EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS: EL “DÍA D” DE LAS FUERZAS ARMADAS ESPAÑOLAS Coronel, r del EAyE J Serrano Carranza

 

EL DESEMBARCO DE ALHUCEMAS: EL “DÍA D” DE LAS FUERZAS ARMADAS ESPAÑOLAS

 

 

El próximo mes de septiembre se cumplirá el centenario del Desembarco de Alhucemas, una de las operaciones militares más importantes de la historia contemporánea de España y, sin duda, la más brillante llevada a cabo durante el siglo XX por nuestras Fuerzas Armadas.

No se trató únicamente de una victoria militar frente a las cabilas rifeñas del caudillo Abd el-Krim que se habían levantado contra el Protectorado español, sino del primer desembarco combinado de tropas de tierra, mar y aire de España y Francia en la historia militar moderna. Su éxito fue tan rotundo y su planificación tan novedosa, que sirvió de modelo estratégico para las fuerzas aliadas del General Eisenhower en el Desembarco de Normandía en 1944, veinte años después.

Sin embargo, y para estupor de historiadores, militares, analistas y ciudadanos españoles, el Gobierno de España ha decidido no celebrar acto oficial alguno en conmemoración de tan magna efeméride. El silencio institucional ante el centenario de Alhucemas es tan clamoroso como revelador, especialmente cuando se considera el contexto geopolítico y la errática política exterior que el Ejecutivo ha adoptado en los últimos años respecto a Marruecos, el Sáhara Occidental, Ceuta y Melilla o Gibraltar.

¿Es el temor a contrariar a Mohamed VI el motivo de este vergonzoso desdén histórico? ¿Por qué se pretende ocultar a los ciudadanos una gesta tan gloriosa de las Fuerzas Armadas españolas? ¿Hasta cuándo durará el desapego de este Gobierno por los hechos notables de nuestra historia, cuando sabe bien alardear de otros?

Este artículo busca responder a estas preguntas, recordar lo que realmente significó el Desembarco de Alhucemas y denunciar la ausencia de reconocimiento institucional en el año de su centenario.

UN HITO ESTRATÉGICO Y TECNOLÓGICO

El 8 de septiembre de 1925, en la bahía de Alhucemas, se desarrolló una operación sin precedentes en la historia militar moderna. La envergadura del desembarco de Alhucemas por parte española —compuesto por 13.000 soldados, un destacado grupo naval, 160 aviones y 10 carros de combate— apoyados por fuerzas francesas, representa un momento de inflexión en la guerra moderna. El uso de nuevos sistemas de armas como la aviación y los carros de combate, integrados en un desembarco anfibio, constituyó una revelación en la moderna estrategia militar. Con mando unificado a cargo del general Miguel Primo de Rivera (planeamiento) y el general José Sanjurjo (ejecución) lograron establecer con éxito una cabeza de playa en la bahía de Alhucemas para, posteriormente, conquistar un territorio agreste controlado por las temibles cabilas del rifeñas.

Por primera vez en la historia, aviación, infantería y marina trabajaban de manera sincronizada en una operación de gran envergadura. En el ámbito estratégico, supuso el principio del fin de la Guerra de Marruecos. En el aspecto tecnológico, inauguró una doctrina militar moderna que sería estudiada en las academias militares de medio mundo.

Como afirmó el General Primo de Rivera, presidente del Directorio Militar y planificador de las operaciones: “La gloria no se improvisa. Alhucemas es el resultado de inteligencia, unidad y valor.” Por otro lado, el General Alfredo Kindelán, jefe de la aviación, declaró: “Por primera vez, las alas del Ejército han volado al compás de las olas del mar para abrir paso a la infantería.”

Y, sin embargo, cien años después, ni una placa, ni un desfile, ni una jornada de estudio, ni un acto institucional ha sido programado. Solo en el ámbito militar y alguna institución académica han mostrado voluntad de recordar la hazaña. La historia no se puede reescribir al antojo de caprichos políticos partidistas. Los españoles tienen el derecho y el deber de honrar a sus héroes y recordar a los muertos caídos por la Patria. El centenario del Desembarco de Alhucemas, al igual que muchas hazañas llevadas a cabo durante la Guerra de Marruecos, no deberían pasar sin pena ni gloria, propiciando el más bochornoso de los olvidos, ante una sociedad española indolente y falta de memoria histórica.

EL SILENCIO DEL GOBIERNO

En los últimos años, la política exterior española ha experimentado un preocupante giro. Una diplomacia tradicionalmente seria, continuista y basada en consensos de Estado, ha sido sustituida por decisiones abruptas, unilaterales y, a menudo, incomprensibles.

El caso más sangrante es el del Sáhara Occidental. Rompiendo décadas de neutralidad vigilante, el presidente del Gobierno decidió reconocer de facto la soberanía de Marruecos sobre un territorio que la ONU no ha dejado de considerar como “pendiente de descolonización”. Ni se consultó al Parlamento, ni se buscó consenso, ni se explicó con claridad a la ciudadanía. El cambio fue abrupto, opaco y obedecía, según todo parece indicar, a presiones del reino alauí tras la crisis migratoria de Ceuta de 2021.

A esto hay que sumar la inacción ante las oleadas masivas de inmigración irregular que asedian periódicamente las vallas de Ceuta y Melilla, y el sorprendente acuerdo alcanzado con Gibraltar en términos que muchos expertos consideran lesivos para la soberanía nacional. En todos estos casos, Marruecos o el Reino Unido han salido reforzados, mientras que España ha aparecido como un actor débil, improvisado y sin brújula.

Este es el contexto en el que debe enmarcarse el silencio sobre Alhucemas. No se conmemora la victoria, no se honra a los caídos, no se explica la trascendencia histórica, no vaya a ser que alguien en Rabat se moleste. Pero ¿qué clase de país renuncia a recordar sus propias gestas por miedo a ofender al vecino?

