Según las encuestas el 73% de los españoles respaldamos los presupuestos militares. Eso es mucho en un país en el que a nuestras Fuerzas Armadas las hemos desterrado de la vida pública, relegándolas a desfiles o labores humanitarias que, si bien merecen todo nuestro aplauso, no se corresponden únicamente con su finalidad. Pido prestada la frase a mi general Rafael Dávila y digo: el ejército no es una ONG. Zapatero quiso dar una imagen descafeinada del mismo on la UME, dicho sea sin menoscabo. Pero nuestras FFAA, además de rescatar a personas, de sofocar incendios, de auxiliar en desastres naturales y otras muchas cosas son, ante todo, instituciones de milicia, es decir, de soldados. Y los soldados portan armas para defender a todos los que no pueden hacerlo por sí solos. Entender esto en pleno 2024 donde okupar se potencia desde las instituciones y se tolera la delincuencia organizada con una juventud a la que no se le ha impartido la menor noción de eso que denominamos cultura de la Defensa es casi de chiste.
En medio de tanta identidad de género hay que hablar también de nuestra identidad como nación, como un conjunto de personas que tienen el derecho y el deber de defender a su país. Se invierte solamente un dos por ciento del PIB en el presupuesto militar. Todo lo que huela a gasto en Defensa ahuyenta a los gobernantes que no han entendido la frase de Spengler: «Cuando la civilización está a punto de desaparecer siempre hay un grupo de soldados dispuesto a salvarla». Sin el compromiso de los ciudadanos en mantener su casa, su sistema de gobierno, su patria, es imposible nada que no sea sucumbir. Ahora bien, ¿podemos pedirle a nuestra sociedad, a nuestros jóvenes, que se apresten a hacer ese ejercicio? ¿Alguien se cree que, a pesar de lo que digan las encuestas, se irán disciplinadamente a liar el petate? Pues quien esto firma piensa que sí, que muchos más de los que pensamos. No hay más que ver el Salón de la Educación que se celebra en Barcelona anualmente y del que la torticera comunista Ada Colau y esa institución traidora a la Constitución y a España que es la generalidad catalana pretendieron expulsar a las FFAA. No lo lograron, y ni que decir tiene que es un éxito dada la cantidad de jóvenes que se interesan por tener un futuro integrados en ellas.
Por eso es imprescindible potenciar lo que ya existe a pesar de la cultura oficial. No hay nada más democrático que, vengas de donde vengas y tengas los apellidos que tengas, ser igual que el resto de tus compañeros, comer lo mismo, arrastrarte por la misma pista americana, helarte o abrasarte de igual forma en las guardias o en las marchas, experimentar el mismo miedo en los ejercicios con fuego real, respetar la misma disciplina, las mismas ordenanzas, ser iguales, pero manteniendo cada uno su propia individualidad. La Defensa es el mejor instrumento democrático. Por eso a los políticos los mandaba yo un mes a la Legión. Vendrían finos.
El autor. Miquel Giménez
Barcelona 1959. Escritor y periodista. Su último libro publicado es “PSC: Historia de una traición” (Deusto, 2020). Premio Ciutat de Barcelona año 2000 en Radio y Televisión