El acceso principal al submarino S-81 Isaac Peral es una escotilla situada en la proa del barco. Un cilindro en el que hay instalada una escalera vertical. Hay que descender sus doce escalones para entrar en la sección V del primer sumergible de la Armada española 100% nacional. Un hito soñado desde hace décadas y logrado tras retrasos y aumentos en el presupuesto. Pero un punto de inflexión para la Armada y su fabricante, Navantia, que coloca a España entre los 11 países con capacidad de fabricar submarinos.
En este punto se encuentra nuestro país cuando este próximo lunes se cumplen 110 años de la creación del arma submarina en la Armada: «Tener un submarino impide que otros países tengan el control del mar donde se encuentra ese submarino», subraya el capitán de navío Pedro Márquez de la Calleja, comandante de la flotilla, jefe de la base y director de la escuela.
Los días en el Arsenal de Cartagena, donde se sitúa la Escuela de Submarinos, transcurren ajetreados porque ultiman el periodo de evaluación y certificación del S-81 para que en pocas semanas pase a Alta Disponibilidad y empiece a realizar misiones. Todos están convencidos de la importancia de los submarinos. En 2030 habrá 600 en el mundo, la mayoría en el Indo-Pacífico, y tener una capacidad de submarinos es indispensable para proteger los intereses de España. Es por ello que la base de submarinos está comunicada por una puerta con las instalaciones que Navantia tiene en Cartagena, porque trabajan mano a mano para sacar adelante la entrega de los S-80.
Debido a los retrasos, la flotilla española cuenta hoy con dos submarinos el S-70 y el S-81. Márquez de la Calleja reconoce que «el retraso del S-80 significó tomar medidas a la Armada». La principal fue encontrar la manera de prolongar la vida del S-70 para que siguiera siendo útil para la Armada. También encontrar dotaciones para los nuevos S-80. «Íbamos mermando en personal y ahora empezamos a repuntar», explica a EL MUNDO. Si se cumplen los plazos, en 2027 se dará de baja el S-70 y para 2030, España contará con una flotilla de submarinos de última tecnología con la entrega de los cuatro S-80.
De momento, en el nuevo muelle descansa amarrado el S-81 en solitario. Su dotación, compuesta por 43 miembros de las Fuerzas Armadas de los cuales un 10% son mujeres –entre 4 y 6–, pasa los días entre ejercicios dentro del submarino y formación en tierra, en los simuladores instalados en la escuela, imprescindibles antes de las misiones. «Es fundamental que se mecanicen los procedimientos para que una situación de estrés no se convierta en una catástrofe. Aquí no hay segundas oportunidades», explica el teniente de navío Barrios.
Al entrar por la escotilla, lo primero que recibe a la dotación es la Sección V, donde se sitúa la zona de vida. A lo largo de un estrecho pasillo hay tres zonas de estar idénticas con una mesa rodeada por un sofá azul: una para tropa, otra para suboficiales y la tercera, para los oficiales. A continuación, el grueso de la tripulación se distribuye en siete camarotes para seis personas, con dos literas triples a cada lado y un pequeño lavabo en el medio. «Uno se organiza, si eres más bajito, puedes guardar más cosas en los pies de la cama, por ejemplo», reconoce una sargento. Hay dos camarotes más: uno triple para los suboficiales más antiguos y el individual para el comandante. Manuel Corral Iranzo es el primer comandante del S-81. Su nombre está grabado a la entrada del habitáculo, donde cuenta con un lavabo y una pequeña mesa en la que descansa la foto de su familia, un crucifijo y una medida de la virgen del Pilar. Hay además una cama estrecha con una televisión a los pies.
En la sección V están también ubicadas dos duchas y tres retretes para todos. «Para ser submarinista hay muchas cosas que dejar fuera», describe Márquez. «El compañerismo y la responsabilidad adquieren un valor añadido. La humildad para ser capaz de reconocer que tienes carencias también es importante. Pero, sobre todo, la austeridad: es un espacio muy reducido y no hay intimidad». El Isaac Peral tiene 81 metros de eslora pero la zona de vida es apenas una parte.
