Pedro Sánchez y la Guardia Civil

Volvamos pues al leitmotiv de estas columnas en lo que toca Pedro Sánchez: todo lo que toca este hombre lo envilece, si se puede rebajar la carga semántica con términos piadosos.

¿También la Guardia Civil? También. El Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, general José Manuel Santiago, ya dijo hace cinco años que la Jefatura del Servicio de Información del Instituto Armado trabaja para «minimizar el clima contrario al Gobierno». Asombroso. Sus palabras produjeron honda conmoción dentro de la Benemérita. Claro, se dijo, el hombre no tiene costumbre de hablar en público, frente a los medios de comunicación y ha metido la pata.

El ministro del Interior, Fernando Grande (Marlasca por parte de madre), que es el que lo puso ahí para dar explicaciones con un lenguaje del que carece, también corrigió la expresión del general Santiago: sólo se combaten aquellos bulos que puedan suponer un peligro para la seguridad, no las críticas, más o menos duras , basadas o no en falsedades, que puedan hacerse al amparo de la libertad de expresión. Y a modo de castigo lo trasladaron a Extremadura. Bueno, digo yo que trasladar a alguien de Madrid a Extremadura tiene algo de sanción, aunque quepa la posibilidad de que hayan querido recompensarle con una compañía más de su gusto como Gallardo y el músico David Sánchez.

Antes de eso ya había emputecido Pedro Sánchez a su ministro del Interior, a quien muchos habíamos considerado hasta su nombramiento un juez cabal en la lucha contra el terrorismo, craso error. Y la Guardia Civil terminó siendo emputecida bajo el mando de los generales a quienes Grande encomendó cargos de mucha relevancia: primero el general Santiago y después el teniente general Manuel Llamas, que es el director adjunto operativo (DAO) y número dos de la Guardia Civil detrás de su directora general, Mercedes González. En niveles aún más altos hay que recordar al también director general Luis Roldán, un navarro que se aplicó a cobrar comisiones de las obras de los cuarteles y que se hizo con el bote de los huérfanos del Cuerpo. Sin olvidar a la antecesora de Mercedes, María Gámez, que tuvo que dimitir cuando su marido fue imputado por prevaricación, malversación y blanqueo de capitales. Mercedes González también dimitió pero fue para presentarse a las elecciones de 2023 y asegurar el puesto. Una vez afianzado el escaño, renunció a él porque Marlasca, a quien por lo visto le gustaba, dicho sea en sentido estrictamente profesional, volvió a ponerla al frente de la Guardia Civil.

Hubo tensión, claro, entre el director adjunto operativo y la UCO, dirigida por el teniente coronel Antonio Balas. El teniente general Manuel Llamas intentó con insistencia hacerse con la información que la Unidad Central Operativa iba recopilando sobre todos los casos de corrupción que afectaban al PSOE y al Gobierno: los tres viajeros del Peugeot junto a Pedro Sánchez, los asuntos de su mujer y de su hermano, pero Balas y la Unidad Central Operativa que dirige, cumplían con ejemplaridad su papel de Policía judicial. Eso viene a explicar con claridad esplendente la grabación de Leire Díez: «Si Balas está muerto, mejor». Cabe la posibilidad de que la fontanera socialista hablara en metáfora aunque con esta tropa nunca se puede descartar del todo que estuviera expresándose en sentido literal.

Todo esto viene a explicar con claridad esplendente la grabación de Leire Díez: «Si Balas está muerto, mejor»