Felipe VI prueba en la Academia de San Javier el avión en el que se formará la Princesa
El cielo ruge este fin de semana con un estruendo que no solo es el de los motores, sino el latido mismo de 40 años de historia. España se ha convertido en epicentro del orgullo aeronáutico nacional con la celebración de «Aire25», un festival aéreo que conmemora el 40 aniversario de la Patrulla Águila y sirve de escenario para la emotiva despedida del legendario C-101, el mítico «culopollo», que durante décadas ha sido el alma de la patrulla acrobática española.
Felipe VI, formado como piloto en la Academia General del Aire, presidió ayer la jornada de exposición estática en la Base Aérea de San Javier y probó el avión de formación del Ejército del Aire Pilatus PC-21, con el que se formará la princesa Leonor. El Rey también estará presente hoy en la gran exhibición aérea internacional que reunirá a decenas de miles de personas frente al horizonte del Mar Menor. Dos días que ya forman parte de la historia viva de la aviación española.
La jornada del sábado abrió las puertas de la base para que el público contemplara una de las mayores exposiciones aeronáuticas que se recuerdan en España, con más de 30 aeronaves militares y civiles, nacionales e internacionales, entre las que destacaban el A400M, el Eurofighter, el F-18, el CN-235 o el helicóptero Chinook, junto a clásicos como el Sabre, la Saeta o los T-6, que con sus formas y sonidos nos trasladaban a otras épocas. El Rey recorrió la exposición con especial atención al C101, el avión que lo acompañó en su formación como piloto.
El cielo hablará hoy con voz atronadora. Miles de espectadores se congregarán en las playas del Mar Menor, preparados con gorras, prismáticos y protector solar, listos para mirar hacia arriba y dejarse maravillar. La PAPEA abre el espectáculo con un descenso impecable, y a continuación, la sinfonía aérea se despliega con el sobrevuelo del apagafuegos Canadair, el imponente Chinook, la agilidad del F-5, la elegancia del Bücker y la potencia del F-18, que atravesará el cielo con un rugido seco.
Las patrullas internacionales como Patro uil le Su is se, Red Ar rows o Frecce Tricolori se sumarán con sus coreografías de precisión y color, mientras pilotos en solitario como Juan Velarde dibujarán figuras imposibles con humo blanco.
La presencia silenciosa y amenazante del dron MQ-9 Predator B recordará a los asistentes que el futuro de la aviación también está aquí, mientras que el momento cumbre llegará cuando los siete C-101 de la Patrulla Águila aparezcan en formación cerrada para su último vuelo juntos con la precisión y la belleza de cada maniobra, cada giro medido y cada estela de humo con la que pintan el cielo con los colores de la bandera española. Fue una despedida cargada de emoción contenida y aplausos que resonaron como un trueno.
El C-101, fabricado en España y compañero inseparable de los pilotos de la Patrulla Águila desde 1985, deja un legado imborrable. Con su silueta inconfundible y su sonido grave, se despide con honor y orgullo, cediendo el relevo al Pilatus PC-21, que será el avión que tome el testigo. «Aire25» no es solo un festival aéreo, sino la celebración de un país que sabe mirar hacia el cielo, un Ejército que abre las alas para que podamos volar más alto y una nación entera dando las gracias a un avión que no es solo metal, sino sobre todo parte del alma española.
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