¿De quién depende la UME?… Pues eso

 

Dotar a una unidad técnica de un mando político no solo es ilógico sino que va contra natura. El Gobierno debe explicar por qué Robles quitó el mando de la UME al Jemad

 

// EFE
Un operativo de la UME combate el incendio de Porto (Zamora)

Dado que al Gobierno le ha resultado incómodo el artículo «¿Por qué la UME no ha pedido ayuda al Ejército?» en el que opinaba que no desplegar mayores medios de las Fuerzas Armadas en la extinción de los incendios fue una decisión política, aquí va una segunda entrega. Los socialistas intentan sostener que Margarita Robles no tiene la última palabra sobre los medios de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en sus intervenciones, no se sostiene dado que fue ella quien, nada más aterrizar en el ministerio, le quitó el mando de esta unidad al jefe de Estado Mayor de la Defensa (Jemad). El debate se zanja rápidamente parafraseando aquello de Pedro Sánchez sobre la Fiscalía: ¿de quién depende la UME?… Pues eso. Pero las consecuencias operativas negativas de ese cambio, que ya vimos en la dana y de nuevo ahora en los incendios, obligan a analizar a fondo un desgaje que comenzó en 2018 con el Real Decreto 1399/2018 y culminó en 2019 con la Orden DEF/160/2019. Desde ese momento, el mando de la UME es político, la ministra de Defensa, y no operativo, el Jemad. Es decir, las órdenes que debe obedecer el jefe de la UME, el teniente general Francisco Javier Marcos, son las de Robles y no las del jefe de la cúpula militar, el almirante general Teodoro López Calderón. Dicho de otro modo, si Robles dice al jefe de la UME «no podemos decir que faltan medios para la extinción del incendio; están y han estado desde el día 2 de agosto», como defendió en una entrevista a Cadena Ser el lunes, podemos sospechar que esa frase es, en la práctica, equivalente a una orden para el teniente general Francisco Javier Marcos. En las Fuerzas Armadas, la dependencia orgánica es la dependencia más fuerte y la ministra es su mando, es de quién depende, es a quién informa de las novedades, es quién impone el criterio.

Evidentemente, y como su nombre indica, la Unidad Militar de Emergencias se integra en las Fuerzas Armadas, pero no entra dentro de su estructura orgánica desde esa nueva dependencia de Robles. Ése es el pecado capital de la organización actual ya que según el Real Decreto 355/2018, previo a la separación de la

UME, la misión de la ministra de Defensa era« la ordenación, coordinación y ejecución de las directrices generales del Gobierno sobre política de defensa» (artículo 4). Conviene subrayar «política de defensa» porque difiere de« operativa de defensa ». Lo entenderemos mejor si pensamos en la construcción de un edificio público. El mandato de levantar lo es político pero será un arquitecto el que diseñará los planos y asumirá la responsabilidad técnica de la obra. Con la UME, Robles ha quitado de en medio al arquitecto, el Jemad, para asumir ella la dirección técnica de la obra. Siendo magistrada y sin haber estudiado en la Academia Militar, ni superado los cursos de ascenso ni, por supuesto, dirigido nunca una operación del Ejército, se consideró capacitada para asumir el mando operativo de una unidad compuesta por unos 3.000 hombres que se juegan sus vidas y deben salvar las de otros. Dotar a una unidad técnica de un mando político no solo es ilógico sino que va contra natura.

La reforma intenta capearlo estableciendo para la Unidad Militar de Emergencias los «procedimientos de apoyo necesarios por parte de los Ejércitos y la Armada» . Entre ellos, que «para el desempeño de su misión y cometidos, la UME podrá utilizar personal y medios de las Fuerzas Armadas, los cuales solicitará al Jefe del Estado Mayor de la Defensa y, en su caso, al Jefe del Estado Mayor del ejército que corresponda» (artículo 15 de la Orden de 2019). Por tanto, la pregunta sigue siendo la misma: ¿pidió más medios el teniente general de la UME al jefe de Estado Mayor, le advirtió la ministra de que no los pidiera o le fueron denegados? Pero cabe añadir otra ¿por qué Robles quitó el mando de la UME al Jemad? Si fuéramos mal pensados nos preguntaríamos si Robles desgajó a la UME como posible primer paso para que, en un futuro, la ministra o ministro de Defensa de turno acabe quitando el mando operativo de las Fuerzas Armadas al Jemad. Quizás con el paso intermedio de situar como jefe de Estado Mayor de los Ejércitos a un jefe de la UME.

Pero también es obligado decir que no solo el Gobierno ha actuado en esta crisis con cálculos políticos. Los presidentes de Galicia, Alfonso Rueda; Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco; y Extremadura, María Guardiola, también lo hicieron al no solicitar el nivel 3, lo que habría forzado al Ejecutivo a asumir la responsabilidad y dedicar más medios. Como en la dana, el Gobierno cruzó los dedos para que no se produjera esa declaración y los tres barones populares, como hizo Carlos Mazón en Valencia, hicieron realidad su deseo. Ahí tienen otro efecto del muro que levantó Pedro Sánchez al inicio de la legislatura: sin diálogo entre el Gobierno y el principal partido de la oposición es imposible resolver los grandes problemas del país. Como ministra de Defensa, Robles está tomando muchas decisiones positivas pero sus injerencias, en las que el desgajo de la Unidad Militar de Emergencias del mando del Estado Mayor de la Defensa es la más visible, están siendo muy negativas. Pueden quedarse con la sentencia: ¿de quién depende la UME?… Pues eso. Si Robles hubiera querido que la Unidad Militar de Emergencias recibiera mayor apoyo de las Fuerzas Armadas, así hubiera sido.

Si la ministra hubiera querido que la UME recibiera mayor apoyo de las Fuerzas Armadas en los incendios, así hubiera sido

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