Cuando comencé mi andadura en el entonces CESID, alla por el año 1992, que finalizaría en el año 2018, ya en el CNI , nada más cruzar el umbral de la entrada de su sede central de la carretera de la Coruña, comenzó a percibir que lo especial de la institución marcaba algunas cuestiones muy importantes.
Una de las primeras lecciones que me dio uno de los veteranos oficiales de inteligencia con los que me tope en aquella primera época de mi recorrido era que lo daríamos todo, pero no sería suficiente para que, en muchas ocasiones, decidiesen atacarnos desde determinados medios, por lo que fuese y con la intención que tuviesen, y casi siempre saldríamos perdiendo, porque no podíamos contar la verdad para defendernos.
Durante mi trayectoria posterior en el servicio de inteligencia pude constatar, en muchas ocasiones, que mi veterano maestro tenía toda la razón. Dedicábamos todo el esfuerzo posible, trabajábamos durante períodos interminables, lo dábamos todo por defender a nuestro país y a nuestros compatriotas, incluso algunos compañeros perderían lo más preciado, su vida, y nada era suficiente para que algunos profesionales nos respetasen. Parece que su única razón de ser fuese escupir sobre nuestro nombre, intentar humillarnos, mofarse de nuestro esfuerzo, tratarnos como inútiles, juzgarnos sin juicio, o maltratarnos por el simple hecho de servir a nuestro país desde el servicio de inteligencia.
Reconozco que, en alguna ocasión, aunque tratábamos de mantenernos alejados de todo este ruido y realizar nuestro trabajo, volvía a casa ciertamente decepcionado, cansado de sentir que algunos aprovechaban cualquier ocasión para intentar hacernos daño, para mezclar la falta de conocimiento y la invención y generar contenidos miserables, contenidos que faltaban al respeto a todos nosotros, que dedicábamos nuestra vida y todos nuestros esfuerzos a un trabajo que no tenía fin, especialmente el trabajo HUMINT, es decir, la obtención de información a través de fuentes humanas, de las personas.

Logotipo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), a 17 de abril de 2023Europa Press
Este trabajo es uno de los más complejos de la inteligencia, el que se corresponde con lo que algunos identifican con el espionaje tradicional, donde el trabajo del especialista HUMINT, que controla y manipula a la fuente, al objetivo, desarrolla más que una simple profesión, es un arte donde las habilidades de esos agentes dan lugar a la obtención de informaciones de vital importancia para la seguridad de nuestro país.
Cuando estos oficiales de inteligencia HUMINT actúan, realizan labores de relaciones públicas, de psicólogos, de actores de la mentira y muchos otros. Su trabajo tiene la complejidad de tratar con personas, con toda la problemática que de ello se deriva. Cuando tratan con personas se equivocan los psicólogos, los médicos, los abogados, los peritos, los trabajadores sociales, etc. Todos se pueden equivocar porque son seres humanos y no dioses infalibles, aunque si nombramos a Dios a él también le traicionó Judas. Pues resulta que todos los profesionales se pueden equivocar menos los miembros del CNI, a ellos debe exigírsele la perfección, ellos tienen una bolita de cristal donde la verdad reluce nada más verla.
Fijémonos, por ejemplo, en los Estados Unidos, con la Comunidad de Inteligencia más grande de todo el mundo y con servicios de sobra conocidos por todos, por sus grandes éxitos y por algunos de sus fracasos. El 11 de septiembre de 2001, diecinueve terroristas secuestraron cuatro aviones, dos de ellos los estrellaron contra las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York, otro lo estrellaron contra el mismísimo Pentágono y el cuarto fue derribado en Pennsylvania sin que pudiese alcanzar su objetivo. En diciembre de 2009, una fuente de alto valor fue autorizada a entrar en una base no regular de la CIA en Afganistán, inmolándose y provocando la muerte de siete agentes y heridas graves a otros seis. En ninguno de los casos anteriores he leído términos como «la TIA», «inútiles», o «no se enteran de nada». Las personas y profesionales de bien se han compadecido de que no haber detectado a los terroristas a tiempo ha provocado la muerte de compatriotas.
