El, entonces, teniente C.L.P. Molero responsable de la seguridad del convoy que escoltaba y su sección de C.L.P.s entraron en combate con los talibanes en Afganistán.
Articulo publicado en el blog oficial del Ejercito de Tierra de España , cuyo responsable es el Teniente Coronel Norberto Ruiz Lima, ruega la maxima difusión de estos hechos , que condensan el Valor de nuestras Tropas, y que ha sido enviado por www.hermandadtropasnomadas.com
Texto: Tcol. Norberto Ruiz Lima / Madrid
Fotos: ASPFOR XXVI
Hay lugares donde el simple hecho de estar vivo exige a veces más atención de la necesaria, no basta con poner mero cuidado. Esos lugares, incapaces de hacer que el tiempo corra, lo visitan a menudo nuestros soldados en muchas de las misiones que realizan. Para que la ambigüedad de la memoria y el olvido que trae el rastrillo del tiempo no echen tierra o gotas de abandono sobre esta historia de honor y valor escribimos sobre ella y viajamos por esos lugares donde el hecho de estar vivo exige un arriesgado peaje de atención.
Un convoy se desplaza por un camino polvoriento en el distrito de Moqur. Hablamos de misiones y hablamos de Afganistán, una tierra vagamente resuelta. Se trata de una operación conjunta en la que participan tanto las fuerzas de la Coalición (Estados Unidos y España) como las Fuerzas de Seguridad Nacional Afgana (ANSF). Es 25 de agosto y es el año 2010. Forman parte de la columna 10 vehículos del Ejército afgano, —8 ligeros y 2 camiones de carga—, así como 2 secciones de la Task Force «Comanche» del Ejército estadounidense con 4 vehículos cada una y con base en Moqur.
En el planeamiento de la operación se acordó que los paracaidistas españoles que conformaban la fuerza operativa Task Force «6 PARA» irían por delante protegiendo al convoy y tomarían una serie de alturas para dar seguridad durante la maniobra. Esas alturas son la llave para la victoria o la derrota, quien las domine dominará el combate que dará comienzo a las 11.22 horas de ese día de verano.
Se acordó que las fuerzas españolas fueran precedidas por la Compañía de Limpieza de Rutas (RCC) dotada de un roller —vehículo de limpieza de minas— y que había venido expresamente a Moqur desde Herat para la operación. Así mismo, también iban con los paracaidistas 2 vehículos de la policía afgana con 5 hombres cada uno, para identificación y registro de posibles elementos sospechosos. El plan de la Task Force «6 PARA» española consistía en realizar dos esfuerzos sobre esa erosionada tierra y colocar en las alturas dos bases de patrulla (I y II Sección) a cada lado de la ruta que llevaba hasta Darra i Bum para observar y proteger el avance de la columna estadounidense y afgana.
El aire de la noche empezaba a dar paso al fresco del amanecer que sentían como si perteneciera a otro lugar. Un tiempo quema a otro y hay que aferrarse a la luz de cada momento. A las 6.40, cuando la Sección del teniente Molero se encontraba muy cerca de llegar al punto de dislocación, se escuchó una explosión que buscaba encontrar todas las paredes de aquellos valles y vaguadas polvorientas donde es más fácil esconderse de lo que realmente parece. El vehículo con el roller que estaba limpiando la ruta acababa de pisar un IED, un artefacto explosivo con la suficiente potencia como para quedar completamente inservible.
Inmediatamente, la Sección y el equipo de tiradores de la Task Force española se desplegaron para proporcionar seguridad. El despliegue, a las órdenes del teniente Molero, se realizó tomando las alturas con los paracaidistas desembarcados, pues los vehículos no podían llegar a esas cotas por lo abrupto del terreno; y había que hacerlo aprisa, y a pie; y portando el equipo completo, munición y armamento. Desembarcaron 12 hombres, más los 3 del equipo de tiradores.
Una vez reconocidos los efectos devastadores del IED sobre el roller, se acordó que el convoy continuaría la marcha hasta Darra i Bum para salir de esa zona insegura y que los españoles se quedaran manteniendo activada la zona de helitransporte y dando seguridad a la zona hasta que llegara desde Moqur la columna que venía a recuperar y replegar el roller.
