
A una semana de abandonar el Gobierno valenciano, el vicepresidente segundo hace balance del Plan de Recuperación, de la situación de la zona cero y de las lecciones aprendidas del 29-O
El próximo martes 4 de noviembre Francisco José Gan Pampols asistirá a su último pleno del Ejecutivo valenciano antes de que el presidente Carlos Mazón lleve a cabo la remodelación que anunció hace casi dos meses. El teniente general retirado saldrá así del Gobierno autonómico casi un año después de aterrizar sorpresivamente en la política con una misión muy concreta: liderar el proceso de reconstrucción de las zonas arrasadas por la catastrófica DANA que el 29 de octubre de 2024 arrasó media provincia de Valencia dejando a su paso 229 muertos y miles de millones de euros en pérdidas. Las brutales riadas y barrancadas que asolaron con agua y barro l’Horta Sud, la Ribera, la Plana de Utiel-Requena, la Serranía y la Hoya de Buñol han supuesto un desafío político, pero también logístico y de coordinación institucional. Las carencias en este último apartado, de las que responsabiliza al Gobierno central, son las que peor sabor de boca le han dejado.
Porque el modelo de recuperación que se aprobó el 31 de julio se ha producido con una rapidez notable. El 46% de las iniciativas del Plan Endavant están finalizadas o en curso (19 y 139 respectivamente). Esperamos arrancar 51 más antes de que finalice el año, con lo cual estaremos rondando el 60% de ejecución. Para mí es la velocidad de crucero adecuada.
Le queda una semana como vicepresidente para la Recuperación Económica y Social. ¿Qué balance hace de este año?
No puede ser completamente positivo porque ha habido algunos elementos que no han podido desarrollarse en su totalidad, como los mecanismos de coordinación que inicialmente tenía previstos. Por tanto, la velocidad y el alcance no han sido los que a mí me hubiera gustado poder presentar a estas alturas. Dicho esto, estoy más que razonablemente satisfecho del esfuerzo que se ha hecho en todos los ámbitos, particularmente en el local, y reconociendo muy especialmente el de la Generalitat en conjunto.
¿Se lleva como espina clavada la falta de coordinación con el Gobierno central?
Por supuesto que sí. En todo lo que se ha hecho, desde el primer momento, procuré que la coordinación fuera efectiva y no hemos sido capaces de compatibilizar, ni siquiera de compartir puntos de aproximación para un diagnóstico, un plan conjunto, un desarrollo de iniciativas, para una dotación presupuestaria, para una velocidad y para una coordinación efectiva. Me llevo la peor de las imágenes, desde luego.
¿Y a otros niveles más allá del institucional tampoco ha existido?
Muy poca. Cada vez que oigo a alguien decir: «No, esa coordinación existe», falta a la verdad. Ha sido puntual y de muy bajo nivel. Un ejemplo evidente: ¿Cuántos ministros han venido a Valencia en la última semana? ¿Seis? La única que invitó a un conseller [Vicente Martínez Mus] a un acto ha sido Sara Aagesen, para la presentación de un plan para la Albufera. Los demás ministros no han llamado a ningún conseller, a ninguno.
¿Es una anomalía?
Para mí no es una anomalía, que es algo que ocurre una vez. Si es continuo es una tendencia, y si la tendencia es a hacer campaña permanente utilizando el puesto que uno tiene dentro de la administración para sacar rédito partidista, pues es un desastre.
¿Quién es el responsable?
Para mí el responsable siempre de establecer una coordinación es el que tiene el mando y más autoridad. En este caso, la Administración General del Estado.

¿Cómo calificaría la situación económica de la zona cero?
La recuperación económica tiene un sentido agridulce. Conocemos de forma pormenorizada a través de informes que la mediana y la gran empresa se han recuperado, con cotas predana e incluso produciendo un crecimiento efectivo. Pero las pymes, micropymes y autónomos están aún un 10% por debajo. No exclusivamente porque no hayan recuperado los niveles de producción, sino porque ha habido un descenso del 10% que ya no han vuelto a abrir.
¿Y en el plano social?
El tejido social y comunitario es quizá el más complejo. Hay una parte emocional que tardará un plazo largo de tiempo en poder restañar las heridas. Hay un problema de confianza, de credibilidad, de sentimiento, como describió Juan Roig. Dijo que los primeros días el pueblo valenciano se sintió abandonado. Es una frase muy fuerte pero transmite, yo creo que con mucha crudeza, la realidad. Las muestras de solidaridad han sido fantásticas, sobre todo en el ámbito local, donde se ha visto todavía mucho más la proximidad, la importancia del barrio, de la finca, de la calle, la falla o la música, eso fortalece ese tejido social y comunitario.
Comentó tras tomar posesión del cargo que no iba a aceptar indicaciones de tipo político ¿Se han dado?