En agosto de 2017 se produjo el lamentable atentado de Las Ramblas y Cambrills. Desde prácticamente el primer momento, sin dar tiempo ni siquiera a velar a los muertos, comenzó una guerra mediática, promovida por algunos medios de corte independentista, para intentar divulgar una teoría de la conspiración en la que el objetivo era demostrar que el CNI conocía todos los detalles y miró para otro lado, algo tan grave como mezquino e insultante a la labor de mis excompañeros. A algunos debería caérsele la cara de vergüenza, pero es imposible porque para ello es necesario tenerla.
En esta guerra mediática se ha intentado, casi exclusivamente, culpar al Servicio de inteligencia, pero obviando cuestiones muy importantes. El 25 de mayo de 2017, la CIA comunicó a los Mossos, al CNP, a la Guardia Civil, al CITCO y al CNI sus sospechas de que en verano se pudiese producir un atentado en Las Ramblas. Unos meses antes, la policía de la localidad de Vilvoorde (Bélgica) informó a un mando del servicio de información de los Mossos de las sospechas que albergaban sobre el imán de Ripoll. Sin embargo, dos días después del atentado, este organismo trasladó al juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, que no les constaba ningún antecedente del imán. En un artículo publicado en El Confidencial, el 10.08.2018, el Conseller de Interior, Miquel Buch, aseguró que «no se puede ocultar información a los Mossos d´Esquadra ya que la seguridad de Cataluña es competencia de la Generalitat», denunciando que los Mossos todavía no tuviesen acceso a las bases de datos de las policías europeas y que la policía catalana no se haya incorporado aún al CITCO.
Lo que parece bastante claro es que existe un interés por parte de determinados sectores ligados al independentismo de mantener esta llama viva para seguir intentando manipular la realidad en su beneficio. Sobre este asunto ya se produjo la comparecencia del ex Secretario de Estado Director del CNI en la comisión de investigación del Congreso de los Diputados, pero también hemos podido ver, en fechas recientes, ante la solicitud de esos sectores, la comparecencia, en ese mismo Congreso, del terrorista Mohamed Houli Chemlal, uno de los condenados por los atentados de Barcelona y que fue a ese foro solamente a lanzar un ataque, sin prueba alguna, sobre el CNI, que casualidad.
Que ciertos sectores políticos estén interesados en que esta llama siga ardiendo para poder aprovecharse puedo admitirlo, aunque no lo comprenda ni lo comparta, pero lo más impresionante es el cambio producido en algunos medios, históricamente conservadores, que ayudan con sus publicaciones a que esto ocurra.
Por cierto, para los profesionales de algunos medios que exigen el rigor máximo a los demás, «confidente» no es un término aplicable a las fuentes del CNI, es un término policial. Y otra cuestión, ¿me imagino que dispondrán de documentos o pruebas de todo aquello que informan? Es decir, informaciones que demuestren aquello que afirman. ¿Qué ejemplo le están dando a las nuevas generaciones de periodistas si hacen justo lo contrario a lo que se debería hacer?
Lo único que les pediría es que mantenga a las instituciones como el CNI fuera de las luchas políticas, que se les deje trabajar en paz, que se les defienda de este castigo sin sentido, que se les proporcionen las herramientas que necesitan y, sobre todo, que publiquen ustedes lo que publiquen, no les falten al respeto. Ellos dan todo lo que es humanamente posible y no se merecen que ustedes les denigren o intenten humillar. Déjenlos en paz que bastante tienen con la responsabilidad del trabajo que desarrollan.
Nunca he visto a ningún rebaño que apalee a sus perros pastores.
Jorge Gomez Oficial de la Armada en la Reserva Exmiembro del CNI
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