Titular de el diarioEl País. ¿Qué les parece? Claro que se corresponde con: ¿Quién manda en la Fiscalía? Se cree el ladrón que…
Aparente atentado. Para El Paístodo es una apariencia. No va más… En mi pueblo esos titulares forman parte de lo que llaman guerra cognitiva. ¡Qué bien lo saben!
Las probabilidades de Trump de haber salido con vida eran ninguna. Solo un milagro.
Seguirá una campaña de especulaciones y nos van a invadir los análisis de estrategas de salón, políticos que no leen, redes sociales con mensajes envueltos en papel higiénico, expertos en “inseguridad”, retirados de la circulación y todo tipo de papagayos al uso. No hagan caso y olviden el tema. La conspiración será el rumor, Trump seguirá siendo el malo a batir, el sospechoso. Eso sí: a milímetros de la muerte.
El inminente futuro que nos espera será basura en forma de mensaje de una izquierda llorona que evita dar la cara y se presenta con un guion melifluo, pero tan agresivo y guerrero que fomenta la industria de las armas y la de la guerra cognitiva para esconderlo, que ataca de manera fría y calculada la cultura de occidente y busca el eslabón perdido de su añorado comunismo dictador del dogma. El de la pasta a cambio de sollozos por el pobre. No conozco a un provocador de la izquierda en la escasez.
Quieren acabar con Occidente y ser dominadores de una ideología consistente en opresor y oprimido. Estamos ante una parte del mundo económico (políticos se llaman) que solo piensan en sus beneficios materiales y emborregar al conjunto. Quieren la guerra y cualquier obstáculo que se ponga en ese camino armado se lo quitarán de en medio. Pan, circo y el consiguiente añadido de las bombas.
Si observamos el conjunto sin añadiduras ni subjetividades vemos unos Estados Unidos sin gobernar ante la falta de Presidente. La evidencia es de tal calibre que ante ella enmudecemos. Permanecemos asustados de que la gran potencia esté sin cabeza y que el resultado sea guerra y más guerra. El viejo mundo se acaba y algunos se resisten o aprovechan el gran vacío para tomar posiciones. A lo largo de la historia de la humanidad cambios de este calibre han ido acompañados de grandes guerras, desde Troya al Peloponeso o la II Guerra Mundial. Muchos pierden, pero otros ganan, ponen orden y se instalan. Ya no existe un mundo que sea Estados Unidos y el resto. Es otro tablero el que ahora se juega y en él hay mucho, casi todo de ideología.
Pónganle nombre: una rebelión individual tan exigente como imposible de complacer. Las individualidades se creen saberlo todo y exigen controlarlo todo y si les molesta disparan contra un presidente. Nada más fácil y más rentable para cambiar el rumbo. Por poco se logra todo. ¿No se dan cuenta?
En los Estados Unidos no hay Presidente y unos fuertes lobis controlan un mundo amenazado por sus grietas y el posible derrumbe de lo que fue, algo que intentan remediar con la guerra, con una insistencia incomprensible hacia la guerra. El mando actual en los Estados Unidos alejado de un Presidente incapacitado está en poderosas instituciones. Conocidos y extendidos lobis de armamento o cosas parecidas intentan detener la fuerza del cambio y aparentar una falsa presidencia con la que la mano que mece la cuna parezca pacífica y bondadosa siendo inexistente. Hay un mundo en el que no hay virtud ni bondades más allá de la rentabilidad e instalarse en él, como sea, al precio que sea. Estamos en la más pura violencia económica, a la desesperada, de un sistema que muere. Mataron la cultura y los dogmas, ahora muere el hombre. Lo que viene es algo nuevo, desconocido, sometido al duro ocio de la Inteligencia Artificial, a las vacaciones subvencionadas, a la disciplina de una libertad controlada. Por eso alguno se decide por la guerra antes que perder la libertad.
La personalidad de Trump es la suya, nada que objetar en este mundo de payasos. Ha sido el único presidente que no ha iniciado ni provocado guerra alguna ni se ha retirado vergonzosamente de ningún conflicto. Su política exterior está llena de éxitos y acuerdos que antes parecían imposibles. Ante él se abre una posible paz, acuerdos y estabilidad económica.
Empiezan a entenderse algunas cosas. No se obcequen con lo que les cuentan. Analicen quien les habla, sus intereses, sus partidos, su economía, su posición. Fíense de los que nada pierden ni ganan, de los que no tienen nada. Buscan la verdad, equivocada a veces, pero al menos no pagada ni fruto de anteriores odios o rencores.
Solo deseo que Trump se recupere pronto y bien, y que el mundo escoja otro camino distinto a este que ya sabemos a donde nos conduce.
Esto no era un aparente atentado.
Es la mejor prueba de quienes informan (mal), donde conviene informarse, de quien fiarse.
No me hagan caso: lo que escribo dirán que es solo aparente, pero a mi no me mueve otro interés que el de la verdad. Pueden venir y registrarme.
No se fíen ni del compañero de pareja.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
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