¿LA DIPLOMACIA POR OTROS MEDIOS? SESENTA AÑOS DEL COMITÉ DE CIENCIAS?

CURIOSA RELACIÓN ENTRE LA DIPLOMACIA Y LA CIENCIA EN LA OTAN

El final de marzo señala el 60 aniversario del establecimiento del Science Committee y la creación del puesto de Science Advisor al Secretario General de la OTAN. Mirando retrospectivamente a la evolución del patrocinio por la OTAN de la investigación científica a lo largo de las seis últimas décadas, Simone Turchetti explica cómo ha servido también para fomentar un constructivo diálogo entre los aliados mejorando la integración entre los aliados.

El Science for Peace and Security (SPS) Programme de la OTAN patrocina actualmente las actividades de investigación entre científicos de los miembros y socios en todo el mundo. Los detalles de los estudios en marcha y las oportunidades de financiación están ampliamente difundidos pero es bastante menos lo que sabemos de los orígenes del esquema. ¿Cuándo comenzó y cómo se desarrolló?

Una parte de los documentos de su anterior programa desarrollado bajo la égida del Science Committee están ahora disponibles en los archivos de la OTAN y arrojan nueva luz sobre el más amplio legado de la inversión de la OTAN en ciencia. Fundamentalmente revela la importancia de este patrocinio que comenzó hace exactamente sesenta años tanto para el avance de la ciencia como para las relaciones de los aliados en el punto máximo de la Guerra Fría. Ahora sabemos que la promoción y elaboración de un programa de ciencias informó los pasados esfuerzos para establecer un diálogo constructivo entre las delegaciones precisamente cuando los aliados lo necesitaban, actuando virtualmente como un instrumento de diplomacia paralela.

A finales de los años cincuenta, cuando se inició el esquema, la OTAN demandaba mucho la actuación de los diplomáticos, especialmente a la vista de las dificultades que impedían su integración. Los funcionarios franceses y británicos debatían que EEUU solo debiera controlar su disuasión nuclear. Italia y Turquía accedían a admitirla, no obstante estas dudas, pero noruegos y daneses no querían armamento nuclear en su territorio. La crisis de Suez hizo espectacularmente aparentes estas disensiones y llevó a los “Tres sabios” de la OTAN –los ministros de asuntos exteriores de Italia, Noruega y Canadá- a emitir un informe resaltando la importancia de encontrar mejores vías de integrar la Alianza. Apuntaba principalmente a la inversión en investigación científica para reforzarla.

Los ministros fueron profetas, por supuesto, porque, tras el lanzamiento del primer satélite soviético, el Sputnik, el Consejo del Atlántico Norte ordenó la creación de un Science Committee. Y, desde abril de 1958, un recién creado Assistant Secretary General for Scientific Affairs (o Asesor Científico de la OTAN) invitó a preeminentes científicos de Occidente a asistir regularmente y elaborar un programa de patrocinio.

A lo largo de los siguientes cincuenta años no menos de tres generaciones de ilustres investigadores contribuyeron a construir el programa de ciencias de la OTAN, que resultó en un esquema mixto compuesto del envío de estudiosos al extranjero, la organización de seminarios (los Advanced Study Institute) y subvenciones a la investigación para proyectos innovadores.

A primeros de los sesenta la inversión de la OTAN creció a cinco millones de dólares cada año y más aún, especialmente cuando la inflación afectó más fuerte a las economías occidentales llevando a propuestas de aumento presupuestario. Las conversaciones de los delegados, particularmente sobre subvenciones a la investigación, ayudaron a estableces un constructivo diálogo entre los aliados cuando trabajaron juntos para identificar la prioridad de los temas y establecer subgrupos dedicados a estudios concretos. El logro de los acuerdos dio lugar a sinergias políticas o, al menos, ayudó a evitar desacuerdos más profundos en momentos críticos de la historia de la Alianza.

Cambio de trayectoria

En sus comienzos las recomendaciones del Comité se refirieron a los reproches posteriores a Suez entre EEUU y Gran Bretaña que, con gran secreto, habían firmado un acuerdo de defensa mutua. Este apoyo encaminó a las ciencias de la OTAN en la dirección defendida por EEUU moldeando lo que el tercer Science Adviser, el físico de EEUU William Nierenberg, denominó la “filosofía mixta” del esquema. Significaba patrocinar la ciencia como un modo de promover la integración y, al mismo tiempo, atender las necesidades de defensa. Por ejemplo, pagaba los proyectos diseñados por un subgrupo del comité dedicado a la investigación oceanográfica dado que estos estudios mejoraron las operaciones navales de la OTAN (y especialmente la guerra antisubmarina).