Sobre las 8.00, el teniente Molero observó el movimiento de un rebaño de cabras, un poco alejado, pero en las alturas, a unos 2 kilómetros de su posición. Junto al rebaño se veía a 2 hombres que permanecieron en actitud de observación unas 2 horas. Al norte, observaron a un hombre con 2 burros que también permaneció unas 2 horas en esa posición. Quien ha estado en Afganistán no ignora que hay sedientas señales que predicen un espacio y un tiempo lleno de violencia, y ese lugar donde estaban los paracaidistas españoles no iba a ser diferente. Sobre las 9.00, las señales aumentan en intensidad trazando 2 rutas paralelas; 2 motocicletas aparecen por el noroeste.
El teniente sabe que un hostigamiento se cernirá sobre ellos dentro de no mucho tiempo y piensa que deben adelantarse a la acción del posible enemigo. Sobre las 9.30, por el oeste se acercó un todoterreno civil con unos 5 ocupantes dentro en actitud no hostil. Durante unos instantes, uno de ellos hizo unos gestos que no pudieron ser identificados. Entre el gesto y la palabra cabe un mundo de distancia, la luz o la oscuridad que cabe en ellas. Todo apuntaba al combate.
Sobre las 10.00, los españoles observaron otra motocicleta a unos 2,5 kilómetros de sus posiciones. El equipo de tiradores consiguió observar que portaba armamento y que estaba acercándose. El teniente Molero, viendo que en estos casos el futuro es fácilmente predecible, solicitó permiso para hacer fuego. Permiso que le fue denegado porque seguramente nada está escrito. Tocaba esperar.
Y, lo que se preveía, sucedió. A las 11.22, recibieron intensísimo fuego sobre sus posiciones; unas alturas que dominaban el combate y su solución. Los fuegos, debido a la cadencia e intensidad, provenían de tres orígenes, materializado por fusilería, fuego de ametralladoras y lanzacohetes. Dura entre todos los oficios es la guerra; pues no es sólo el combate, sino lo que conlleva los días anteriores para llegar a ella; dormir a la intemperie, comer cuando se tercie, lavarte cuando se pueda…
El fuego era tan intenso que la mochila que asomaba en el cuerpo a tierra, y que portaba en la espalda el cabo 1.º León, recibió un impacto de bala que se incrustó en la batería de la radio PR4G-9100 que llevaba dentro de ella. Cómo se desencadenó el fuego, perfectamente coordinado y batiendo la posición de los pelotones, del equipo de tiradores y del teniente, daba cuenta de que el enemigo sabía lo que hacía y que no estaba allí por esas casualidades que hacen chocar los destinos.
Desde la posición en la que estaba el teniente y debido a la cantidad de disparos que estaban recibiendo, no podía ver con claridad los orígenes del fuego, por lo que ordenó fuego de apoyo al observador del equipo de tiradores de precisión y realizó un salto a vanguardia para ocupar un pozo de tirador que estaba en mejor posición y así poder dirigir los fuegos.
Después de más de 10 minutos con fuego intenso sobre su posición, el enemigo focalizó sus fuegos sobre la posición del 2.º pelotón. En ese momento, el teniente ordena al sargento Molina que fuera a los vehículos a por el mortero comando de 60 milímetros.
En cuanto la intensidad del fuego se lo permitió, continuaron disparando los paracaidistas y localizando los orígenes de fuego; aunque el movimiento insurgente hacía difícil que pudieran fijarlos. El teniente pudo identificar que los enemigos se desplazaban hacia el Este, por lo que decidió utilizar el mortero sobre el origen de los disparos lanzando 4 granadas rompedoras. Después de este último contacto por el fuego, el enemigo cesó de hostigar por los efectos del fuego propio. Cuando llegó el apoyo aéreo ya habrían conseguido recoger sus bajas y esconderse, posiblemente bajo mantas camufladas por la arena y piedras; por lo que el avión no divisó a nadie.
Pero como bien saben los soldados, después del fuego no llega nunca la calma, llega el prepararse por si acaso ese fuego era obstinado. Y eso hizo la Sección de paracaidistas de la Task Force «6 PARA»: cumplió con su deber, aseguró la salida del convoy de una zona de muerte y posiblemente salvó muchas vidas; porque consiguió dominar y defender las alturas que daban la ventaja en el combate a quien las poseyera.
Tte. Molero, sgto. Molina, sgto. Bermejo, cabo 1.º León, cabo Montaño, cabo Arrebola, CLP Arrobash, CLP Oviyuz, CLP Sosa, CLP Bautista, CLP Porto, CLP España, CLP Varo, CLP Cuenca y CLP Guzmán.