La difícil reconstrucción Luis Alejandre

No necesito insistir: nuestro tejido social está gravemente dañado. Doy por sentado que nuestra actual situación política tiene fecha de caducidad, aun asumiendo que los partidos disolventes prefieren la argamasa que les une al actual gobierno, a la posible alternativa que puede seguirle.

Parto de la hipótesis de una mayoría absoluta en próximas elecciones. No sería la primera. También buena ocasión para pensar en lo que se hizo mal o no se hizo y corregir.

No esgrimo cátedras de Derecho Constitucional, ni «honoris causa» universitarias. Solo aporto mis años de experiencia –luces y sombras– con vivencias en una decena de diferentes países en paz y en guerra y el cúmulo de opiniones que me llegan de mi mundo militar, generalmente sabias, e impregnadas de amor a España, que quiere decir amor a sus ciudadanos, por los que se sienten – abuelos, padres, directivos de Cáritas o de Bancos de Alimentos– especialmente preocupados. Un soldado debe siempre intentar ver «al otro lado de la colina»; ver venir el próximo combate. Sun Tzu nos advertiría: «cuando estalla el trueno, es demasiado tarde para taparse los oídos».

No obstante, antes de hablar del actual tema de nuestra seguridad, hay que poner cierto orden en la casa. De ahí que incida en algunas conocidas medidas correctoras de nuestra vida política:

*La primera acción consistiría en intentar una «grose coalition» a la alemana. Es decir, no pagar con la misma moneda con que pagan los actuales gobernantes. ¿Misión imposible?. Nunca descartarla.

*La segunda, cambiar la Ley Electoral. También al modo alemán. El partido no representado en varias comunidades autónomas, sin alcanzar un 5% de votos nacional, no tendría representación en las Cortes Generales. Solo en sus parlamentos autonómicos. Se acabarían de una vez las cartas marcadas en el vigente siete y medio.

*Reformar el Senado para que realmente represente a las 17 Comunidades Autónomas, más Ceuta y Melilla. Lo que realmente debería ser un gran centro de coordinación, que respetase la igualdad de todos los españoles. Donde una autonomía defendiese sus necesidades ante las necesidades de los demás. Añadiría: donde cada comunidad tuviese su propia sede representativa en la Capital, una especie de «hotel boutique».

*Abordar una relectura a fondo de la Constitución, matizando especialmente los contrasentidos de los artículos 149 y 150.

*Incluir en los reglamentos de nuestras Cámaras, sanciones de inhabilitación temporal a los representantes políticos, ante graves faltas de comportamiento cívico. Sancionan a su manera las Fuerzas Armadas, el Consejo del Poder Judicial y en el mundo del deporte, los colegios de árbitros con la «nevera» y los propios árbitros con tarjetas amarillas y rojas.

* Ejecutar un arrinconado, aunque bien definido técnicamente, Plan Hidrológico Nacional. Ver desaguar presas estos días duele, sabiendo que hay cuencas deficitarias como Almería. Cuando, además, nuestra lógica histórica nos induce a pensar, que pueden seguirnos años de «pertinaz sequía».

*No seguir titubeando con la energía nuclear y decidirse con máxima seguridad en mantener las instalaciones actuales.

*Debe abordarse el tema de la inmigración descontrolada de manera integrada, seriamente, poniendo sobre la mesa las cifras reales, las previsiones de nuevas oleadas, incluso las sensibilidades humanitarias, pero, sobre todo, nuestra propia seguridad.

Todas estas condiciones, son básicas para crear una sociedad fuerte, en un Estado fuerte, con voz en Europa. Solo con ello podremos afrontar el modelo que se nos demanda, como contribuyentes a la seguridad europea. Y no es solo cuestión económica: es también opinión pública, reactivación industrial, coordinación empresarial, iniciativas, futuro para nuestra juventud, respeto y cuidado a nuestros mayores, ilusión como país. Patriotismo, en suma. Sin todo ello: ¿cómo puede abordarse como se hace en otros países europeos, una financiación extra y una posible vuelta al servicio militar como contribución a la seguridad de todos?

Nuestra sociedad vive alejada del problema de los bordes de la antigua URSS, respecto a la actual Rusia. Pero la violencia y las políticas de hechos consumados son reales. Y no podemos arriesgar, que aun en un frente alejado como es el sur, que en momentos de debilidad, siempre habrá quien sepa imponernos nuevas «marchas verdes» provocando serios problemas en las fronteras de Ceuta y Melilla. O nos presionen con la explotación de hidrocarburos en aguas canarias o de fosfatos y pesca en nuestro antiguo Sahara.

Sun Tzu nos diría: «Si el jefe está dotado de sabiduría, será capaz de reconocer los cambios de las circunstancias y actuar con presteza. Si es equitativo, sus hombres estarán seguros de la recompensa y el castigo. Si es humano amará al prójimo, compartirá sus sentimientos y dificultades. Si es valiente alcanzará la victoria, si sabe encontrar el momento oportuno».

¡Siempre hay un momento oportuno para los valientes!

  • Luis Alejandre Luis Alejandre. General (r) . Academia de las Artes y Ciencias Militares