“BATALLA DE LOS ABROJOS”

El 12 de setiembre de 1631 se libró la batalla de los Abrojos, un combate naval entre una flota hispano-luso (que regresaban con una importante carga de azúcar a la península ibérica) y una flota neerlandesa en Pernambuco, Brasil. Esta batalla se enmarca dentro de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Aprovechando este conflicto en Europa, naves holandesas se sintieron fuertes para atacar plazas españolas y portuguesas en América. Desde 1630 los neerlandeses llevaron a cabo acciones depredadoras y piráticas en la región de Pernambuco (la más al este de Sudamérica) por lo que desde la metrópoli se organizó una flota para que combatiera a estos piratas.
El tan esperado enfrentamiento se dio el 12 de setiembre. Las fuerzas de las Provincias Unidas de los Países Bajos estaban formadas por 16 buques mandados por el almirante Adrian Pater, mientras que los españoles y portuguesas, bajo el mando del almirante general de la Armada, Antonio de Oquendo, estaban compuestas por 20 naves, cinco de ellos se encontraban desarmados.
Pater dispuso sus naves en dos líneas y avanzó contra sus enemigos. Oquendo desplegó sus fuerzas, todos buques que no superaban las 700 toneladas y armados con cañones de poco calibre, en forma de media luna con el objetivo de proteger a los barcos que acarreaban el cargamento de azúcar.
Los cañonazos comenzaron al mediodía, sin tregua en medio de acercamientos e intentos de abordaje. Los neerlandeses comenzaron el combate con una intensidad que les hizo creer en la victoria, los certeros ataques y la posición ventajosa de sus navíos inclinaban a su favor la batalla, pero la misma cambió con el peso del fuego de las naves ibéricas.
Cerca de las cuatro de la tarde, el buque insignia de Oquendo incendió el navío Prins Willem, en el que se encontraba Pater. Durante los trabaos de extinguir el fuego, los arcabuceros hispano-lusos sometieron bajo su fuego a los marineros neerlandeses, que no pudieron evitar que el fuego se extendiese. La tripulación se lanzó a las aguas para evitar morir calcinados y muchos encontraron un destino igual de cruel en las aguas brasileñas. Pater murió ahogado y, así, comenzó el desajuste de la estrategia neerlandesa que les llevó a la derrota.
Finalmente, la flota hispano-lusitana logró defender su carga y obligaron a los neerlandeses a retirarse. Según las fuentes, los muertos y heridos, prisioneros o desaparecidos fue de unos 580 en el bando hispano-luso y unos 2.000 en el neerlandés. En cuanto a las pérdidas de naves, las Provincias Unidas de los Países Bajos perdieron el buque insignia Prins Willem y uno o dos navíos más. Mientras que los ibéricos perdieron dos galeones.
Imagen. A unas 250 millas de Abrojos, cerca de la costa de Brasil, en setiembre de 1631 se avistaron las escuadras de Países Bajos y la de los aliados hispano-lusos. La batalla concluye con la derrota neerlandesa, mientras los ibéricos lograron regresar de Brasil con un importante cargamento de azúcar.
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