Siguiendo hacia la popa del barco está la cámara de mando y control y el periscopio. En su interior, hay un sistema integral de plataformas y un sistema de control con siete consolas multifunción. Es el único habitáculo del barco que siempre tiene gente cuando salen al mar. Porque montan tres turnos de guardia de once personas. Una talla de la Virgen del Carmen y otra de la Virgen del Pilar coronan en dos pequeñas urnas esta sala, donde se deciden todos los movimientos del submarino y se realizan las maniobras.
Desde allí se manda la inmersión, que se logra llenando de agua los cuatro tanques de lastre que logran pasar al barco a modo submarino. Una vez se sumergen, llevan a cabo pequeños ajustes para que esté estable. Si quisieran salir a flote, hay que hacer la maniobra contraria: llenar de aire los lastres. Los timones de buceo que se alojan en la vela se utilizan para cambiar la profundidad del submarino y los mástiles permiten estar en contacto con el exterior. En un contacto mínimo. Porque lo más difícil para la dotación es saber que los días de navegación apenas llega un correo electrónico sin ningún tipo de archivo adjunto.
Navantia ya ha embarcado en el S-83 el sistema AIP, una planta de producción de energía que permite recargar las baterías del submarino mientras este se encuentra en inmersión, evitando realizar maniobras de snorkel periódicas para su recarga, donde el buque es detectable y más vulnerable. Con ello, se pretende que los submarinos puedan permanecer hasta tres semanas sin salir a superficie.
En los S-80 el AIP estará instalado en la sección III, a continuación de la cámara de mando. En la actualidad, en el S-81 ese espacio está diáfano y han aprovechado para colocar seis camas más y estar más cómodos. Es una suerte de almacén. Al final de esa sección se sitúa el cofferdam, el espacio con las dos únicas puertas estancas del submarino con una esclusa de salvamento y rescate en caso de necesidad.
Tras cruzar esas dos pequeñas puertas se llega a la sección II, donde se ubican los tres motores diésel con generadores de 1.200 Kw. Probablemente sea la parte más calurosa del submarino. En los periodos de navegación, en el sumergible hace frío, pues es fundamental para su buen funcionamiento la refrigeración, por lo que la dotación suda poco y las duchas se espacian en el tiempo para garantizar el agua dulce. Al final, en la popa, está la sección I, el motor eléctrico que da propulsión.
Es en el otro extremo del barco, debajo de la zona de vida, donde se sitúa la cámara de torpedos, lo que hace del submarino un arma de guerra. Tiene capacidad para albergar 12 armas largas y 24 cortas. Puede lanzar minas, torpedos y misiles a través de los seis tubos lanzatorpedos. Cada uno de ellos está bautizado con el nombre de los miembros de la primera dotación que trabajan en esa sala: Rubén, Paula, Jorge, Pablo, Javi y Gero permanecerán en el S-81 toda su vida útil.
Ya se han disparado siete torpedos de ejercicio y en mayo harán unas maniobras en Canarias donde lanzarán por primera vez con fuego real a un blanco. Será un pequeño hito para el S-81, que ultima desde el muelle de Cartagena todo para que el submarino proteja, a finales de mayo, los intereses de España al integrarse en el grupo expedicionario Dédalo25, con quienes vigilará las aguas del Mediterráneo entre mayo y junio. «Vivimos un momento ilusionante», reconoce Márquez de la Calleja antes de despedirse para continuar con las labores de mando de la Escuela de Submarinos de la Armada española.
Reportaje de Marina Pino
- No podia faltar la leyenda que honra su trabajo
- El S-81 supone un hito para la Armada, que este lunes celebra su 110 aniversario
- Una gorra cuelga en uno de los estrechos pasillos del S-81.
- El S-81 amarado en su muelle