Guernica, la mentira que nunca muere

El dicho popular sostiene que las mentiras “tienen las patas cortas”. Será en la vida cotidiana, porque en la universitaria las mentiras avanzan con grandes zancadas. Los españoles lo podemos comprobar si nos acercamos al consenso de los historiadores sobre la II República, la Guerra Civil y el régimen franquista.

El “Y punto” de Viñas como argumento

Un ejemplo es la fabulación de que el general Franco hizo matar al gobernador militar de Las Palmas, general Amado Balmes, para dejar Santa Cruz de Tenerife y poder subir al avión que le trasladó a Marruecos. Según el fabulador, el catedrático Ángel Viñas, esa muerte accidental “¡es un asesinato con premeditación y alevosía. Y punto!”. Un historiador aficionado, Moisés Domínguez, ha demostrado que la narración no pasa de ser una novela, y encima poco verosímil, ya que ha encontrado hasta la autopsia que se realizó a Balmes. Pero la academia sigue difundiendo la fábula. El único profesor que yo sepa se ha atrevido a señalar al rey desnudo ha sido Stanley Payne en su El camino al 18 de julio.

Un cínico —o quizás un realista—, afirmaba que en la universidad se producía la sustitución de las teorías o los paradigmas desfasados por otros nuevos sólo cuando los viejos que habían elaborado los primeros y se negaban a aceptar las novedades se jubilaban o se morían. Yo aceptaría la afirmación anterior si hubiera esa sustitución de teorías, pero es que los años pasan y vemos que, en este caso, las mentiras se mantienen, incluso engordan. Bien lo sabía el militar, ingeniero e historiador Jesús María Salas Larrazábal, fallecido el 29 de marzo, que, junto con el periodista Vicente Talón, introdujo racionalidad y hechos en el episodio más manipulado de la guerra civil española: el bombardeo de Guernica, realizado el lunes 26 de abril de 1937 por las aviaciones de Italia y Alemania.

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Leído: Libertad Digital

Autor:Pedro Fernández Barbadillo.