allí han pasado las Armas y las Letras: Gonzalo Fernández de Córdoba, el Duque de Alba, don Juan de Austria, Pedro Calderón de la Barca, Miguel de Cervantes, Lope de Vega o Enrique de las Morenas y Fossi; general Martínez Campos, general Weyler, almirante Cervera, Comandante Benítez, y miles de anónimos soldados, « ¡No hay un puñado de tierra/sin una tumba española!».

Honor, coraje y valor. Ahora sigue habiendo grandes soldados… y generales, pero no se les ve en demasía. Digo en la intelectualidad, no vaya a ser que me tomen como espadón.

Canalejas replicaba: — ¡Entonces callen tantos himnos de gloria al ejército, cantadle menos, pero respetadle más!

Hubo nombres heroicos en los dos bandos, generales con honor que entendieron lo que es una guerra y su final. Soldados todos, mientras tuvieron un ejemplo a seguir, si les hablaron de honor y dignidad, cuando no eran forajidos los que ostentaban el mando a base del pistolón que colgaba de su cintura.

Era a España: el respeto. El mismo que acaba en guerra cuando no se tuvo, cuando no se tiene.

¡Tanta gloria!, ¡tantos honrosos nombres! de nuestra historia para ahora ser pisoteados por los cerdos.

 El PSOE

El Partido Socialista Obrero Español conocido por sus siglas PSOE está dando la vuelta al calcetín de la convivencia. Quiere guerra y guerra tendrá. Los mismos que hicieron una cosa hacen ahora la contraria. Ya no les sirve la Transición. «El poder tiene recursos para todo…, ofrece muchas posibilidades. Todo el secreto está en saber manejar los dispositivos legales».

Debe verse al adversario en toda su plenitud: J.L. Rodríguez y P. Sánchez no tienen plenitud. Simples portatirsos llenos de vanidad, muy fáciles de manejar, uno desde las pasarelas de la (mal)-intencionada inclusión y el otro desde los oscuros conventos. El dinero lleva a lugares insospechados, penetra hasta en las clausuras.

Bien conocido es que la repetición de la guerra, cambiar los hechos, dio comienzo con la nueva artillería manejada por los cañoneros: se fundaron medios para extorsionar —siguen en ello los accionistas— con misiles que compran los del dinero oculto; es el arma principal del combate porque todos dependen de la política, de colocar a sus generales de plomo, a caballo si es posible —que se lo crean—, en la Moncloa. El monclovita a caballo solo tiene que pasear su grotesca sonrisa y las órdenes ya las recibirá de forma permanente y oportuna para apoyar y proteger a las unidades (ahora conglomerados o algo escondido como empresa) que el dinero debe apoyar desde la acción política, que para eso se le nombra general en jefe, con sede en Moncloa. Es la interpretación nueva de la moral. Ya no sirve la de Confucio en la que «solo los caballeros son aptos para gobernar con criterios morales y competencia intelectual». Esa cualificación moral e intelectual ahora la reparten los bancos del poder en sus oscuras reuniones.

No hay futuro. El camino está marcado y solo queda seguir la senda: «Muchos guijarreros, pocos adivinos» (Zenobio, V, 75; Apostolio, XIV, 68b). Delincuentes.

«No hay que abusar de la Historia», dijo Villaverde en plena Restauración. Temía mirar atrás para agacharse a recoger piedras que lanzar. Munición falseada al dictamen.

Acaba diciendo Napoleón: «Yo vencí a los alemanes y a los italianos, vencí también a los polacos a quienes ciega su odio frente a rusos y prusianos, pero no he podido vencer a los españoles; en Europa son los únicos que conservan una extravagante afición a la libertad».

¿De qué libertad hablaba?

Comunistas, socialistas, separatistas, anarquistas y pistoleros acabaron con ella.

El 14 de abril de 1931 el Rey se marcha, abandona el ejercicio de sus funciones para evitar un supuesto y posiblemente no seguro derramamiento de sangre.