EL PESO DE LA HISTORIA Y EL DEBER DE LA MEMORIA

La desmemoria histórica es una forma de rendición. Alhucemas no fue una campaña imperialista, como algunos quieren caricaturizar, sino una operación militar legítima contra un movimiento armado que había desafiado tanto al Estado español como al francés.

El Rif no era una tierra inocente colonizada sin provocación: era un polvorín insurrecto que había asesinado y humillado vilmente a miles de soldados en el desastre de Annual (1921). España reaccionó con inteligencia, estrategia y valor, logrando revertir la situación y recuperar el prestigio perdido.

Como reconoció el teórico militar británico sobre Alhucemas, Basil Liddell Hart: “España no solo innovó tácticamente, sino que demostró que el desembarco anfibio moderno requería algo más que fuerza: requería coordinación total.”

Pero, además, el Desembarco de Alhucemas no es un simple episodio local. Es un referente mundial en la historia militar, un ejemplo de coordinación táctica que sentó precedente para futuros conflictos. Así lo reconocen historiadores británicos, franceses y estadounidenses. Solo en España se desprecia o se ignora, como tantas otras hazañas de nuestra historia, deformadas por el complejo nacional y el veneno de la leyenda negra.

Frente a esta tendencia autodestructiva, debemos recordar también que la historia no es sólo un relato académico, sino un instrumento de cohesión nacional. Al conmemorar Alhucemas, no se glorifica la guerra, sino la capacidad de un país de superar sus errores, de reorganizarse, de planificar con eficacia y de defender su soberanía. ¿Acaso no merece todo eso un reconocimiento y homenaje?

Gracias a las películas bélicas producidas por Hollywood, los españoles hemos llegado a identificar la palabra “desembarco” y “Día D” con el de Normandía en la II Guerra Mundial, el 6 de junio de 1944. Cuando fue el de “Alhucemas”, el 8 de septiembre del 1925, 20 años antes, el que marcó la pauta para la victoria final de los Aliados.

UN DESEMBARCO SILENCIADO

Resulta irónico —y doloroso— comprobar que mientras se minimiza la victoria del Desembarco de Alhucemas para, supuestamente, no herir susceptibilidades alauitas; sin embargo, la Poste Maroc sí que aireó en el año 2021 el centenario de la victoria de la batalla de Anual. Lo que para unos fue calificado de desastre, donde miles de soldados españoles fueron masacrados, muchos de ellos tras haberse rendido; para los vecinos del sur, fue una victoria digna de ser recordada y celebrada. La memoria selectiva siempre resulta veleidosa y sospechosa. ¿Debemos ocultar nuestras victorias mientras los vecinos celebran nuestras derrotas? ¿Se trata de exaltar el victimismo y negar el mérito de nuestros héroes?

Si seguimos por este camino, ¿qué será lo próximo? ¿Eliminar el Dos de Mayo por miedo a ofender a nuestros aliados franceses? ¿Suspender el Día de la Hispanidad por temor a quienes propagan sin fundamento y con bastante incultura la leyenda negra sobre el descubrimiento, civilización y creación de Hispanoamérica?

Es una política errónea que nos pone en evidencia como un país débil, que no honra a sus héroes y caídos por la Patria. España, no merece estas vejaciones tan gratuitas a las gestas de su historia, que no respeta sus valores y tradiciones y, sobre todo, que no las trasmite con el rigor exigido a las generaciones más jóvenes y venideras.

CONCLUSIONES

La decisión del Gobierno de no conmemorar oficialmente el centenario del Desembarco de Alhucemas es más que un error político: es una renuncia simbólica a nuestra memoria colectiva y a nuestro orgullo nacional. No se trata de exaltar el militarismo, sino de honrar una gesta que supuso un hito estratégico, inteligente y técnico en la historia de España y del mundo.

Este silencio obedece a un patrón preocupante de debilidad diplomática, de cesiones encubiertas y de una política exterior sin visión que se debería restituir lo antes posible, ya que los intereses nacionales parecen supeditados al oscuro chantaje de terceros.

Es urgente revertir esta tendencia sin sentido. Alhucemas merece ser celebrado: por la memoria de quienes lucharon y murieron con valor, por el ejemplo que supuso, por el aprendizaje estratégico que dejó, y porque las naciones que no honran su historia están condenadas a perder su identidad.

Recuperemos la memoria gloriosa de nuestra querida España. Honremos a nuestros héroes. Que el centenario de Alhucemas no se pierda por intereses políticos caducos. Que los nombres de los protagonistas que la fraguaron no desaparezcan por un olvido intencionado, por una política diplomática contumaz en el error.

Como afirmó el ingeniero y estratega militar Emilio Herrera: Alhucemas fue una obra de arte militar ejecutada con precisión matemática.” Todos los españoles deberían recordar que, para nosotros, el “desembarco” es el de Alhucemas y el “día D”, es el 8 de septiembre de 1925.

Con o sin película de la gran gesta de Alhucemas, deberíamos poner fin a un rodaje de ficción donde los figurantes chupan demasiada cámara, dejando fuera del objetivo a los verdaderos protagonistas de la acción: las Fuerzas Armadas españolas. Una torpe dirección que preconiza un fracaso estrepitoso en todas las salas españolas. Por favor, corten y rebobinen la película para proyectar la imagen verdadera de la historia que España se merece y que todos los españoles deseamos disfrutar con entusiasmo. Con o sin palomitas.

Alhucemas: una victoria. Recordarla: un deber.

Julio Serrano Carranza. Coronel de Aviación (Ret.) Ejército del Aire y del Espacio

 

Fuente:

https://search.app/RwipG