Los militares que están en la cúpula de nuestras Fuerzas Armadas no deben caer en la tentación de buscar el beneplácito de su dirección política a cualquier precio. Una cosa es trabajar con lealtad y otra distinta caer en la ‘disciplinitis’, que está algo alejada de la disciplina
Hace un par de semanas intervino en el ‘Foro de la nueva defensa y el espacio’ el jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante General Antonio Piñeiro. Finalizada la conferencia, el portavoz de Vox en el Ayuntamiento de Madrid, preguntó al Almirante si consideraba necesario incrementar la presencia de la Armada en el Estrecho y en aguas de Ceuta y Melilla para frenar la inmigración ilegal. El Almirante, en vez de remitirle al artículo ocho de la Constitución o decirle que no esperara una respuesta política de un militar, respondió «que nadie espere que un barco de la Armada vaya a proceder a apartarlos. La única misión de la Armada y de cualquier Armada occidental es ayudar, que no quepa ninguna duda al respecto».
Estas declaraciones han causado cierto revuelo, no solo en el ámbito político sino también en el de las Fuerzas Armadas. Contrastan por otra parte con las realizadas hace no mucho por el Jefe de Operaciones Conjuntas de la Armada Australiana, vicealmirante Justin Jones, afirmando «Estamos aquí para parar el negocio inmoral del tráfico de personas y para devolver cualquier barco que intente entrar ilegalmente en Australia». No sé si esta determinación tendrá algo que ver, pero lo que resulta indiscutible es el éxito de Australia en el control de la inmigración ilegal.
Las declaraciones de nuestro almirante podrían quizá enmarcarse en el ámbito del «bienquedismo» o también en otro muy habitual como es el de no contrariar al que te ha nombrado. Obviamente la Armada no está para hundir a cañonazos cayucos o barcos nodriza de inmigrantes ilegales, pero de ahí a garantizar nuestra soberanía, que es una misión encomendada a las Fuerzas Armadas en nuestra Constitución, hay un trecho bastante grande. Los militares que están en la cúpula de nuestras Fuerzas Armadas no deben caer en la tentación de buscar el beneplácito de su dirección política a cualquier precio. Una cosa es trabajar con lealtad y otra distinta caer en la ‘disciplinitis’, que está algo alejada de la disciplina. Lo importante no es, como en este caso, congraciarse con una ministra, sino cumplir adecuadamente la misión encomendada al servicio de España.
El general de Ejército Fernando Alejandre, jefe del Estado Mayor de la Defensa entre los años 2017 y 2020 –que por cierto cesó a petición propia– escribió en 2022 Rey servido y patria honrada. En una de sus páginas habla de «la misión de siempre» y afirma lo siguiente: «es para defender la propia existencia de la nación para lo que España cuenta con sus Fuerzas Armadas. Esa es su misión principal y constituye su razón de ser». Y prosigue: «Debemos tener presente que la misión permanente de las Fuerzas Armadas es la que deriva directamente del mandato constitucional, y por ello debemos estar preparados para garantizar la soberanía e independencia de España y para defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional frente a cualquier agresión». No encuentro mejor respuesta al portavoz de Vox, ni más exacta definición de la misión de nuestras Fuerzas Armadas.
Por cierto, y para terminar, las Fuerzas Armadas tampoco pueden convertirse en un comodín electoral para ser utilizado a conveniencia en momentos de dificultad. Pongamos que una flotilla con ayuda humanitaria en vez de a Gaza se dirigiera a las costas de Marruecos para desde allí acercarse a los campamentos de refugiados saharauis en Tinduf. Imaginemos –probablemente así ocurriría– que el Gobierno marroquí les negara la entrada en sus aguas territoriales y hostigara a las embarcaciones. España es todavía hoy potencia administradora del antiguo Sahara occidental, territorio pendiente de descolonización apropiado ilegalmente por Marruecos. ¿Enviaría Pedro Sánchez un buque de la Armada para proteger o rescatar a los españoles que estuvieran embarcados en esa misión humanitaria? Mucho me temo que no.
Carlos de Urquijo fue delegado del Gobierno en el País Vasco
https://www.eldebate.com/opinion/en-primera-linea/20251006/mision-fuerzas-armadas_341032.html