“BLAS DE LEZO Y OLAVARRIETA”

El 7 de septiembre de 1741 murió en Cartagena de Indias don Blas de Lezo y Olavarrieta, conocido por el apodo de mediohombre por la singular estampa que le dieron sus numerosas heridas de guerra (un ojo tuerto, un brazo inmovilizado y una pierna arrancada). Marino considerado uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española, y es célebre por dirigir, junto con el virrey Sebastián de Eslava, la exitosa defensa de Cartagena de Indias durante el asedio británico de 1741.
La mala relación entre Lezo y el virrey Sebastián de Eslava, jefe de la plaza y responsable de su defensa, se agudizó una vez levantado el cerco británico. Lezo había abogado constantemente por adoptar medidas más ofensivas y por acosar al enemigo, mientras que Eslava había mantenido una actitud más prudente y defensiva, que para el marino vasco pareció inactividad y desidia en la defensa.
Lezo, cada vez más enfermo, apenas abandonó su residencia a partir del 20 de mayo y mantuvo una guerra epistolar con el virrey, tratando de defender su actuación durante el asedio, por la que el virrey llegó a solicitar y obtener el castigo del rey para el marino. Lezo intentó que se reconociese su carrera mediante la obtención de un título nobiliario, petición para la que recabó el apoyo de José Patiño y de parte de sus compañeros de armas de la Armada, pero que el rey, que había recibido los informes desfavorables del virrey y de otros adversarios de Lezo, rechazó. Blas de Lezo falleció en Cartagena de Indias de «unas calenturas, que en breves días se le declaró tabardillo» a las ocho de la mañana del 7 de septiembre siendo enterrado en el convento de Santo Domingo de Cartagena de Indias. Fue el único de los principales protagonistas del asedio de Cartagena que no obtuvo recompensa alguna por sus acciones. Su destitución como jefe del apostadero y la orden de que regresase a la península ibérica para ser reprendido se aprobó el 21 de octubre, cuando Lezo ya había fallecido. Décadas después, el rey Carlos III recompensó al hijo de Lezo por las acciones de su padre, nombrándolo marqués de Ovieco en 1760, título nobiliario que aún existe en la actualidad.
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