8 de septiembre de 1888: Botadura del submarino Isaac Peral

Hoy recordamos una fecha muy importante para España y para nuestra ciudad. El 8 de septiembre de 1888, el submarino Peral fue botado en el arsenal de La Carraca, en San Fernando, Cádiz.

Cada 8 de septiembre se conmemora un hito de la ingeniería naval que situó a España a la vanguardia de la innovación tecnológica: la botadura del submarino Peral en 1888, obra del ilustre científico e inventor cartagenero Isaac Peral. Este acontecimiento marcó un antes y un después en la historia de la navegación submarina a nivel mundial.

Diseñado con un revolucionario sistema de propulsión eléctrica y equipado con avanzados mecanismos de navegación y lanzamiento de torpedos, el submarino Peral fue el primero en demostrar la viabilidad real de operar bajo el agua de forma eficaz, segura y sigilosa. Su sofisticado aparato de profundidades y sus motores eléctricos de 30 caballos lo convirtieron en una verdadera joya de la ingeniería del siglo XIX.

La construcción y puesta a flote de esta nave fue posible gracias al apoyo de la reina regente María Cristina y al respaldo de destacados científicos de la Armada, quienes validaron el proyecto como una solución eficaz para la defensa marítima del país. Las pruebas realizadas entre 1889 y 1890 confirmaron su capacidad para navegar sumergido, mantener rumbo y profundidad predeterminados y atacar sin ser detectado, incluso durante la noche.

Más allá de su éxito técnico, el submarino Peral representa hoy el espíritu innovador y visionario de su creador. Isaac Peral no solo fue un brillante marino e inventor, sino también un pionero de la ciencia aplicada al progreso social. Tras su paso por la Armada, continuó desarrollando proyectos vinculados al aprovechamiento de la energía eléctrica, contribuyendo así al avance tecnológico de la España de su tiempo.

El legado de Peral sigue muy presente. Su submarino se conserva actualmente en el Museo Naval de Cartagena, ciudad que lo vio nacer y que honra su memoria con orgullo. Además, el último submarino de la Armada española, de la clase S-80, lleva su nombre en homenaje a su contribución imperecedera a la historia naval.

Este 8 de septiembre celebramos no solo un hito de la ingeniería, sino el ejemplo inspirador de un español que, con talento y determinación, hizo historia bajo las aguas.