Maticé posteriormente en el sentido de que político es todo. Yo no soy político, no pertenezco a ningún partido, pero estoy en un Consell que es un órgano político y por tanto respondo solidariamente de sus decisiones. Me refería a que no recibiría, no aceptaría indicaciones de partido respecto a cómo y qué realizar en el ámbito de la recuperación. No he recibido ninguna presión y si la hubiera recibido la habría rechazado.
¿Cómo están los ayuntamientos de la zona cero?
Agobiadísimos.
¿Siguen sin poder gestionar las transferencias del Estado para infraestructuras municipales?
Es imposible. No pueden. El procedimiento que estableció, desde mi punto de vista, era erróneo porque carga a los ayuntamientos con un peso que no son capaces de sobrellevar porque no tienen una estructura técnico-administrativa que se lo permita. El hecho de dar a ayuntamientos pequeños 20, 30 o 40 millones de euros cuando su presupuesto anual es de 2 significa que se les somete a un estrés innecesario. Todavía no han redactado las memorias que tienen que entregar antes del 5 de febrero. Si no lo hacen, pierden los créditos que se les habían asignado para la ejecución de proyectos.
Un año después de la catástrofe, ¿cree que las zonas afectadas están mejor, peor o como cabría imaginar cuando se produjo?
Mejor no están en ningún caso. Peor, en algunos casos sí, porque algunas de las obras no están finalizadas. Es decir, si ahora se volviera a producir algo parecido, las consecuencias materiales serían peores que las que se sufrieron inicialmente. En el futuro, si todo lo que se dice que se va a hacer se acaba ejecutando en tiempo y forma (como los desvíos de los barrancos de la Saleta y el Poyo), quedarán mejor, más protegidos, pero no completamente. Es muy importante que la ciudadanía sepa que esto no garantiza de una vez por todas que no se vuelva a producir.
¿Hemos aprendido la lección del 29 de octubre?
Yo sí. Los ayuntamientos, por lo que veo, también han adoptado una actitud proactiva en la redacción de planes de emergencia. Pero para que sea realmente efectivo tiene que ir consolidándose en el tiempo y se tiene que crear una cultura de la seguridad. Eso pasa por la autoprotección, es decir, por disponer de información, formación y capacidad de actuación.
En la última DANA de este año sí hubo anticipación.
La reacción fue muy buena, pero ahora mismo tenemos que llegar al punto medio. En algunos casos hubo sobrerreacción. Ahora, poco a poco, a medida que se gane experiencia y se vaya pormenorizando tanto geográficamente como por intensidad, se tiene que ir afinando el detalle de qué alarma se crea. Porque, si no, dejaremos a los niños y niñas de la Comunitat con 25 días de clase menos al año. Eso no puede ser. Con esto va a haber que convivir.
O sea, que puede volver a pasar.
No sabemos con qué cadencia, pero estoy seguro de que va a volver a pasar. No sé cuándo, ni dónde, pero las condiciones que hacen que ocurra se han agravado. Si hoy midiéramos la temperatura del mar, probablemente nos daríamos cuenta de que es la más alta de los últimos años. El cambio climático supone mayores precipitaciones, más catastróficas e imprevisibles.

«Los alcaldes son ejemplares, pero en Les Corts no he visto posibilidad de acuerdo»
¿Cómo ha visto la política desde dentro? ¿Se han cumplido sus expectativas?
En el ámbito local me llevo una imagen inmejorable, especialmente de alcaldes y alcaldesas, que han ido mucho más allá de lo que un estricto cumplimiento del deber exigiría. Me han parecido ejemplares. Y he visto cómo interactúa el ámbito autonómico con la política nacional. Esa relación es más que manifiestamente mejorable. Aquí hemos vivido una ignorancia mutua en muchos aspectos.
¿Cómo ha llevado el cuerpo a cuerpo en Les Corts?
Tuve la primera sesión en noviembre de 2024 y la última a mediados de octubre de 2025. Entré hablando del 29 de octubre y me he ido hablando del 29 de octubre. Es como si viviéramos en una especie de ciclo temporal perverso que ha enterrado todas las expectativas en ese bucle. No he visto ninguna posibilidad de acuerdo. No es posible que el ciudadano perciba que existe una polaridad tal en la que todo lo que hace el otro está mal y todo lo que yo propongo está bien.
¿Cómo ha sido su relación con el president Mazón?
Muy correcta. Ha atendido mis indicaciones. Cuando le he pedido apoyo para determinadas iniciativas lo ha concedido. Cuando le he presentado un plan de priorización, lo ha aprobado. Y bueno, ha impulsado el Consell para aprobar el diagnóstico, el plan de recuperación y el plan de anticipación.
¿Considera cumplida la misión con la que llegó al Consell?
Yo me comprometí a esto y esto está cumplido.
Si tuviera que volver a tomar la decisión de hace un año…
Lo haría exactamente igual.
¿Qué planes tiene por delante?
Irme a mi casa. Recuperar el ritmo ordinario de mi vida, con el que era muy feliz, en su totalidad.