Vidas en suspenso y mal pagadas para blindar las nucleares

 

Las centrales pagan una cuantiosa tasa a Interior por la protección de una unidad de élite, pero los agentes denuncian jornadas interminables impagadas y medios heredados en malas condiciones

Imagen de un coche de la Guardia Civil dentro del recinto de una de las centrales nucleares españolas

Una unidad de élite de la Guardia Civil blinda día y noche los siete reactores españoles. Las centrales pagan una jugosa tasa a Interior por ello pero los agentes denuncian medios heredados, jornadas interminables y una peligrosidad que tampoco aparece en su nómina

Poner el pie en una central nuclear perteneciendo al Grupo de Respuesta y Seguridad (GRS) de la Guardia Civil significa poner tu vida en suspenso entre una y dos semanas, unas seis veces al año. Los siete reactores españoles necesitan protección interna de élite las 24 horas del día, los 365 días del año y los agentes que la prestan viven allí mientras dura el destino. Sin familia, en un entorno absolutamente aislado, pero en condición de «24 horas localizable». Esto implica que trabajan ocho horas pero deben estar disponibles las otras 16. Los que tienen más suerte disponen de 30 minutos para prepararse si les llaman fuera de su jornada y pueden salir del recinto. El problema es que los reactores están tan alejados de cualquier núcleo de población que es casi imposible desplazarse al más cercano y estar de vuelta a tiempo. El resto de los agentes tiene que presentarse a los 15 minutos de ser llamados por lo que, directamente, tienen prohibido salir de la instalación.

«Afecta especialmente a la familia, y eso repercute en uno mismo. El índice de divorcios en el GRS es elevado. La carga del hogar recae en una sola persona y eso acaba pasando factura», explica a ABC uno de estos agentes. Sus vidas se congelan cuando llegan ala nuclear pero el mundo continúa girando. «Perdemos fechas importantes no solo por la central, también por otras comisiones. Cumpleaños, navidades, Reyes, graduaciones… Incluso ha habido compañeros que no han podido estar en el nacimiento de sus hijos. Muchas veces pides un permiso y te lo deniegan», continúa el mismo agente.

Casi mil millones al año

En su día a día pesa la vida que dejan fuera pero también la falta de desconexión que viven dentro. Porque aunque el Gobierno de Pedro Sánchez ametralla a las empresas con el cumplimiento de las horas pactadas en los contratos y la retribución de las horas extra, no se aplica a sí mismo

Sin salir del recinto

LA MISIÓN ES ROTATORIA PERO LOS AGENTES VIVEN ALLÍ, SIN FAMILIA, MIENTRAS DURA. TRABAJAN OCHO HORAS Y DEBEN ESTAR DISPONIBLES LAS OTRAS 16

esa exigencia. La Guardia Civil no solve nta la falta de agentes en este grupo de élite ofertando más plazas, sino sobrecargando a los que tiene con más trabajo. «En tu tiempo de descanso no desconectas. No existe una auténtica desconexión laboral, porque la jornada de 8 horas solo corresponde al servicio presencial. En cuanto finaliza, comienza la localizable, y hay simulacros programados —de incidentes terroristas, protestas, crisis o emergencias— que pueden activarse y aunque hayas terminado tu turno, es frecuente que te llamen para participar». Los agentes aseguran que toda la carga extra no se les retribuye. «Si se contabilizaran todas las horas realmente prestadas –incluidas las localizables–, como debería hacerse, la Administración tendría dos opciones: retribuir ese exceso de jornada o compensarlo con los descansos correspondientes. Ahora mismo ninguna de esas compensaciones se aplica».

Esta falta de retribución no tiene justificación presupuestaria porque desde tiempos de Mariano Rajoy, Interior cobra a las centrales nucleares una jugosa tasa anual para sufragar el coste de la protección de la Guardia Civil. La cantidad final es opaca, pero la Orden 252/2021 del Ministerio de Interior –la última publicada– establece que la tasa dependerá del número de agentes asignados a cada central siguiendo la siguiente tarifa: «En las unidades en despliegue, 69.226,96 euros; en las unidades implantadas, 48.743,89 euros».

