Cuando los gigantes compiten y el Estado impone: BBVA, Sabadell y la batalla del relato. Martinez Valdueza,

En la pugna por la OPA del BBVA sobre el Sabadell, los bancos han desplegado una batalla mediática sin precedentes, con recursos que solo los gigantes pueden permitirse. Pero mientras ellos compiten, el Estado juega solo: sus campañas ideológicas se difunden sin réplica posible, financiadas con dinero público al que los ciudadanos no tienen acceso para contradecirlas. ¿Competencia de relatos o monopolio del discurso?

OPA, spots y poder: cuando los bancos compiten y el Estado no compite con nadie

En el gran teatro de la economía, hay batallas que se libran con fusiles de papel satinado, proyectiles de 30 segundos en prime time y trincheras en las redes sociales. La OPA hostil del BBVA sobre el Sabadell no es solo una operación financiera: es una guerra de relatos, una pugna estética, una coreografía de poder donde cada banco exhibe músculo publicitario como quien muestra los dientes en una pelea de salón.

BBVA ha desplegado una ofensiva mediática digna de una superproducción hollywoodense. Su mensaje: “¿Os imagináis lo que podríamos lograr juntos?” —una invitación seductora, casi romántica, a fusionarse en nombre de la rentabilidad y el crecimiento. El Sabadell, por su parte, responde con un tono más intimista, casi de resistencia emocional: “Solos nos va muy bien”. Su último spot, protagonizado por una pyme que rechaza ser absorbida por una multinacional, es una parábola de independencia que haría sonreír a cualquier guionista de Pixar.

Ambos bancos han contratado a las mejores agencias, han comprado espacio en todos los medios posibles y han inundado el mundo digital con sus respectivas narrativas. ¿El objetivo? Convencer a los accionistas, sí, pero también moldear la opinión pública. Porque en esta guerra, el relato es tan importante como el balance.

 

 

Cuando el Estado no compite, solo impone

Y mientras BBVA y Sabadell se baten en duelo con recursos propios —privados, legítimos, abundantes— hay otro actor que juega en otra liga: el Estado. Aquí no hay competencia, ni contrapunto, ni posibilidad de réplica. Las campañas ideológicas del Gobierno se difunden con la misma y hasta mayor intensidad, pero con una diferencia esencial: los recursos no son suyos, son de todos. Y, paradójicamente, los que deberían no pueden acceder a ellos para darle la correspondiente réplica.

Desde el CIS hasta el Ministerio de Igualdad, pasando por iniciativas de reeducación lingüística o revisionismo histórico, el aparato estatal despliega campañas que no buscan convencer, sino conformar. No hay Sabadell que les plante cara, ni BBVA que les dispute el relato. La pluralidad se convierte en monólogo, y el contribuyente —ese accionista involuntario de la maquinaria estatal— observa cómo sus impuestos financian mensajes que, en muchos casos, no comparte y no puede contrarrestar.

La paradoja es evidente: en el mercado, los gigantes compiten. En el Estado, el gigante impone. Y mientras los bancos se esfuerzan por seducir, el poder político se limita a dictar. La batalla entre BBVA y Sabadell es, al menos, una contienda entre iguales. La del Gobierno con la ciudadanía es otra cosa: una campaña sin contracampaña, una voz sin eco, una inversión sin retorno para el ciudadano común.

¿Es legítimo que el Estado use recursos públicos para fines ideológicos? ¿Dónde está el límite entre informar y adoctrinar? ¿Y quién tiene derecho a replicar cuando el altavoz es tan descomunal que ahoga cualquier susurro?

Juan Manuel Martínez Valdueza

Editor y responsable de contenidos en medios como La Crítica y Militares Hoy. Especializado en análisis político, militar y cultural, combina sensibilidad ética con mirada crítica sobre los relatos dominantes.

 

Fuente:

https://lacritica.eu/noticia/3954/juan-manuel-martinez-valdueza/cuando-los-gigantes-compiten-y-el-estado-impone-bbva-sabadell-y-la-batalla-del-relato.html