Defendida por el pionero de EEUU del radar y ganador del premio Nobel, Isidor Isaac Rabi, con la ayuda del zoólogo (y diplomado en investigación operativa) británico Baron Solomon (“Solly”) Zuckerman, pronto se revió esta filosofía de financiación, en parte porque la asociación EEUU-UK no duró mucho. La decisión de John F. Kennedy de retirar los misiles nucleares de Turquía sin consulta previa a los aliados por la crisis de los misiles de Cuba de 1962, y la renuncia de la fabricación del misil Skybolt (que había sido prometido a Gran Bretaña) trastocó las relaciones trasatlánticas y, a su vez, materializó un disensión sobre la trayectoria del programa de ciencias de la OTAN.

Item más, durante la segunda mitad de los años sesenta otros delegados esperaron dirigir el programa de ciencias hacia diferentes direcciones. Los aliados con economías menos desarrolladas (Italia, Grecia, Portugal y Turquía) pidieron conjuntamente revisar la inversión de la OTAN en ciencia con objeto de tratar su retraso en tecnología con los EEUU. Rabi y los funcionarios del Departamento de Estado de EEUU estaban en contra de emplear esta inversión como ayuda al desarrollo económico. La polémico aisló más a la delegación de EEUU, especialmente cuando, con la guerra de Vietnam en marcha, Alemania Occidental se inclinó por el apoyo al establecimiento de un diálogo con el bloque Oriental y el ministro belga de asuntos exteriores, Pierre Harmel, iba a emitir un informe recomendando que la Alianza jugara un papel más importante en promover la disuasión política.

Los asuntos políticos y científicos de la OTAN habían llegado por entonces a un punto muerto. En octubre de 1966 tuvo lugar una un tensa reunión del Science Committee EN Portugal y la físico francés premio Nobel Louis Néel, manifestó que su administración se opondría vehementemente a un aumento del presupuesto. El presidente francés Charles Degaulle anunció entonces la salida de Francia de la estructura militar integrada de la Alianza –y, en consecuencia, el Cuartel General de la OTAN se trasladó de París a Bruselas-. Sin embargo, el debate sobre el futuro del Comité siguió cuando un “Exploratory Group of Six”, formado por los principales miembros del mismo, propuso ahora su disolución.

Nuevo enfoque sobre la Naturaleza

El Comité no se disolvió, en parte por los esfuerzos protectores de Rabi para mantenerlo vivo. Advertido de que el programa científico de la OTAN no podría inclinarse ya por la defensa y nada convencido por el desarrollo, se inclinó ahora por dar prioridad a la investigación científica para tratar los problemas del medio ambiente durante las celebraciones del décimo aniversario del Comité en 1968.

¿Hubiera solicitado Rabi tal inversión porque creía que un diálogo sobre el sostenimiento del medio ambiente se traduciría en un beneficio diplomático imposible ya por la ciencia? ¿O estaba abrazando genuinamente el sentimiento medioambiental que por entonces se extendía entre los países de Occidente? Lo que sabemos es que fue tan profeta como previamente lo habían sido los Tres Hombres Sabios. Al año siguiente el presidente de EEUU, Richard M. Nixon, defendió la realización de un programa sobre el medio ambiente en la OTAN y se estableció un Committee on the Challenges of Modern Society (CCMS) para coordinar las acciones en ese campo.

Esto anticipó igualmente la renegociación del Science Committee. En octubre de 1969 se reunió el Comité por primera vez en el Departamento de Estado de EEUU y, entonces, el ingeniero alemán Eduard C. Pestel, apoyó abiertamente la propuesta de Rabi. Fue, en parte, porque había contribuido recientemente a estudios sobre el sostenimiento medioambiental en el contexto del prestigioso Club de Roma. Sin embargo, su apoyo suscitó sinergias más amplias sobre la política medioambiental y las cuestiones políticas desarrolladas por entonces entre Alemania Occidental y EEUU.

El cambio en la agenda de patrocinio de la OTAN informó igualmente los cambios en las prácticas de investigación llevando, por ejemplo, a innovadores ejercicios de observación medioambiental. La instrumentación y las técnicas usadas en anteriores estudios estaban ahora a disposición de los subgrupos CCMS que representaban gráficamente la contaminación del aire y el mar. Uno de ellos incluso alcanzó la fama cuando, en 1974, representó gráficamente los impactos medioambientales asociados con el hundimiento de un mercante yugoslavo, Cavtat, en las costas adriáticas que llevaba carburantes que se derramaron.

Promover la estabilidad

Desde el punto de vista de los años ochenta el enfoque de la inversión de la OTAN en ciencia varió una vez más. El 20 aniversario del Comité llevó a una diversificación de su programa y, ahora, el Science Committee defendía el inicio de una “Ciencia para la Estabilidad”. Un esquema de ayuda ajeno a la filosofía de financiación de Rabi, apuntaba a Grecia, Portugal y Turquía sólo,. Fue introducido cuando el ingeniero mecánico turco, Nimet Ozdas, -que había contribuido al debate sobre el vacío tecnológico una década antes- estaba en la OTAN como Science Adviser. Fue elaborado en reconocimiento de que la promoción de la ciencia podría actuar como una fuerza estabilizadora en momentos de mayor volatilidad política.

