Invitaciones

 

Ignora el amnistiador que las familias de los militares se comportan con la misma cortesía y buena educación que los propios militares, y que, de haber acudido, habría sido recibido con un civilizado silencio

Seguí con emoción e interés el acto militar celebrado en el patio central de la Academia General Militar de Zaragoza, en el que la Princesa de Asturias y sus compañeros de promoción juraron lealtad a España besando nuestra Bandera. La AGM tiene un empaque especial. Ética y estética, y la figura de la Princesa, en un acto presidido por los Reyes, agrandó el interés y el mensaje.

Por lógica, al referido acto tendría que haber acudido el presidente del Gobierno, pero no se atrevió. Demasiados españoles decentes en la formación y las tribunas de invitados. Ignora el amnistiador que las familias de los militares se comportan con la misma cortesía y buena educación que los propios militares, y que, de haber acudido, habría sido recibido con un civilizado silencio. Después pueden ser analizadas las causas del silencio, que pueden ir desde la disciplina al desprecio, pero eso es cosa de cada uno.
Juraba Bandera la heredera de la Corona. No se trataba de un concierto en Benicassim, ni un viaje con la familia gorrona y los amigotes más íntimos a Sanlúcar de Barrameda –contra ribera de Doñana– o a La Mareta, el palacete costero que el Rey Juan Carlos I regaló al pueblo español horas después de recibirlo del Rey de Jordania. No se trataba, pues, de una Jura habitual y tradicional de las damas y caballeros cadetes de la Academia General Militar. Entre las damas y caballeros cadetes estaba la Princesa de Asturias, y ese detalle merecía una consideración especial por parte de nuestro incansable ganso migratorio. Pero mejor sin él, aquí paz y después gloria y a quien le pique que se rasque.
Pero me extrañaron algunas ausencias inexplicables entre los invitados. Es cierto que este tipo de actos atraen a mucho público. Toda formación militar es un espectáculo brillante, medido al milímetro y al segundo, y con un espacio para el público, limitado. Tengo entendido que, a cada dama o caballero cadete se le asignan seis invitaciones para que se sienta acompañado de su familia o de los amigos más próximos. Y me extrañó que no figuraran entre los invitados algunos familiares de la Princesa de Asturias. No fueron invitados ni el Rey Juan Carlos I ni la Reina Sofía, abuelos paternos de la Princesa. Tampoco las Infantas Elena y Cristina, tías de la princesa y hermanas del Rey Felipe VI. Y tampoco estuvo presente la Infanta Sofía, que se halla estudiando en un internado irlandés. A la Jura de la Constitución del Rey, presidida por los Reyes Juan Carlos y Sofía y en presencia del presidente del Gobierno, Felipe González, ocuparon lugares de honor en la tarima que se montó en el Congreso de los Diputados, sus abuelos, los Condes de Barcelona, y sus hermanas Elena y Cristina. Para mí, que estos olvidos han sido consecuencia de las prisas y los despistes de la Casa Real, que era menos despistada antaño que hogaño. También puede ser culpa de Correos, o de que el sello en la carta tuviera un nominal más bajo que el exigido para su franquicia. Cualquier cosa, sin excluir una expresa prohibición del ganso migratorio ausente con el fin de impedir otra estancia en España, y concretamente en Madrid, del Rey Don Juan Carlos. Pero …
¿qué culpa tiene de ello la Reina Sofía? ¿Acaso no es la abuela paterna de la Princesa de Asturias? ¿Quiénes fueron los invitados de los Reyes, dentro del cupo de las seis invitaciones?
Ardo en deseos de escapar de mis dudas.
    COSAS QUE PASANALFONSO USSÍA