“DESPLIEGUE EN MALI”

JAVIER ARIAS BORQUE

El agonizante despliegue militar español en Mali y el nuevo fracaso de Occidente

La misión europea está en suspenso desde 2022. Catorce socios de la UE han retirado a sus tropas. España aporta el 85% de los efectivos actuales.

La misión europea está en suspenso desde 2022. Catorce socios de la UE han retirado a sus tropas. España aporta el 85% de los efectivos actuales.

Militares españoles en Mali. | EMAD

Las Fuerzas Armadas españolas se desplegaron por primera vez en Mali y el Sahel africano en el mes de abril de 2013. Hace algo más de una década. Una cincuentena de efectivos llegó en un avión de transporte militar al aeropuerto de Bamako como parte de la respuesta europea a la petición de auxilio de las autoridades locales, que vieron amenazada su supervivencia por el intento de grupos yihadistas y rebeldes toureg de controlar el país.

Grupos terroristas como Ansar Dine y Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI) llegaron a estar a las puertas de la capital maliense. La rápida respuesta militar de Francia –también por petición del Ejecutivo de Bamako– había conseguido frenar el avance de los insurgentes y devolverlos a las zonas desérticas del norte del país, el mismo punto desde el que se habían alzado contra el gobierno legítimo de Mali. Cuando los españoles llegaron los combates todavía eran diarios.

España y la Unión Europea llegaron al país africano para ayudar a Mali a fortalecer su ejército y poder controlar su propio territorio. Así nació Boubacar Sada Sy, la academia donde españoles y europeos preparaban los batallones maliense contra el yihadismo. Bajo bandera de la UE (EUTM Mali) llegó a hacer más de un millar de militares de 22 países miembros. España llegó a tener más de medio millar en algún momento puntual.

Todo parecía ir de manera excepcional, pero no era así. El descontento dentro del país estaba creciendo. A la guerra contra el yihadismo y el separatismo toureg se sumaban las tensiones étnicas entre grupos tribales. Y la situación estalló en agosto de 2020 con un golpe de Estado militar que quitó al gobierno electo del poder. Y después un segundo golpe militar en mayo de 2021. Ambos protagonizados por militares formados mayoritariamente en academias de Rusia.

Las nuevas autoridades de Mali cambiaron su política de lucha contra el yihadismo. Sin romper con la UE, dieron entrada a Rusia en la resolución de sus problemas internos. Los mercenarios de Wagner entraron en el país y crearon sus propios batallones de castigo junto a los soldados malienses, participaron en varias matanzas de civiles que crearon una fuerte crisis interna en la misión de la UE.

De hecho, la injerencia rusa provocó que la misión UE quedara en suspenso en abril de 2022. No sin antes dejar en evidencia la división interna europea, como dejó patente el envío de una carta de advertencia al Gobierno de Bamako que fue firmada por los ministros de Exteriores de 16 países de la UE (entre ellos, José Manuel Albares) y que fue rechazada categóricamente por el Alto Representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, o la ministra española de Defensa, Margarita Robles.

Desde entonces, la misión de la UE en Mali está agonizando y sin futuro a la vista. De los 22 países que llegaron a aportar tropas ya sólo se mantienen ocho. Del más de un millar de efectivos ya sólo quedan 160. Y de ellos más del 80 por ciento los aporta España, que mantiene 135 militares desplegados en el país africano. Es decir, los otros siete contribuyentes (Portugal, Rumanía, Austria, Finlandia, Hungría, Bélgica y Lituania) suman un total de 25 efectivos.

El último episodio dantesco sobre esta misión se ha conocido esta semana. En una conferencia entre Margarita Robles y el general español al mando de la misión UE, el general de brigada Santiago Fernández Ortiz-Repiso, cuando éste contó que las autoridades malienses vetaron la entrada del armamento del último relevo español y se tuvo que optar porque el contingente saliente las dejase en la base que las pudiese emplear el relevo entrante.

Una cuestión que el general español achacó al enfado de Mali porque la Minusma, la misión de cascos azules militares que la ONU tenía en el país, haya abandonado la zona también por la injerencia rusa –como hizo Francia meses atrás–. Casi 14.000 efectivos militares de diversos países –principalmente africanos–, con su respectivo armamento, han abandonado suelo maliense haciendo todavía más difícil a la Junta Militar el control del país pese al apoyo mercenario ruso.

Mali puede convertirse en un nuevo fracaso de los países occidentales como lo fue hace unos años Afganistán, aunque con unas formas mucho más discretas. Los países Occidentales han ido perdiendo influencia en la última década en el Sahel africano –Níger y Burkina Faso son otros dos ejemplos perfectos- al mismo ritmo que Rusia y China han ido avanzando a través del asesoramiento militar, la aportación de mercenarios y los créditos blandos.