Las Fuerzas Armadas necesitan engrosar sus filas. Al reto de captar vocaciones para las escalas de oficial, suboficial y tropa se suma a otro desafío: aumentar el grueso de los reservistas voluntarios. Se trata de aquellos ciudadanos que aplican para aportar sus capacidades y conocimientos a las Fuerzas Armadas de manera voluntaria cuando son requeridos para ello. Una suerte de ‘ejército invisible’ cada vez más necesario en un contexto geopolítico inestable y cambiante.
El Boletín Oficial del Estado convocó ayer 400 plazas para el proceso de selección para el ingreso en los centros docentes militares de formación para la adquisición de la condición de reservista voluntario de las Fuerzas Armadas. El llamamiento más grande para esta actividad. De hecho, desde que Margarita Robles asumió la cartera de Defensa en 2018, ha cuadruplicado la provisión de plazas de reservistas, un incremento que va en consonancia con Europa y las amenazas a las que se enfrenta.
Ese primer año al frente de las Fuerzas Armadas, Robles convocó 100 plazas, las mismas que el gobierno de Mariano Rajoy venía ofertando desde 2013 –a excepción de 2016 y 2015, cuando se publicaron 150–. Sin embargo, desde 2019 el Ministerio ha ido aumentando de manera progresiva cada año la oferta. En 2020 subió hasta 200 y los dos años siguientes se lanzaron 250 plazas. En 2023, un año después de la guerra en Ucrania, Robles subió a 300, y sumó 50 más en 2024. Este 2025 la tendencia ha continuado.
A octubre de 2025, España contaba con 10.696 reservistas de alta disponibilidad –militares de tropa que tras finalizar su compromiso a largo plazo siguen disponibles hasta los 65 años– y unos 3.000 voluntarios. El papel de los reservistas está regulado por la Ley de la Defensa Nacional.
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