Entre los conflictos de Irán, Israel y Gaza, Sánchez politiza las Fuerzas Armadas . Teniente General Pitarch

Embajador de EE.UU en Rabat

 

Incluso en Washington se fían más de Rabat que de Madrid

El teatro Israel-Irán está en compás de espera tras el bombardeo norteamericano, el pasado 22 de junio, de las instalaciones iraníes de enriquecimiento de uranio. Más allá de amenazas de ayatolás, la evolución del alto el fuego propiciado por Trump va a depender de la situación del programa nuclear militar iraní. El presidente norteamericano presume de su «total y completa destrucción», mientras Teherán clama poder continuarlo por haber trasladado a otros sitios, previamente a los ataques, parte de los centrifugadores y del combustible almacenado. Si Jerusalén concluyera que Teherán pudiera dotarse del arma nuclear en breve plazo, la hipótesis más probable sería la reanudación de sus ataques. Iniciativa que podría alcanzar al lanzamiento nuclear, que constituiría la más peligrosa y que podría conducir a un conflicto generalizado en Oriente Próximo.

El termómetro de la escalada sería el minado y cierre del estrecho de Ormuz, por el que discurren una cuarta parte del petróleo y el 20% del gas natural del mundo. Washington no baja la guardia manteniendo dos grupos de ataque en el mar Arábigo: el del portaviones USS Carl Vinson y el del USS Nimitz. Asimismo, el grupo de ataque del portaviones USS Gerald R. Ford navega desde Norfolk (Virginia) en demanda del Mediterráneo Oriental. Además, sitúa destructores portamisiles en el mar Rojo y el Mediterráneo.

En la guerra de Ucrania, la pretendida excelente relación personal entre Trump y Putin no cosecha concesiones sustantivas del líder ruso. Por el contrario, Moscú está incrementando el martilleo de objetivos en el territorio ucraniano, mediante el tridente drones-bombas guiadas-misiles. Además, las tropas rusas prosiguen dentelleando el territorio, con particular incidencia en los ‘oblast’ de Sumy y Donetsk. Zelenski, desesperado por tanto desgaste, acudió a los pasillos de la Cumbre Atlántica de La Haya, pidiendo a los países europeos de la OTAN que dedicaran un 0,25% de su respectivo PIB para apoyo a Ucrania. Es decir, un gasto anual adicional de 50.000 millones de euros. Cifra autoexplicativa.

La Cumbre Atlántica de La Haya (24-25 de junio) refrendó el liderazgo norteamericano, al acordarse, a propuesta de Trump, el incremento de los gastos de defensa nacionales hasta alcanzar, en 2035, la cifra del 5% del PIB (3,5% en defensa ‘fetén’ y 1,5% en seguridad). Ocasión en la que Sánchez exhibió su incontestable calidad de catedrático del trile.

El primer timo vino en forma de carta al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, anunciándole su negativa a aceptar esas cifras de gasto, que aquél limitaba al 2,1%. Con tal epístola, Sánchez rehuía medrosamente tener que verbalizar su insolidaria posición durante la reunión. Ya en la rueda de prensa posterior, a solas con la delegación española y los periodistas, se atrevió a reiterar su intención de limitar el gasto de defensa de España al 2,1% del PIB. Pero ¡ay!, señaló a las Fuerzas Armadas Españolas (FAS) como responsables de la controvertida cifra. Consecuentemente, apuntaba al Jemad, almirante López Calderón –responsable del planeamiento de fuerzas en España–, como culpable de los déficits defensivos incluso futuros de las FAS.

¿Acaso puede darse mayores rasgos de cobardía y menosprecio que utilizar a los subordinados, que por disciplina no pueden replicar, como escudo de una decisión meramente política? Recuerda la huida de Sánchez en Paiporta (Valencia), el 3 de noviembre de 2024, con el rabo entre las piernas, frente a la repulsa popular por la catástrofe de una despiadada dana. Allí, afortunadamente, el Rey –primer soldado de España– y la Reina supieron capear el temporal, salvando la dignidad de las instituciones.

Sánchez, en La Haya, ha generado desconfianza hacia España. Incluso en Washington se fían más de Rabat que de Madrid. A este respecto, Robert Greenway, director del Centro Allison para Seguridad Nacional y exdirector del departamento de Oriente Próximo y Norte de África del Consejo de Seguridad Nacional de EE. UU., acaba de instar a Trump en X a trasladar las instalaciones militares norteamericanas desde las bases de Rota y Morón a Marruecos. Asimismo, sin poderse asegurar la intervención de Cerdán, serían notorios los intentos de politizar las FAS. Universo en el que resaltan iniciativas tales como la de utilizar el Ceseden, con financiación de Defensa, para difundir el pensamiento de ‘think tank’ sanchistas. Mal camino.

Fuente:

https://lectura.kioskoymas.com/abc/20250702