Las centrales nucleares son la única infraestructura que paga por la protección de un cuerpo del Estado. Además, el Gobierno ha aumentado los impuestos y tasas que pagan estas instalaciones un 70% desde 2019, ingresando ya por ello entre 900 y 1.000 millones al año. Según PricewaterhouseCoopers, entre 2025 y 2035 la carga fiscal del parque nuclear acaparará más del 40% de todos sus costes.

A pesar de ello, los agentes dispuestos a jugarse la vida para protegerlas siguen cobrando lo mismo, y denuncian que la Guardia Civil ni siquiera les reconoce el plus de peligrosidad que sí perciben, por ejemplo, los empleados de las instalaciones cuando hay carga o descarga de combustible o un aumento de la carga de trabajo. «Nosotros no. Seguimos cobrando la misma cuantía desde hace años, independientemente del incremento de la tasa que abona la central. No tenemos un convenio propio y, al no ser personal de la central, no se nos aplican esos pluses», explican a ABC.

No obstante, el incumplimiento de horarios es una denuncia que tras

Sacrificio personal

«HA HABIDO COMPAÑEROS QUE NO HAN PODIDO ESTAR EN EL NACIMIENTO DE SUS HIJOS. MUCHAS VECES PIDES UN PERMISO Y TE LO DENIEGAN»

ciende a las misiones de esta unidad de élite en las centrales. «A veces, las jornadas llegan a 30 horas de trabajo en 72 horas. Pueden activarte para un servicio en una provincia a 12 horas de viaje, al día siguiente trabajar otras 12 horas, y que al terminar te envíen a otra provincia a otro servicio. Es frecuente el incumplimiento de la orden general de jornada y horario vulnerando los descansos, incluso que te denieguen vacaciones y moscosos», lamentan.

Medios deficientes

La presencia permanente de la Guardia Civil en las nucleares arrancó en 2017 con un proyecto piloto en la de Trillo (Guadalajara) y se implantó en las demás en 2019. Además de la tasa por mantenimiento, los propietarios de las instalaciones tuvieron que correr con los costes de construcción y adecuación de las infraestructuras necesarias para albergar a los agentes, así como abonar un plus para la compra de los materiales necesarios.

La Guardia Civil asegura que sus GRS están «equipados con todos los medios necesarios» para hacer frente a cualquier posible amenaza que pueda surgir en una central nuclear. Sin embargo, los agentes denuncian que esos medios no son todo lo modernos que deberían ni están en las mejores condiciones de uso. «Hay vehículos muy antiguos, obsoletos, heredados del Grupo de Acción Rápida (GAR) y con deficiencias estructurales y mecánicas. Los chalecos, radios y otros medios son los que ya tenía la GRS; no se ha adquirido material específico», aseguran. El GAR es otra unidad de élite de la Guardia Civil, especializada en la lucha contra el terrorismo y en operaciones de riesgo que exigen respuesta rápida.

Durante su labor en las nucleares, y aunque la Guardia Civil presuma de acuertelamientos, los agentes del GRS duermen en algo más parecido a barracones. Tienen habitaciones individuales, con baño propio, televisión, aire acondicionado y calefacción. Las zonas comunes consisten en un salón amplio con televisión, máquinas expendedoras y mesas, pero carecen de cocina, por lo que Interior les envía bandejas de catering de una calidad que no les acaba de convencer. «La mayoría se queja. Muchos compañeros optan por traer comida de fuera y usar freidoras de aire para prepararla», afirman. Esto, sin embargo, se queda en anécdota comparado con lo más importante, la falta de reconocimiento de su jornada real: «El tiempo de servicio es tiempo de vida».

Fuente:

https://lectura.kioskoymas.com/abc/20251124/281741275711116/textview