No había razón alguna; nadie había depositado en las urnas la forma política del Estado. Solo eran unas elecciones municipales. No se le había consultado nada a la República ni a la Monarquía, a nadie le habían preguntado su preferencia. Nunca se sometió a referéndum la forma política del Estado. De unas elecciones municipales manipuladas surgió la forma del Estado: República. En España, como en mayo de 1808, parece que la política se interpreta en los ayuntamientos.

Alfonso XIII, el Rey soldado, se quedó solo. Alguien le dijo que los españoles se habían pronunciado sobre la monarquía, aunque nunca dijeron nada porque nadie les había preguntado.

Ya estamos unos enfrente de otros:

«Recordad en todo momento que las páginas más gloriosas de nuestra historia las ha escrito la Infantería con la punta de sus bayonetas».

Son «Fogatas de viruta», bromea Alcalá Zamora cuando arden las iglesias y conventos. «Todos los conventos de Madrid no valen la vida de un republicano», apostilla Azaña.

«Habría que preguntarse desde cuándo empieza a deslizarse en la mente de los españoles la idea de la radical discordia que condujo a la guerra. Y entiendo por discordia no la discrepancia, ni el enfrentamiento, ni siquiera la lucha, sino la voluntad de no convivir, la consideración del “otro” como inaceptable, intolerable, insoportable. Creo que el primer germen surgió con el lamentable episodio de la quema de conventos el 11 de mayo de 1931, cuando la República no había cumplido aún un mes» (Julián MaríasLa Guerra Civil. ¿Cómo pudo ocurrir?).

Ortega y Gasset dejó claro los términos del problema, pero ya era tarde: «Un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión».

Agenda 2030: la República

2030. La Agenda 2030, incluido su Director general de Políticas Palanca (no es tomadura de pelo, el cargo existe) no es sino el Arco Triunfal por donde entrar en los cien años de aquella República ilegal e instaurar por la misma vía la de 2031, cien años después. Quizá cambie Cartagena por Torrejón, pero el destino será el mismo: el destierro. Nadie moverá un dedo. Como ahora vemos y vimos entonces, y el dinero seguirá en los oscuros fondos: que dirigen las naciones. Quiero decir los Estados. Ya no hay naciones ni gobernantes, sino esclavos y señores. Oclocracia de Polibio, pero controlada, sin que se vea demasiado.

Llegar al poder y manejar el Congreso de los Diputados, un Legislativo así convertido en Ejecutivo, sin oposición,  es el mayor peligro porque todos, todos los poderes, los grandes y pequeños, la fuerza y la ética, la ley y la estética, el favor o la cárcel, dependen del Ejecutivo, incluso del jefe del Ejecutivo.

Paso a paso han acabado con la Transición. Y la democracia. Condenada.

¿Por qué la Monarquía es su objetivo? Porque ha dado a España una gran estabilidad desde su instauración en 1975. Y lo más importante: moderación y un lugar internacional.

Algo que va contra su objetivo. ¿Cuál es?: la conversión de España en una nueva base comunista que amenace el sur de esta meliflua Europa que cada vez está más rodeada de peligros y con menos fuerza moral y material para su defensa.

No hace falta ser un vidente para darse cuenta que Europa está inmersa en el canto del cisne y sus propios socios huyen buscando fortaleza en sus Ejércitos y en sus economías, que beneficien a su Nación (con mayúscula en este caso).

Esto, señores, se acaba. Si es necesario moriré como Sócrates: porque se haya determinado legalmente. Nunca por haber sido condenado caprichosamente. Como pretenden.

Lucharé hasta el final.

¿Me siguen? ¿Cuántos?

Empiezan las vacaciones, aunque alguno es lo único que ha hecho en su vida: vacacionar en La Moncloa o en sus equivalentes.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

 

 

Fuente: 

https://generaldavila.com/