La ciencia para la estabilidad disminuyó con la subida al poder de la primer ministra de Gran Bretaña, Margaret Thatcher, y el presidente de EEUU, Ronald Reagan, que reactivaron la Guerra Fría demandando mayor fuerza política y económica. Por entonces la dilatada disputa de Chipre había debilitado la Alianza como una organización multilateral debido al conflicto en macha entre Turquía y Grecia. Mientras tanto, el paro era rampante en la mayor parte de los aliados. El nuevo esquema de la OTAN intentaba hacer frente indirectamente a estos asuntos y se desarrolló en tres fases (1979-1986, 1987-1993, 1994-1997) para una inversión total de 46 millones de dólares.

En 1980 el físico francés Robert Chabbal sustituyó a Ozdas como Science Adviser. Su nombramiento en un período histórico, en que Francia no estaba integrada en la estructura militar de la OTAN, vino a demostrar aún más cómo la promoción de la Ciencia en la OTAN podía actuar como un instrumento paralelo de diplomacia. Principalmente anticipó la alineación de los gobiernos de Francia y EEUU que siguió al acceso del presidente francés François Mitterrand en El Eliseo.

Ciencia para la paz y la seguridad

Durante los años 1990 la mezcla de Ciencia y política en la OTAN se mostró más impulsor que nunca cuando un prestigioso físico que pasó a la política, el español Javier Solana –quien, como ministro de Exteriores había dirigido el proceso de integración de España en 1986- fue nombrado Secretario General. Con él en la cabeza de la Alianza se unieron más miembros, especialmente tras la desaparición del Pacto de Varsovia y la Unión Soviética.

Ahora la OTAN era “capaz de reinventarse a sí misma, de cambiar con el tiempo antes de que tomara cuerpo el riesgo de la obsolescencia”, según Jamie Shea (actualmente Deputy Assitant Secretary General for Emerging Security Challenges). La ciencia era un instrumento para la “reinvención” de la OTAN cuando primero el Science Committee, y el (SPS) Programme a partir de 2006, dieron prioridad al patrocinio de la colaboración de la investigación con las naciones de Europa del Este para promover una más intensa asociación y cooperación con la Alianza.

Durante muchos años Rusia fue el mayor beneficiario del patrocinio hasta que la ilegal anexión de Crimea en 2014 condujo a la suspensión de la colaboración de los científicos de OTAN y Rusia. Al mismo tiempo, el Programme SPS aumentó su colaboración con Ucrania, que sustituyó a Rusia como su principal beneficiario. Proyectos SPS a gran escala (p. ej. desminado humanitario, detección de minas y desarrollo de la telemedicina) ayudaron a Ucrania a construir capacidad para tratar las consecuencias del conflicto. Desde 2010 el programa SPS había pasado ya a la recién establecida división Emerging Secutiry Challenges de la OTAN, algo que ha vuelto a configurar las inversiones de la Alianza. Desde entonces el programa ha adoptado una idea más fuerte sobre la seguridad similar a la cartera de asuntos de la División y dando prioridad a lo problemas actuales sobre seguridad tales como ciberdefensa, contraterrorismo, seguridad de la energía, y defensa, contra los agentes químicos, biológicos, radiológicos y nucleares.

Habría que ser tan visionario como era Rabi para apreciar lo que está detrás de la Ciencia de la OTAN en el siglo XXI. Pero ahora se puede representar su pasado con un mayor grado de precisión. Como la diosa Juno, entre ambiciones competidoras de sí de fomentar la seguridad y hacer avanzar las relaciones entre los aliados con frecuencia en desacuerdo, la inversión de la OTAN parece ahora inspirada por algo más que justamente la aspiración a apoyar serenamente las nuevas investigaciones. Por supuesto, ahora se puede afirmar que la existencia de la Alianza como una organización multilateral se ha visto apoyada, en un grado sorprendente, por las oportunidades de un cambio constructivo que su Science Committee generó durante la segunda parte del siglo XX y después.

Simone Turchetti es conferenciante en el Centre for the History of Science, Technology and Medicine (CHSTEM) de la Universidad de Manchester, Gran Bretaña. Sus estudios se centran sobre el papel de la ciencia y la tecnología en las relaciones internacionales del siglo XX. Es el autor del Pontecorvo Affair (University of Chicago Press, 2012) y varios artículos en revistas y colecciones editadas.

NATO Review, 26 de marzo de 2018

Por la trascripción:

Leopoldo Muñoz Sánchez

Coronel de intendencia ET (R)