De nada servirá la lección de cultura general del almirante a Colau

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau (centro), en la calle Pepe Rubianes este domingo.

INFRUCTUOSO AFÁN

Luis Ventoso, ABC

 

ADA Colau ha retirado de una calle barcelonesa el nombre del almirante gaditano Pascual Cervera y Topete, distinguido militar español del siglo XIX, para dedicársela al cómico Pepe Rubianes. En el acto del cambio de placa, la alcaldesa insultó a Cervera tachándolo de «facha». Si con ese calificativo Colau quiere indicar que Cervera comulgaba con la ideología fascista estamos ante un fenómeno paranormal, pues el almirante murió en 1909 y el fascismo todavía ni existía. Si lo que sugiere es que Cervera era ultraderechista, tampoco atina, porque fue ministro de Marina con los liberales.

El almirante Teodoro López Calderón, un cartagenero de 63 años, es el actual jefe del Estado Mayor de la Armada Española. Dolido por la necedad de la alcaldesa, ha decidido contestarle. En una carta educada, clara y que se atiene a hechos, le da un fino baño de cultura general. Le recuerda los altos méritos de Cervera en defensa de España. Le explica que su talante era más bien liberal. Le recuerda que Francia lo condecoró, que sus enemigos lo saludaban como un gran hombre, que todavía hoy «el facha» cuenta con monumentos en su honor en Cuba, donde cayó derrotado cuando se le ordenó enfrentarse en inferioridad a la marina estadounidense.

Pero el esfuerzo didáctico del almirante será infructuoso, por dos motivos: porque Colau habita en un universo adolescente a varias galaxias de la realidad, donde no existen guerras ni terrorismo, y porque los hechos empíricos le importan un carajo, pues la mirada de la alcaldesa está velada por un maniqueísmo previo, que bendice o anatematiza a las personas en función de si a ella le parecen «progresistas» (léase angélicas) o «fachas» (asquerosas). López Calderón, a quien he tenido el placer de conocer, tiene 63 años y cinco hijos, y lo adornan las cualidades que distinguen a nuestros oficiales: enorme preparación técnica y humanística, un tono prudente y moderado, experiencia laboral cosmopolita y compromiso absoluto con su país a través del trabajo diario (con unos sueldos de chufla en comparación a los que cobran, por ejemplo, diputados autonómicos de darle al botón). El almirante es políglota y ha estado al frente de misiones tan relevantes como la de la OTAN de control del terrorismo en el Mediterráneo. Ha tenido que hincar codos toda su vida y lo distinguen numerosas condecoraciones. Colau, de 44 años y dos hijos, fue incapaz de acabar Filosofía, trabajó poco y en puestos de baja cualificación y se hizo profesional de la política a través del movimiento prookupa y antidesahucios. Hija de una soriana y un oscense, adula al separatismo antiespañol. No tolera la discrepancia ideológica. Desprecia el valor del esfuerzo personal y del estudio como instrumentos de progreso. Su leitmotiv es el rencor por una guerra de sus abuelos, de la que nada sabe. ¿Su sueño? Un proyecto de ingeniería social que pudiese lavar los cerebros de los «fachas» para someterlos al pensamiento único.

El almirante lo ha intentando. Pero es imposible educar a quien ha hecho de la burramia un orgullo y de la envidia y el rencor su bandera.